jueves, 12 de julio de 2012

El músico ciego de Vladimir Korolenko


Petrús nace en el seno de una acomodada familia ucraniana. El médico confirma que es ciego. Tras superar el terrible dolor que causa la noticia, la madre dedica todas sus energías al cuidado de su pobre hijo. Será el tío  Maxim, un mutilado de las guerras garibaldinas, quien con ahínco eduque al sobrino.

Irá descubriendo su entorno, el sonido del viento, los olores de la naturaleza, el fluir del agua del río. Creerá estar soñando cuando una noche escucha la melodía de un caramillo. Será la música la que definitivamente le abra las puertas a la vida.

Salir de su ensimismamiento y autocomplacencia, conversar con otras personas también ciegas, recorrer los caminos hasta llegar al destino. Un largo y difícil proceso de superación y crecimiento personal. La importancia de los vínculos familiares, el apoyo y amor incondicional, transformar la sobreprotección en respeto y autonomía.

La ceguera como metáfora. Todo lo que no percibimos con la vista, que se esconde si no sabemos observar.

Es el primer libro que leo de Korolenko, y descubro que fue un infatigable luchador contra los abusos sociales del poder de su época. Lo pagó con el destierro y la cárcel. Maestro de escritores de renombre como Gorki o Tolstoi.

El músico ciego nos invita a vivir, a buscar un lugar en el mundo, a estar atentos, a ser libres e independientes. Y sobre todo, a superar los obstáculos, a ir más allá de una visión limitada y egoista de nosotros mismos.



2 comentarios:

Manderly dijo...

No conocía a este escritor. Los temas sociales siempre nos entran directamente en el corazón y si nos sirve para ser un poco menos ciegos pues me parece una lectura interesante.
Estoy leyendo una novela (más bien relato) de Eduardo Mendoza que se tutula 'Sin noticias de Gurb'. Es divertido y satírico.
Luego quiero leer 'Sunset Park' de Auster, un escritor que me gusta mucho.
Saludos.

LU dijo...

Manderly, tengo muy buenos recuerdos de Sin noticias de Gurb, de haberme reído mucho, aunque ya hace muchos años. Hace poco me ha pasado algo bastante extraño. Recordando precisamente el humor de ese libro, empecé el último de Eduardo Mendoza, El enredo de la bolsa o la vida, y sin llegar a la mitad, lo dejé. No podía, me parecía todo tan “cutre”, con un aire anacrónico desagradable… Y partía del convencimiento de que iba a pasar un buen rato… No sé, a lo mejor no era el momento…

Paul Auster es uno de mis autores favoritos, y Sunset Park me ha gustado mucho; sin ser de los mejores, para mi tiene esa magia que sabe darle.

Ya he terminado El beso de la sirena de Andrea Camilleri, que me ha sorprendido y mucho. Y ahora empezaré con uno de Fred Vargas, para que sea todo muy variado.

Biquiños