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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Toronto

Última etapa del viaje por el este de Canadá. Ciudad de rascacielos; y una que es de pueblo y bajita, mira embobada hacia arriba, cámara en mano, cuello totalmente retorcido, boca abierta y cara de tonta…

Paseos espectaculares por bosques y lagos, pero siempre vuelvo a la ciudad. He de reconocer que soy de asfalto, de acera pavimentada y firmeza en el terreno que piso.





La torre más alta, pues hay que subirse. Eso tampoco lo puedo evitar. Se tarda mucho en acceder a los diferentes niveles, estás más tiempo en la cola que ante los ventanales. El famoso tramo de cristal es minúsculo y no impresiona lo más mínimo (se ve en la foto cutre). Se suponía que al caminar sobre el vacío debería producir pánico o vértigo... Pero, si apenas puedes dar unos pasitos… Nada de nada. Lo mejor, es subir directamente a la parte más alta donde hay una panorámica excelente (dicen las guías que en días totalmente despejados se ven hasta las cataratas del Niágara...).

Y desde las alturas al vuelo de regreso a casa.

Fotos de Toronto, septiembre 2008

Montreal, Mont Tremblant, Québec, Tadoussac, Ottawa, Kingston, Toronto... Paisajes de ensueño, ciudades cosmopolitas o con acento europeo. Gente encantadora. Un sitio para perderse y donde se puede llegar sin ir en grupo organizado, con cada segundo previamente programado.

Ahora a pensar en la siguiente escapada...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Niágara (naiagara)










Saliendo de Toronto por carretera, por momentos con diez carriles a cada lado, viendo la torre CN rodeada de rascacielos, en un autobús desvencijado, con asientos que piden a gritos el retiro total y rugido de motor renqueante… algo falla, ¿de dónde han sacado estos cacharros prehistóricos?

Las Cataratas, de noche iluminadas y con un alo de magia. De día se perciben todas esas “bañeras” de agua que caen. Desde el paseo – gratis – se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas; no te cansas nunca de mirarlas y apretar el botón para hacer fotos desde cada ángulo. Al otro lado Estados Unidos, dueño de la más pequeña, y la que tiene forma de herradura en la parte canadiense. IMPRESIONANTES.

Todo lo demás = cómo timar al turista y rentabilizar al máximo el negocio. Un barco que te lleva a las entrañas, donde lo más divertido es enfundarse en unos plásticos de color azul eléctrico y esquivar el chorretón de agua que se te viene encima, porque ver, apenas ves nada. Y ya totalmente decepcionante es ir por detrás. Esta vez el “chubasquero” es amarillo puñeta, y la ruta bajo túneles artificiales, para poder acercarte a una especie de ojo de buey minúsculo desde donde se aprecia perfectamente un tupido manto nebuloso. Eso sí, te asomas a una balconada, en un lateral sin el más mínimo encanto, y ves la caída tremenda de agua. Hay más opciones que ya no probamos, el helicóptero, otros barcos… Por no hablar del pueblo, una especie de parque temático, con megafonía atronadora, hortera y al que se podrían aplicar infinidad de adjetivos peyorativos. Vamos, un espanto.

Lo positivo, que lo tiene: la oferta hotelera es fantástica y a buen precio. Y la mejor cena de todo el viaje, en un restaurante hindú, que desató la gula colectiva.

En cualquier caso, merece la pena.


domingo, 2 de noviembre de 2008

Alaska

De nuevo una serie de casualidades dan forma definitiva al contenido de esta entrada.
He terminado de ver Doctor en Alaska y me reafirmo en lo maravillosa que es esta serie. Pasan los años y no sólo no pierde, sino que incluso gana. Verla así, seguida, le aporta una continuidad y hace más cercanos a los personajes, con sus entrañables excentricidades.
En Canadá, en las rutas que hicimos en la zona de Riviere Ste Marguerite en el Parque Saguenay (región de Québec), el entorno era como estar dentro de un capítulo de Doctor en Alaska. Los lagos, la vegetación, la sensación de naturaleza salvaje. Aunque es muy difícil elegir, probablemente ésta fue mi parte favorita de todo el viaje.



Parque de Saguenay, Quebec, Cabadá septiembre 08

Selecciono las fotos para poner aquí y después hago un repaso por las novedades en los blogs que leo. Una cosa lleva a la otra y acabo siguiendo la pista de un músico, sus canciones apenas me dicen nada, pero reparo en que dentro de su sección de amigos hay un nombre que DESTACA: Halloween, Alaska. Es viernes por la tarde y a mi alrededor huele a noche de terror. Tengo un presentimiento y me lanzo, escucho los temas de su myspace y creo que es un buen principio. Habrá que investigar un poquito más.


miércoles, 22 de octubre de 2008

Quebec



Quebec, septiembre 2008


Un tren de lo más confortable nos deposita en Quebec (asientos amplios, conexión wi-fi…). De camino vemos una aparatosa tormenta (coletazos del Ike, del que no volveremos a saber nada más).
Nuestro hotel-chateau se encuentra en la zona vieja de la ciudad, a unos metros del esplendoroso Frontenac (ver foto). Por no incluir en el equipaje el atuendo de gala y los complementos adecuados (joyas y otras minucias), optamos por un alojamiento “sensiblemente más barato”… Y para celebrar semejante ahorro nos dirigimos al pub irlandés, donde siempre hay garantía de diversión y gente.

Paseo por la calles de la ciudad amurallada, entre plazas que perfectamente podrían pertenecer al continente europeo. Sensación extraña de cercanía, pero ¿realmente estamos en América?

Calles bulliciosas, cuestas muy empinadas y escaleras de vértigo que ayudan a mantenerse en plena forma. Están celebrando su cuarto centenario, y qué jóvenes son!!!

lunes, 20 de octubre de 2008

Horizonte

Mont Tremblant, Canadá, septiembre 2008


Ojalá pudiera describir la sensación que sentía aquí, sentada en una tumbona, incómoda en apariencia, pero sorprendentemente acogedora, contemplando el paisaje.

lunes, 13 de octubre de 2008

Jardín Botánico (Montreal)

Es realmente extraño. No me considero una persona amante de las plantas. En mi casa no hay ninguna. Apenas diferencio un cactus de una enredadera, o un pino de un abeto (y no exagero). Las flores nunca me emocionaron (aunque todavía recuerdo el primer ramo de rosas rojas que llegó por sorpresa). Y sin embargo he visitado varios Jardines Botánicos. Supongo que curiosidad o dejarme llevar, como en esta ocasión.
Un largo paseo, con especial atención a la parte dedicada a China y Japón (el jardín zen, tan relajante). Cansancio y espera hasta la hora señalada, al caer el sol, para el encendido de las linternas. Ni un solo chiringuito donde degustar una cerveza o tomarse un café reconfortante.
Nos sentamos frente al estanque y disfrutamos de esa maravillosa luz del atardecer. Espectáculo visual repleto de magia y sombras.
Web del Jardín Botánico de Montreal






Montreal, septiembre 2008

No puedo evitar pensar en esta canción:


Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación
Esperando un eclipseme quedaré
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas
Dibujando una elipse
me quedaré
entre el sol y mi corazón
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas
Y he aprendido a esperar sin razón
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua

lunes, 6 de octubre de 2008

Un paseo por Montreal

El lunes pasado regresaba a casa después de pasar tres semanas en Canadá. Fue un viaje extraordinario. Una pequeña parte de ese inmenso país, la más cercana en el mapa, al este.

Salimos desde Vigo rumbo a París, en uno de esos pequeños aviones regionales, no aptos para los que temen a este medio de transporte. En la capital francesa tuvimos que soportar una larga espera, se estropeó el aparato y lo tuvieron que cambiar. Destino Montreal, reclamación por una maleta que no llega y al hotel a dormir. Altas horas de madrugada en España, seis menos allí.

Durante dos días recorrimos esta maravillosa ciudad. Cada jornada se iniciaba en el Imagination Cafe, con una atención exquisita y un desayuno espléndido.




Montreal, septiembre 2008

viernes, 3 de octubre de 2008

El niño con el pijama de rayas - John Boyne

Me lo regalaron el año pasado. Por unas razones u otras se iba quedando al fondo de la estantería. Lo empecé un par de veces, pero no avanzaba. Y este verano decidí llevarlo en la maleta. Todos a mi alrededor coincidían: es maravilloso, te va a encantar.
Puede que no fuera el mejor lugar (en vagones de trenes, en un avión y finalmente en un aeropuerto de madrugada). Me desconcentra no estar en casa, las conversaciones ajenas...
Puede que tantas alabanzas solamente sirvan para sobre-valorar.
Puede que simplemente no encaje con mis preferencias literarias. El caso es que soy la única persona que conozco a la que no le ha gustado especialmente.
Se deja leer con facilidad y me ayudó a sobrellevar los largos tiempos de espera.

Me encuentro en fase de readaptación al despertador. Mis horarios de sueño son todavía irregulares. La lavadora a pleno rendimiento y la nevera recupera la sonrisa.
Este fin de semana intentaré descargar las fotos de la cámara y poco a poco colocaré aquí imágenes y recuerdos de un maravilloso viaje a Canadá. Durante tres semanas pensaba que aquélla era mi vida, turista, sin la más mínima preocupación.... Las vacaciones lo curan todo. Ya queda menos para las próximas. De momento quiero disfrutar de todo lo que acabamos de vivir.