He intentado ponerle fecha aproximada (totalmente en vano) a mi primer encuentro con un texto de la llamada Generación Beat. En concreto, “En el camino”. Pero sí recuerdo, y de forma muy nítida, (algo muy extraño en mi exigua memoria), lo vibrante que me pareció. Yo quería vivir así, a toda velocidad, recorriendo el país, y buscándome el pan con trabajos temporales, escribiendo, con mis amigos...
Ahora mis aspiraciones se centran en dormir mucho mañana que es festivo y hacer viajes en vacaciones. Nos hacemos mayores…
Revolviendo entre los estantes de la librería, veo casi por casualidad que acaban de editar esta obra por primera vez en España (con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte del autor. Qué pena tener que utilizar este tipo de excusas). Y de golpe retrocedo años, y decido de inmediato incluirlo en la cesta de la compra para el día del libro.
Si hace poco paseaba con Vila – Matas por el París de su juventud; ahora vuelvo tras los orígenes del apellido Kerouac, y me encuentro ya a un hombre totalmente alcoholizado, pero que conserva la espontaneidad, con un estilo propio, (desenfadado, a veces provocador). Relata la estancia en Francia durante diez días, sus frustradas indagaciones y el paso por todos los bares que aparecen en su ruta. Mientras lo voy leyendo, me imagino sentada a su lado (yo con mi cerveza, él con su botella de coñac) y riéndonos de sus andanzas.
Mis modales, en ocasiones abominables, pueden ser encantadores. Me convertí en un borracho con la edad. ¿Por qué? Porque adoro el éxtasis mental.
Soy un miserable.
No es sólo que uno no pueda dormir de noche en Francia, son tan asquerosamente ruidosos desde las ocho de la mañana, gritando por encima de sus barras de pan fresco, hasta hacerte supurar de abominación. Compre esto y lo otro. Su café cargado, los cruasants y ese pan crujiente con mantequilla bretona, joder ¿dónde está mi cerveza alsaciana?
Este bretón cobarde (yo) apagado por el paso de los siglos en Canadá y Estados Unidos, sin más culpa que la propia. Este Kerouac del que se burlarían en los dominios del Príncipe de Gales porque ni siquiera sabe cazar, pescar.... Este fanfarrón, esta pasa, esta rabia tronchada de incapacidades, este “baúl de los humores”… este cúmulo de falsedades que no conforman al profeta, y menos al caballero. Este tumoral miedo a la muerte, con humedades en el baño. Este esclavo que huye de los campos de fútbol, este bateador eliminado del arte, ladrón de bases, este charlatán de cantina en París que enmudece en las tinieblas bretonas, este fantoche burlón en las galerías de arte neoyorquinas, que se acojona en las comisarías y al teléfono en llamadas de larga distancia… Este aguijoneador de flores que se mofa de las espinas… En resumen, este miedoso y tambaleante cretino bocazas…
No es culpa mía, ni de ningún otro turista americano, ni siquiera de los más rancios, que los franceses declinen la responsabilidad de dar explicaciones.
Jack Kerouac & The Beat Generation
Ahora mis aspiraciones se centran en dormir mucho mañana que es festivo y hacer viajes en vacaciones. Nos hacemos mayores…
Revolviendo entre los estantes de la librería, veo casi por casualidad que acaban de editar esta obra por primera vez en España (con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte del autor. Qué pena tener que utilizar este tipo de excusas). Y de golpe retrocedo años, y decido de inmediato incluirlo en la cesta de la compra para el día del libro.
Si hace poco paseaba con Vila – Matas por el París de su juventud; ahora vuelvo tras los orígenes del apellido Kerouac, y me encuentro ya a un hombre totalmente alcoholizado, pero que conserva la espontaneidad, con un estilo propio, (desenfadado, a veces provocador). Relata la estancia en Francia durante diez días, sus frustradas indagaciones y el paso por todos los bares que aparecen en su ruta. Mientras lo voy leyendo, me imagino sentada a su lado (yo con mi cerveza, él con su botella de coñac) y riéndonos de sus andanzas.
Mis modales, en ocasiones abominables, pueden ser encantadores. Me convertí en un borracho con la edad. ¿Por qué? Porque adoro el éxtasis mental.
Soy un miserable.
No es sólo que uno no pueda dormir de noche en Francia, son tan asquerosamente ruidosos desde las ocho de la mañana, gritando por encima de sus barras de pan fresco, hasta hacerte supurar de abominación. Compre esto y lo otro. Su café cargado, los cruasants y ese pan crujiente con mantequilla bretona, joder ¿dónde está mi cerveza alsaciana?
Este bretón cobarde (yo) apagado por el paso de los siglos en Canadá y Estados Unidos, sin más culpa que la propia. Este Kerouac del que se burlarían en los dominios del Príncipe de Gales porque ni siquiera sabe cazar, pescar.... Este fanfarrón, esta pasa, esta rabia tronchada de incapacidades, este “baúl de los humores”… este cúmulo de falsedades que no conforman al profeta, y menos al caballero. Este tumoral miedo a la muerte, con humedades en el baño. Este esclavo que huye de los campos de fútbol, este bateador eliminado del arte, ladrón de bases, este charlatán de cantina en París que enmudece en las tinieblas bretonas, este fantoche burlón en las galerías de arte neoyorquinas, que se acojona en las comisarías y al teléfono en llamadas de larga distancia… Este aguijoneador de flores que se mofa de las espinas… En resumen, este miedoso y tambaleante cretino bocazas…
No es culpa mía, ni de ningún otro turista americano, ni siquiera de los más rancios, que los franceses declinen la responsabilidad de dar explicaciones.
Jack Kerouac & The Beat Generation
Página muy completa donde se puede consultar biografía - cronología, que aporta aspectos que no engrandecen, en absoluto al escritor; galería de imágenes, amigos, vídeos, archivos de voz y opción de descarga de varias de sus obras.
HACE UN AÑO Y UN DÍA: Tokio en hora punta
HACE UN AÑO Y UN DÍA: Tokio en hora punta