sábado, 25 de abril de 2009

Opio – Maxence Fermine

Inglés, hijo de un comerciante que viaja hasta los valles sagrados de China a la búsqueda de los secretos del té. Este relato se pierde en una aventura simplona y con un final atropellado. Muy decepcionante, a pesar de unas primeras páginas donde se respiran aromas de leyendas.

... el azar es una tela de araña en la que a veces se prende el destino.

Un día, hace de esto más de cuatro mil años, el emperador Chen Nung viajaba con su escolta por una lejana comarca de su enorme país. Como quiera que el viaje era largo y agotador, ordenó que le dejasen descansar a la sombra de unos árboles para protegerse el sol. El convoy se detuvo y el emperador se sentó con las piernas cruzadas bajo un arbusto desconocido. De inmediato pidió un tazón de agua hirviendo, pues estada sediento y era el único remedio que conocía para apagar la sed. Sus servidores se apresuraron a llevárselo. En aquel momento cayó una hoja en el tazón del emperador. Chen Nung bebió el agua si reparar en ello y al hacerlo, un perfume a un tiempo dulce y amargo, le llenó la garganta. Intrigado, inspeccionó el fondo del tazón y encontró la hoja que propagaba tan fascinante perfume.
Acababa de nacer el té.

2 comentarios:

kei dijo...

eso he leído en algún otro blog, buena idea, flojo libro.
unanimidad sí hay en la primera novela de fermine, nieve bastante superior.

LU dijo...

Key, a mi Nieve me parece una joya, y, claro, después lees esto, y la caída es brutal. Parecen escritas por diferentes personas. Realmente es muy extraño.

Biquiños