La vida pequeña
El arte de la fuga.
J Á González Sainz
Tal vez mi lectura más inspiradora de 2023. Como punto de partida, el artículo: J. A. González Sainz, una invitación a tomarse la vida de otra forma.
De los fragmentos que he guardado (muchos y muy valiosos), selecciono aquí unos cuantos que espero sepan transmitir la esencia de algunas ideas del texto.
Saber ver, saber escrutar, descifrar, interpretar, saber atinar con el valor o la fecundidad de las cosas o saberles dar la importancia debida.
Tomarme la vida mejor al dirimir lo que en el fondo de verdad cuenta, lo que vale, lo que repara o aprovecha y llena o alegra más o mejor la vida.
Otra forma de tomarme la vida, una vida pequeña que lo volviera a conjugar todo, los tiempos y las personas, las acciones y las cosas, de otros modos posibles y con otras jerarquías de importancia.
Y nosotros no somos acogedores, somos conseguidores. No acogedores de lo que hay en cada ahora sino conseguidores de lo que aún no hay.
A nuestro cascabeleo de mulillas en la noria de las imágenes le llamamos identidad; a nuestra sed de visibilidad, carácter; a nuestros gestecillos fatuos, carisma, y la cara dura acaba siendo fotogénica.
Recordar con quién se han vivido los días buenos, recordar lo que es bueno y hace buenos a los días.
La aparición del temple, habitar el instante.
¿Cabría una nueva lealtad con la vida? ¿una nueva integridad? ¿unas relaciones menos instrumentales y perversas, más despiertas y templadas y acordes? ¿cabría estrechar una nueva alianza? ¿una nueva alianza menos degradada con las cosas y los hechos, con la tierra y el tiempo y las palabras que los crean? ¿con nosotros?
Que una cosa que es tan poca cosa que ni siquiera se puede tocar como las palabras sea de tanto alimento da que pensar.
En lugar de discernir, creemos; en lugar de fijarnos, creemos; en lugar de huir de los fantasmas, nos refugiamos en ellos, encontramos refugio en la virtualidad a nuestro miedo a lo real.
Momentos de suspensión, treguas, pausas de pura escucha y pura contemplación, momentos de mero estar con lo que está.
....la
vida pequeña como ejercicio, como el ejercicio y la actitud y
escabullirse a atender, a aprender de continuo a mirar y distinguir y
volver a mirar y a distinguir, a cobrar conciencia, a dar cabida, a
recabar datos, hechos - también los hechos de las palabras y las
palabras de los hechos-. Ejercicios de apartamiento, de desmarcaje,
de irse dentro si uno está demasiado a la intemperie o demasiado al
retortero y, también, de irse a la intemperie si uno está demasiado
encapsulado en cualquier tipo de caparazón; ejercicios de silencio,
ejercicios de escucha, de quitarse de en medio, incluso de en medio
de uno mismo si uno está muy en medio, y de poner algo más de
distancia, algo más de alrededor, de aire, de medida, siempre algo
más de silencio o estupor.
Podría seguir. Te invito a leerlo. Muy recomendable.
Sinopsis: Tras un cataclismo de colosales dimensiones provocado por algo minúsculo que lo contagia todo, una voz reflexiona, urde, recuerda o recita, tal vez reza. Percibe que, bajo la crisis mundial desatada por la pandemia, se esconde en el fondo otra enfermedad epidémica más local pero de análogas dimensiones, o quizá hasta de mayor gravedad: la de nuestros modos de vida, la de nuestra relación con la realidad y con las palabras. La voz, un puro ejercicio de razón, va desgranando temas y variaciones en una melodía moral que a veces se modula narrativamente y otras como un monólogo teatral o una indagación poética o filosófica, y donde todos los registros, desde el más grave hasta el humorístico, se van trenzando en una suerte de arte de la fuga conceptual y musical a la par.
Cuaderno de bitácora, compuesto por breves textos íntimos en busca de un nuevo modo de mirar y vivir. Es como una caja de píldoras meditativas, o un collar de cuentas que se pueden leer hiladas desde el principio o incluso sueltas, al azar. El proyecto está planteado como una trilogía: El arte de la fuga es la primera entrega, a la que seguirán El arte del lugar y El arte del instante.
Este es un libro contra la aceleración, contra la pérdida de realidad y la banalidad, contra la desatención y la mentira y contra las muchedumbres. Frente a las colosales dimensiones de todo ello en nuestras vidas, «la vida pequeña que no sé si propongo o me propongo o más bien busco o imagino o qué sé yo qué», dice el texto, «guarda relación con una nueva heroicidad que tal vez podría llamarse alegría, la heroicidad de gustar alegrías más altas». Aún faltan esos héroes, escribió Hölderlin, de cuya mano (igual que de la de Machado, Montaigne y Handke, Séneca o Camus o Rilke, con quien a Stefan Zweig le encantaba pasear porque reparaba en cualquier pequeñez), el autor, o más bien «el atento, el aproximado», emprende su denodada búsqueda literaria y filosófica. Otros muchos autores le acompañan, por ejemplo Thoreau o Stevenson, de quien una cita sirve de pórtico y declaración de intenciones: «Tenemos tanta prisa por hacer, por escribir, por adquirir velocidad, por hacer nuestra voz audible un momento en el desdeñoso silencio de la eternidad, que nos olvidamos de una cosa, de la que esas otras solo forman parte, es decir, de vivir.»
Una obra de orfebre, destilada con afinado oído para la lengua, hecha de pensamientos sosegados o de imaginaciones disparatadas y recuerdos, en busca de un modo nuevo de afrontar la vida y la realidad: «huir a lo real», leemos, «desbrozar las fantasmagorías y la inacabable filfa del barullo de nuestros días para escabullirse a la ligereza del asiento de lo real».
Nº de páginas: 208. Editorial Anagrama, Barcelona 2021.
Reseñé en 2015 su libro de relatos: El viento en las hojas.
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