Chaplin / Tiempos modernos

Chaplin

DIRECTOR Richard Attenborough
REPARTO Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Dan Aykroyd, Geraldine Chaplin, Kevin Dunn, Milla Jovovich, Kevin Kline, Diane Lane, Penelope Ann Miller, Marisa Tomei, James Woods, David Duchovny, Moira Kelly, Paul Rhys, Bill Paterson, Nancy Travis
GUIÓN William Goldman, William Boyd, Bryan Forbes
MÚSICA John Barry
FOTOGRAFÍA Sven Nykvist
EE UU 1992, 145 min.
3 Nominaciones al oscar: mejor actor (Robert Downey Jr.), banda sonora y dirección artística.

Cuesta imaginarse la vida de una estrella de cine antes de la fama. Criado en un ambiente de extrema pobreza, con su madre ingresada en un psiquiátrico y aprovechando cualquier oportunidad para poder mostrar su talento como cómico. Sus difíciles comienzos en el mundo del espectáculo, su llegada a Estados Unidos y su incursión en el cine mudo. Constantes escarceos con adolescentes y varios matrimonios que marcarán su peculiar recorrido sentimental. Dirige su propio estudio, llega el sonido a las películas:

“Sé que el hablar será el fin de Charlot, pero al menos se irá diciendo algo en lo que yo creo”.

Se resiste al cambio, y en Tiempos Modernos hace un pequeño guiño con la letra de una canción que por no poder memorizarla, la farfulla, sin significado alguno.

Un juicio en el que se le declara padre de un niño, en contra de las pruebas aportadas, su posterior exilio, el desequilibrio de su madre y la redacción de su biografía, le mantienen apartado en Suiza, hasta que con 83 años acude a la ceremonia de los Oscar para recoger un premio especial a su carrera: 81 films, 5 de ellos sonoros.

Estupenda interpretación y recreación de una vida dedicada al séptimo arte y a provocar sonrisas.





Tiempos modernos

TITULO ORIGINAL Modern Times
DIRECTOR, GUIONISTA Y MÚSICA Charles Chaplin
REPARTO Charles Chaplin, Paulette Goddard, Henry Bergman, Chester Conklin, Stanley Stanford, Hank Mann, Louis Natheaux, Allan Garcia
FOTOGRAFÍA Rollie Totheroh & Ira Morgan (B/N)
EE UU 1936, 89 min.

Fábrica de trabajo en cadena, donde el jefe controla a sus subordinados a través de un sistema de pantallas. Para incrementar las ganancias prueban una máquina que permite comer, a la vez que se sigue el frenético ritmo de producción (uno de los momentos más divertidos con ese artilugio casi diabólico).

De fondo la lucha por mejorar las condiciones laborales: huelgas, disturbios, cierre de empresas y desempleo. Al confundirle con un líder comunista, lo encierran en la cárcel.

Una hazaña, de nuevo muy cómica, será la que le permita salir de prisión. Se enamora y sueña con tener su propia casa. Una carta de recomendación le lleva a unos grandes almacenes, como vigilante de seguridad, donde nos deleita con otra de las escenas más divertidas.

Cambia su suerte, pero en contra de todo pronóstico llega el éxito, aunque efímero. Y el baile en el café, con esa canción, es magistral.

¿Y cómo concluye esta alocada historia? Pues no como tenía pensado el director, que le da un giro optimista, en vez de ese final más trágico y drástico que nunca veremos.

Me sorprendió muchísimo esta película, ya que nunca me sentí atraída ni por el personaje de Charlot, ni por su estilo.

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