viernes, 19 de agosto de 2022

Las ciudades de papel de Dominique Fortier

Las ciudades de papel

Dominique Fortier 

Encuentro una breve reseña en el Instagram de Jimena Almena y presiento que me va a encantar. Tal vez sea uno de los textos más bellos de mis lecturas de los últimos años. Invita a soñar, a detenernos a escuchar, a sentir. Delicadeza, fragilidad, una exquisita degustación de lo que pudo haber sido Emily Dickinson y su vida misteriosa, sus refugios y su mundo de papel. Para saborear a pequeños sorbos. 

Algunos fragmentos (podrían ser muchos más): 

Durante años, cada vez que íbamos al mar, traía puñados de ágatas blancas, rojizas, amarillo mostaza, azafrán, y pedacitos azulados de sea glass pulidos por las olas. Cuando volvía a casa, los colocaba en la biblioteca de mi despacho entre los libros. Al cogerlos hoy, me asalta la sensación de que todas esas horas que he pasado caminando por la playa a la luz del otoño se han cristalizado, igual que la savia se transforma en ámbar. Tengo las horas en la palma de la mano. 

Esa noche, bajo la almohada, Emily aprieta el dólar de arena entre los dedos. Se duerme soñando con el país donde se utiliza como moneda de cambio y con las maravillas que permite adquirir: el arrullo del insomne, una primera nevada, un tintero que jamás se vacía, días que añadir a la vida. 

En casa de los Dicikinson, cada cual se entrega a sus labores. Padre se prepara para una reunión con un cliente importante; Madre está muy ocupada con sus migrañas; Austin repasa la lección de gramática; Lavinia, un gato en el regazo, borda un cojín, mientras Emily, arriba en su cuarto, escribe una carta a alguien que no existe. Si tiene suficiente talento, la persona acabará por aparecer. 

¿Acaso se escribe para los demás, esos seres reales que Emily ve por la ventana, enfrascados en sus quehaceres cotidianos: conducir yuntas, firmar contratos, vender ganado y rebajar telas? ¿O se escribe siempre para una determinada idea del Otro, desencarnada y absoluta, que el alma construye, a la manera de un espejo de aumento, imaginándose a sí misma? 

Entre tanto, sus poemas, garabateados en envoltorios, pedazos de cartón o sobres, siguen acumulándose en sus cajones, donde forman frágiles castillos de papel. 

.. se encariña con los seres de papel, y estos no tienen nada que ver con los ciudadanos respetables que descubre a continuación, hombres con zapatos, bigote, asma, un tufillo a ajo y tirantes. Ella misma lleva años intentando transformarse en una criatura de papel - dejar de comer, de sudar, de sangrar, ser solo la que lee y escribe. 

....solo conoce las rimas oblicuas o suspendidas, como tiene que ser. 

El mundo es negro y la habitación blanca. Son los poemas los que la iluminan. 

𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜 

Con el tiempo ha llegado a ser una de las figuras más importantes de la literatura. Si, como ella escribió, el agua se aprende por la sed y los pájaros por la nieve, quizá Emily Dickinson pueda aprenderse por el mar y las ciudades. Dominique Fortier repasa sus libros, su jardín y sus fantasmas e imagina momentos de la vida de Emily a partir de los lugares en los que vivió la poeta: Amherst, Boston, Mount Holyoke, Homestead. "Las ciudades de papel", una bellísima meditación en torno a la libertad, el poder de la creación, los parajes y las casas que habitamos y que a su vez nos habitan, es la primera obra de Fortier que aparece en castellano. 

Nº de páginas: 200. Editorial Minúscula, 2022. Traducción: Iballa López Hernández

 

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