Nuria Labari
Escritora recomendada por Rosa Montero. La tenía apuntada desde hace mucho y al fin llegó el momento.
Es un texto fresco y al mismo tiempo pide calma, releer algunos párrafos, copiarlos. Es un libro para conversar sobre maternidades.
Habla del deseo de ser madre, de las clínicas de fertilidad, de los mitos y expectativas, de la vuelta al trabajo, de dedicar tiempo, de sueños, de abortos.Me ha gustado su forma de narrar.
Selección de fragmentos
La idea de no ser madre, de no serlo nunca, fue como un rayo en mitad del cráneo.
Casi todo lo que sé sobre maternidad lo he aprendido jugando con muñecas a las que alguna vez les arranqué una pierna o les pinté la cara de rotulador. Y no pasó nada. Soy hija única. Ni siquiera he visto a mi madre amamantar o cuidar a otro distinto que yo.
Las clínicas privadas de fertilidad están llenas de revistas del corazón porque son la mejor herramienta de marketing para el negocio.
La idea de que las mujeres nos realizamos como individuos a través de la maternidad es un valor universal en todas las culturas.
¿Qué determina el valor de una mujer después de ser madre? ¿Y con quién deberá compararse: con hombres, con mujeres sin hijos? ¿De cuántas horas al día dispone una madre para vivir de nuevo como si solamente fuera una mujer, sin pensar, cuidar o atender a su criatura? ¿Y si además consigue un salario para alimentar a esa criatura y la lleva al colegio y la consuela por las noches y la alimenta con su leche?
Ser madre es imitar a otra mujer. De eso me di cuenta pronto. Lo que pasa es que no sabía quién era a la que debía imitar. Lo primero que me dije, mucho antes de parir, fue lo que nos decimos todas: Yo no seré como MiMadre. Y después: Voy a romper la pana, mi hijo llevará falda, mi hija nunca obedecerá a un hombre, voy a criar a una persona feliz. Porque voy a ser una madre diferente.
La maternidad cambió mi pasado, fue una nueva manera de sentir todo lo anterior. ¿De qué otra forma podrían las cosas ser diferentes a partir de un instante si no es modificando todo lo que pasó primero? En realidad, nada ni nadie, te cambiará la vida si no es capaz de cambiar tu memoria.
Es como si el demonio de la maternidad nublara mi pensamiento y hasta mis sentimientos. De alguna manera, me siento en contra de todo lo que he aprendido a pensar, aunque el propio acto de pensamiento se ha vuelto gaseoso para mí. He ganado perspectiva, pero he perdido foco.
La maternidad me impide pensar con claridad. Aunque empiezo a tener la convicción de que la claridad es, en realidad, una trampa para el pensamiento.
En la vida con hijos se aplica una sola certeza: se acabaron los días sin miedo.
Las normas sociales que afectan a nuestra maternidad se nos imponen a las mujeres "por naturaleza".
No se trata de tener un cuarto propio dentro o fuera de la familia porque es dentro de mí donde no hay espacio suficiente para todos.
Ser madre es el entrenamiento contemporáneo de la sumisión en las mujeres. Nos hemos liberado de algunas injusticias, estamos peleando para que caigan otras. Pero en el caso de la maternidad, el amor coincide con expectativas que ni siquiera inventamos y que, sin embargo, nos esmeramos consciente e inconscientemente en cumplir. Eso nos convierte en seres domesticables. La música amansa a las fieras y la maternidad a las hembras.
Los niños viven en el tiempo de la disolución y están deseando que vayamos a disolvernos con ellos, pero es complicado. Jugar con mis hijas es para mí un ejercicio tan exigente, desde el punto de vista de la concentración, como la clase semanal de yoga donde nunca doy la talla.
¿Qué es más? ¿Un día entero o hasta que pase la primavera?
Las instantáneas se han convertido para mí en sustitutas del instante. Tengo colapsada la memoria del móvil a base de abarrotarla de estos momentos que no logro poseer y que jamás vuelvo a mirar.
Una cosa es tener un hijo, como SuCuidadora, y otra es conseguir la confirmación exterior de que ha merecido la pena tener ese hijo. A veces creo que todos mis esfuerzos y emociones deberían ir dirigidos a una sola cosa: garantizar a mis hijas la oportunidad de fracasar.
La infancia es la mezcla perfecta de dos ingredientes contradictorios: el poder absoluto y la fragilidad máxima.
La ambivalencia es el sentimiento que nos hace crecer.
Lloro porque para robar la infancia a un niño basta con anular uno de los dos atributos.
A veces creo que hemos renunciado a criar niños. Solo queremos jóvenes dioses, seres poderosos y magníficos.
En el podcast podrás escuchar más fragmentos del libro.
Sinopsis: La protagonista tiene treinta y cinco años y es estéril cuando la Idea de ser madre se le mete en el cuerpo "como un cáncer". Cinco años y dos hijas después cree haberlo ganado y perdido todo. Es entonces cuando decide escribir una historia, un duelo entre la escritora que fue y la madre en que se ha convertido.
En este libro convergen ficción, autobiografía y ensayo.
Editorial Random House, 2019. Número de páginas: 224. Tiempo de lectura: 5h 17m. Empezar a leer.
Nuria Labari (Santander, 1979) es escritora y periodista.
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