viernes, 24 de febrero de 2023

Matadero cinco + Mapa

Matadero cinco

Kurt Vonnegut

Llego a este autor de extraño apellido a través de otro escritor, Javier Peña, desde su podcast “Grandes Infelices”.

No me queda claro dentro de qué género se podría encuadrar. Incluso en las bibliotecas lo puedes encontrar en categorías diferentes de novela: contemporánea, política y social, fantástica. Cuando publica esta historia, los “expertos” la menosprecian; la ciencia ficción no se consideraba literatura: «allí donde van a parar los escritores que, además de escribir, saben cómo funciona una nevera» (Kurt Vonnegut). Del otro lado, el público que lo aclama y considera como un referente de la contracultura.

Me encanta su estilo conciso: frases y párrafos breves. Me lo he pasado en grande (sí, hay un fondo terrible, con mensaje antibélico). Mezcla a la perfección el lado más dramático (guerra y destrucción), con unos peculiares extraterrestres (tralfamadorianos) y un protagonista inolvidable: perdido, frágil, diana de mofas y venganzas. Humor y ternura. Me ha sorprendido, y mucho.

Algunos fragmentos a destacar:

Si la casualidad lo permite.

Los alemanes y el perro estaban llevando a cabo una operación militar que tenía un divertido nombre. Se trataba de una empresa humana que raras veces ha sido descrita detalladamente, la sola mención de cuyo nombre en las noticias o en la historia todavía llena a los entusiastas de la guerra de una especie de satisfacción postcoical. Y, en la imaginación de los apasionados de los combates, su realización era como el indolente juego amoroso que sigue al orgasmo de la victoria. Se trataba de la "Operación Limpieza".

El perro, que tan feroz había parecido en las distancias invernales, no era más que una hembra de pastor alemán. Tenía la cola entre las patas y temblaba ostensiblemente. Los soldados se la habían pedido prestada a un granjero aquella misma mañana. Nunca había estado en la guerra hasta entonces; y por lo tanto no tenía idea de cuál era el juego. Se llamaba Princesa.

Vivía encerrado en una celosía de acero situada sobre un vagón y de la que sólo salía, bien encajado, aquel largo tubo. Todo lo que podía ver eran las pequeñas porciones de espacio que recortaba el orificio exterior del tubo. Pero lo peor del caso era que él ignoraba dónde y cómo se encontraba, y ni siquiera se daba cuenta de que su situación era anormal.

¿Cómo puede vivir en paz un planeta?

Allí, en el hospital, Billy estaba viviendo una aventura muy común entre la gente sin autoridad alguna en tiempos de guerra: estaba intentando probar a un enemigo voluntariamente ciego y sordo que él era alguien interesante de ver y escuchar.

Más tarde, los tralfamadorianos enseñarían a Billy que lo importante era concentrarse tan solo en los momentos felices de la vida ignorando los desdichados, disfrutar de las cosas bonitas puesto que no podían ser eternas. Si tal elección fuera posible - pensaría Billy muchos años después -, habría escogido como el momento más feliz de su vida aquel en que tomaba el sol dormitando en la parte trasera de una carreta de color verde en forma de ataúd.

... si es tan corto, confuso y discutible es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una matanza solo queda gente muerta que nada dice ni nada desea: todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan». ¿Y qué dicen los pájaros? Todo lo que se puede decir sobre una matanza. Algo sí como: «¿Pío-pío-pí?.

• 𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜 •

Kurt Vonnegut quería escribir una novela sobre la guerra. Pero tenía dos problemas. El primero, que le hacía volver a lo que él había sufrido: sobrevivió al bombardeo de Dresde, el más cruento de la Segunda Guerra Mundial, y fue hecho prisionero de guerra. El segundo, que le daba pavor que llevasen la historia al cine (como le advirtió que pasaría una buena amiga suya) y la interpretase una gran estrella, un actor muy machote, y los niños quisiesen ir también a la guerra y las guerras no se acabaran nunca.

Pero escribió esa novela, y se prometió que sería distinta a todas las demás. Que hablaría de «la cruzada de los niños». Y que en ella habría miedo y risa y viajes en el tiempo y ternura y estupor y sorpresa y fragilidad.

Y esa novela se convirtió en la gran novela antibélica de todos los tiempos. En el emblema de la contracultura de los sesenta. En uno de los mayores clásicos de la narrativa estadounidense. En este libro que ahora sostiene el lector, en el que late el corazón asustado y risueño de Vonnegut dentro de un búnker bombardeado y también la promesa infantil (y bonita) de que no habrá más guerras.

Nº de paginas: 237. Editorial Anagrama, 1991. Para Círculo de Lectores. Traductora: Margarita García de Miró.

Mapa



En la reciente edición de los Goya, Arquitectura emocional 1959, se llevaba el premio al mejor cortometraje de ficción. Busco en la filmografía del director y hago un estupendo descubrimiento.

Obra experimental y muy personal. Tal vez entre la terapia, el desahogo, el autoconocimiento, y la búsqueda creativa. Me llega su sinceridad y autenticidad.

La importancia de la música que cambia nuestro estado de ánimo, nos acompaña y nos da respuestas inesperadas.


Viaje a la India, a los contrastes. Grabar arquitectura, muerte, miseria. Discusiones con el otro, esa implacable voz interior. Incapacidad para la acción.

Fantasear con el amor y la pareja ideal. Borrar aquello que no desea conservar en su recuerdo.

Me quedo con la maravillosa secuencia de la vaca intentando salir de un atolladero, y un niño interfiriendo, curioso.

• 𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜 •

Un joven director español es despedido de su trabajo en televisión. Para hacer realidad su sueño de hacer cine, viaja a la India con la intención de hacer su primer largometraje, pero pronto descubre que lo que realmente busca no está en la India sino en Madrid. Rodada durante varios años con un presupuesto muy limitado, es una especie de "película-diario" que narra en primera persona situaciones de la vida cotidiana del realizador.

Dirección, fotografía y guion: León Siminiani Documental. Intervenciones de: León Siminiani y Ainhoa Ramírez. España 2012, 85 min. Festival de Sevilla: Mejor documental (ex aequo)


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