domingo, 22 de noviembre de 2015

Una pastelería en Tokio


De vuelta a las salas de cine con una propuesta económica muy interesante. Entrada a 3€ el tercer miércoles de cada mes. La elegida, una cinta japonesa a la que le tenía muchas ganas.


Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis, pastelitos rellenos de anko (an). Cuando una anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don. Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar.

Me ha pasado unas cuantas veces y no deja de resultar curioso. Ya en la primera secuencia sé que me va a encantar. Y no falla.


El interior de esa pequeña pastelería de barrio. Se percibe el aroma de los dorayaki. Las niñas vestidas con uniforme escolar, su cháchara, móvil, cuchicheos y risas escandalosas. La chica silenciosa que recibe un trato especial. Esa mujer que se mece con las flores del cerezo. Se acerca a la tienda, y al leer el cartel de que buscan ayudante, se ofrece. Su aspecto frágil, sus manos muy dañadas, no parecen garantía suficiente. Todo cambia el día que la pone a prueba y prepara un anko espectacular. Delicadeza y amor por la cocina en esa escena donde cada ingrediente y movimiento de cuchara, son un acto ceremonioso.


Los protagonistas, cada cual más solitario y melancólico.



Él, se levanta cada día con el sonido del despertador. Se fuma un cigarro. Entra en la pastelería y pone todo en marcha. Siempre igual. Apático, serio, parece estar muy lejos de allí.


La chica, Wakana, se sienta y come un dorayaki. Se lleva en una bolsa los defectuosos a su apartamento. Un canario cantarín la acompaña. Su madre mira hacia otro lado, bebe cerveza o habla con un hombre por teléfono. La ignora o le riñe. Semblante de tristeza, soñadora.


La mujer, Tokue. Rebosa delicadeza y ternura. Caminar etéreo. Mirada que se deleita con todos los pequeños detalles que observa a su paso.

Pronto llega el éxito comercial. Ella apenas puede creerse lo mucho que gusta su receta. El jefe se siente orgulloso y sonríe.


Conversaciones que van profundizando en lo que guarda cada personaje: una deuda saldada a un altísimo precio, un sentimiento de abandono y desapego, una vida estigmatizada por la enfermedad.

Tres vértices cada vez más próximos. Confidencias, confesiones, respeto, y cariño que crece.


Las imágenes de la naturaleza son como un remanso. Una invitación a detener el incesante trasiego del día a día, de todos esos pensamientos invasivos que no dejan espacio a lo verdaderamente importante.

Una reflexión sobre la vida y el amor. Una lección que merece la pena aprender.


Cada uno de nosotros le da sentido a la vida de los demás.

Sublime. Conmovedora. Hermosa y simbólica.

Al salir del cine me sentía bien, tranquila, y muy emocionada.


Título original An. Directora Naomi Kawase. Guión Naomi Kawase (Novela: Durian Sukegawa). Música David Hadjadj. Fotografía Shigeki Akiyama. Reparto Kirin KikiMiyoko AsadaEtsuko IchiharaMiki MizunoMasatoshi NagaseKyara Uchida. Japón 2015, 113 min.


2 comentarios:

TRoyaNa dijo...

Lu,
qué bien me deja leer una reseña tan positiva,me alegra mucho que te haya gustado tanto.
Naturalmente, la empiezo a buscar ahora mismo,como no podía ser de otro modo.
Biquiños

LU dijo...

Troyana, siiiiiiiii, me encantó. Esta sí que te la recomiendo y muchooooooo. Qué maravilla tropezarnos de vez en cuando con todas estas sensaciones que genera una buena historia. Los personajes, la bondad, los miedos, las emociones, la naturaleza. Todo, es BRILLANTE.

Bicos