De vuelta a las salas de cine con una propuesta económica muy interesante. Entrada
a 3€ el tercer miércoles de cada mes. La elegida, una cinta japonesa a la que
le tenía muchas ganas.
Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis, pastelitos
rellenos de anko (an). Cuando una anciana se ofrece a ayudarle, él accede de
mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don. Gracias a su receta
secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar.
Me ha pasado unas cuantas veces y no deja de resultar curioso. Ya en la
primera secuencia sé que me va a encantar. Y no falla.
El interior de esa pequeña pastelería de barrio. Se percibe el aroma de los
dorayaki. Las niñas vestidas con uniforme escolar, su cháchara, móvil,
cuchicheos y risas escandalosas. La chica silenciosa que recibe un trato
especial. Esa mujer que se mece con las flores del cerezo. Se acerca a la
tienda, y al leer el cartel de que buscan ayudante, se ofrece. Su aspecto
frágil, sus manos muy dañadas, no parecen garantía suficiente. Todo cambia el
día que la pone a prueba y prepara un anko espectacular. Delicadeza y amor por
la cocina en esa escena donde cada ingrediente y movimiento de cuchara, son un
acto ceremonioso.
Los protagonistas, cada cual más solitario y melancólico.
Él, se levanta cada día con el sonido del despertador. Se fuma un cigarro.
Entra en la pastelería y pone todo en marcha. Siempre igual. Apático, serio, parece
estar muy lejos de allí.
La chica, Wakana, se sienta y come un dorayaki. Se lleva en una bolsa los
defectuosos a su apartamento. Un canario cantarín la acompaña. Su madre mira
hacia otro lado, bebe cerveza o habla con un hombre por teléfono. La ignora o
le riñe. Semblante de tristeza, soñadora.
La mujer, Tokue. Rebosa delicadeza y ternura. Caminar etéreo. Mirada que se
deleita con todos los pequeños detalles que observa a su paso.
Pronto llega el éxito comercial. Ella apenas puede creerse lo mucho que
gusta su receta. El jefe se siente orgulloso y sonríe.
Conversaciones que van profundizando en lo que guarda cada personaje: una
deuda saldada a un altísimo precio, un sentimiento de abandono y desapego, una
vida estigmatizada por la enfermedad.
Tres vértices cada vez más próximos. Confidencias, confesiones, respeto, y
cariño que crece.
Las imágenes de la naturaleza son como un remanso. Una invitación a detener
el incesante trasiego del día a día, de todos esos pensamientos invasivos que
no dejan espacio a lo verdaderamente importante.
Una reflexión sobre la vida y el amor. Una lección que merece la pena
aprender.
Cada uno de nosotros le da sentido a la vida de los demás.
Sublime. Conmovedora. Hermosa y simbólica.
Al salir del cine me sentía bien, tranquila, y muy emocionada.
Título original An. Directora Naomi Kawase.
Guión Naomi Kawase
(Novela: Durian Sukegawa). Música David Hadjadj. Fotografía Shigeki
Akiyama. Reparto Kirin Kiki, Miyoko Asada, Etsuko Ichihara, Miki Mizuno, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida.
Japón 2015, 113 min.
2 comentarios:
Lu,
qué bien me deja leer una reseña tan positiva,me alegra mucho que te haya gustado tanto.
Naturalmente, la empiezo a buscar ahora mismo,como no podía ser de otro modo.
Biquiños
Troyana, siiiiiiiii, me encantó. Esta sí que te la recomiendo y muchooooooo. Qué maravilla tropezarnos de vez en cuando con todas estas sensaciones que genera una buena historia. Los personajes, la bondad, los miedos, las emociones, la naturaleza. Todo, es BRILLANTE.
Bicos
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