Madres verdaderas
En 2015 salí del cine conmovida con Una pastelería en Tokio, una hermosa película dirigida por la japonesa Naomi Kawase. En esta ocasión, desde casa, vuelvo a disfrutar con otra de sus obras. Delicadeza, sutileza y un tema nada sencillo de abordar.
Una pareja que desea tener hijos, y cuando creen que ha llegado el momento de rendirse, surge en un programa de televisión (que aparece de pronto, por casualidad) una alternativa.
Al principio desconocemos que se trata de un hijo adoptado. Ese niño es acusado de haber agredido y causado daño a un compañero de guardería. A su madre le cuesta creer la versión del centro educativo, y al contactar con la familia se verá envuelta en un conflicto abordado sin tacto, sin interés por escuchar, ni comprender.
A este incidente se suma uno mucho más serio. Aparece alguien asegurando ser la madre biológica. ¿Busca recuperarlo o busca dinero? Entonces vamos conociendo la vida de esta otra mujer. Nada es lo que parece.
Para los amantes del cine asiático, de su ritmo y de su forma de narrar. Me ha encantado. Seguiré indagando en su filmografía.
Sinopsis: Tras una larga e insatisfactoria lucha por quedarse embarazada y convencida por una asociación de adopción, Satoko y su marido deciden adoptar a un niño. Años después, su familia se tambalea con la amenaza de Hitari, una chica desconocida que dice ser la madre biológica. Satoko opta por confrontar a Hitari directamente.
Título original Asa ga kuruaka. Dirección Naomi Kawase. Guion Naomi Kawase, Izumi Takahashi. Novela: Mizuki Tsujimura. Reparto Hiromi Nagasaku, Arata Iura, Aju Makita. Fotografía Yûta Tsukinaga, Naoki Sakakibara. Japón 2020, 139 min.
Nagori
La nostalgia por la estación que termina
Ryoko Sekiguchi
Un libro delicado y exquisito. Una experiencia de lectura diferente y cautivadora. Un regalo para los sentidos. Para subrayar y guardar muchas de sus frases, de sus ideas.
Al llegar al final, imagino el mimo con que preparó esa cena de despedida. Me parece una idea original y que define la sensibilidad de la autora.
Fragmentos seleccionados
La sensibilidad nace de las palabras: no sabemos percibir aquello que carece de nombre.
Rastro que deja el oleaje después de retirarse en la playa.
Complejo y delicado concepto.
El corazón que experimenta el nagori es generoso, por no decir animoso: no teme entregarse a esas pequeñas cosas insignificantes, no necesariamente dramáticas pero sí frágiles y delicadas, que componen nuestra vida.
Hay que reconocer que los japoneses poseen una sensibilidad ultradesarrollada para todo lo que tenga que ver con los finales y para la nostalgia.
El arte del té considera al otoño como el final del año y desarrolla en torno a éste toda una estética de la nostalgia. Asienta una forma de belleza serena.
Incluso en primavera, si nos gustan los cerezos no es solo porque su suntuosa floración nos transmite la misma sensación que un sueño en vigilia: apreciamos también sus flores porque son efímeras, porque caen nada más abrirse.
El otoño se asocia de manera natural con la nostalgia porque todo en él remite al nagori: los paisajes, la berrea, el frescor del aire, la separación... Nos sentimos llamados a la introspección.
Sinopsis: Nagori, literalmente «la huella de las olas», designa en japonés la nostalgia de la separación y, en particular, la nostalgia de la estación que termina, que nos deja y que, a nuestro pesar, dejamos atrás. Remite a la estacionalidad de un fruto o de una hortaliza anunciando su futura ausencia: para recuperar su olor, su sabor y su sensación no nos quedará otro remedio que aguardar un año entero conservando, eso sí, su recuerdo en la memoria de nuestros sentidos. Nagori es asimismo la atmósfera de algo que ya no existe, como la de una casa que evoca el recuerdo de quienes la han habitado. Nagori es lo que queda tras el paso de una persona, de un objeto, de un acontecimiento. Nagori es, también, el momento de la despedida y el anhelo del regreso. Un lúcido y delicioso ensayo imbuido de poesía y clarividencia que, entroncando con la tradición de las fisiologías del gusto que inaugurara Brillat-Savarin en 1825, se halla a medio camino entre el tratado de estética, el libro de antropología cultural, la reflexión lingüística y la guía literaria. Partiendo del término nagori, Ryoko Sekiguchi hace una sagaz meditación sobre nuestro vínculo con la naturaleza y las estaciones - en concreto, sobre los diferentes sentimientos que éstas despiertan en nosotros - y nos invita a emprender un viaje a través del arte, la poesía, la gastronomía, la sabiduría y el esplendor milenarios de Japón.
Nº de páginas: 136. Editorial Periferica, Cáceres 2023. Traducción: Regina López Muñoz. Así empieza
Ryoko Sekiguchi: Escritora, poeta, traductora y crítica gastronómica japonesa, nació en Tokio el 21 de diciembre de 1970. Reside en París desde hace más de dos décadas y escribe tanto en francés como en japonés.
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