domingo, 3 de abril de 2022

Perrita Country de Sara Mesa

Perrita Country

Sara Mesa 

Ilustraciones de Pablo Amargo

 Cuando tuve el libro entre mis manos ya sabía lo mucho que lo iba a disfrutar. Tapa dura, una edición preciosa, y apoyada en ilustraciones que lo hacen más bello.

En esta ocasión Sara Mesa entra en la fascinación que nos produce la mirada de un gato, de una perra, sus vidas a nuestro lado, las sensaciones, las preguntas que nos hacemos, nuestros pensamientos y conversaciones durante los paseos.

Algunos párrafos:

Plutarco decía que quien maltrata a un animal terminará maltratando a sus semejantes. Para Descartes, en cambio, el grito de dolor de un perro no es más que una reacción mecánica equiparable al chirrido de una rueda que gira. Pienso, luego me equivoco, así que descarto a Descartes y me quedo con Plutarco.

Algunas preguntas que nos hacemos sobre esos años que no han estado con nosotros.

¿Cuántos dueños ha tenido, en cuántas casas ha vivido, cuántas camadas ha parido? ¿Cómo se las apañó para sobrevivir, dónde buscaba la comida cuando estaba hambrienta, en qué momento y de qué manera contrajo su enfermedad? ¿A quién quiso antes que a mí? ¿Se perdió y la estuvieran buscando? ¿Alguien la echa, o la ha echado, de menos? ¿Quién la ayudó cuando estuvo sola? ¿Tiene recuerdos?

Yo también despierto a Maya con suavidad y se me encoge el corazón cuando veo lo mucho que se altera.

A menudo sueña. Mueve las patas como si corriera, Gime y lloriquea. Trata de ladrar ahogadamente. Lo que le sale es una especie de blurb blurb en parte cómico y en parte enternecedor. Sus sueños nunca son apacibles. La despierto con suavidad, abre los ojos sin verme y vuelve a dormirse.

Esa mirada que nos conecta.

Pero del mismo modo, me digo, debe de haber un conocimiento que no tiene relación con los hechos, con comunicación hecha de otra materia o, mejor dicho, hecha sin materia, escurridiza y voluble: el hilo que se tiende entre sus ojos y los míos cuando olvido la pretensión de entenderla y simplemente la miro, nos miramos.

Se podría escribir un grueso volumen de anécdotas, algunas maravillosas, otras de las que provocan rabia y un cabreo inmenso.

Si vas con un perro, muchas personas se sienten con el derecho a aconsejarte o incluso a cuestionarte. Otras creen que, por el hecho de tener también un perro, ya han establecido un lazo de unión al que estás obligada a responder.

Tendríamos que aprender de su posición ante la vida, ante el tiempo.

Esperan y punto. Sin impaciencia, sin angustia, majestuosamente, con elegancia.

Yo me siento en paz. Miro a mis animales.

Su fragilidad ante nuestra ignorancia, su vulnerabilidad ante nuestra crueldad. El secreto de su existencia, que guardan bajo llave, celosamente.

Mirarlos es como mirar un misterio. Quizás están hechos de la misma sustancia de los dioses, de la magia que sincroniza los astros y ocasiona la telepatía. Quizá acariciarlos, sentir su calor y sus latidos bajo la humilde palma de la mano, es la única manera que tenemos de rozar la trascendencia. Penetrar en su mirada es iniciar un viaje enigmático ante el que hay que guardar silencio o intentar no pensar. Hacer, mentalmente, una reverencia, ser amables y pacientes, reconocer su grandeza, nuestra pequeñez.

Una verdadera delicia. Lo recomiendo, lo regalaré, lo volveré a leer.

 
𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜

Algunas historias difuminan o emborronan su origen. A partir de ahí la vida se contempla y se completa con pequeños y grandes detalles que batallan en el día a día. Una joven profesora reinicia su vida en una nueva casa, lejos de otra época, probablemente acompañantes de otro hogar. Pero no está sola. Esa contemplación es compartida por el trasiego y la quietud, las miradas y los silencios de dos seres especiales, una perra y un gato. A través de ellos esa nueva vida se construye y quizá, al final, todo tenga un sentido.

Nº de páginas: 120. Editorial Páginas de Espuma, 2021

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