Juntas a dos personas que
nunca habían estado juntas. A veces es como aquel primer intento de acoplar un
globo de hidrógeno a otro de aire caliente: ¿prefieres estrellarte y arder o
arder y estrellarte? Pero a veces funciona y se crea algo nuevo y el mundo
cambia. Después, tarde o temprano, en algún momento, por alguna razón u otra,
una de las dos desaparece. Y lo que desaparece es mayor que la suma de lo que
había. Esto es quizá matemáticamente imposible, pero es emocionalmente posible.
Sinopsis:
Reúne tres historias
aparentemente inconexas que acaban mostrando secretos y sutiles lazos. Niveles
de vida habla de la aventura de vivir, de los retos imposibles, del amor que
todo lo desborda y del dolor de la pérdida. Y lo hace entretejiendo tres piezas
independientes. La primera nos habla de los pioneros de la conquista del cielo
con los globos aerostáticos y de las iniciales tentativas de fotografías aéreas
realizadas por Nadar, aspirando a ser el ojo de Dios. La segunda historia
retoma a un personaje de la anterior, el coronel británico Fred Burnaby - bohemio, aventurero y viajero, que murió en Jartum -,
del que se relata su pasión por la legendaria
actriz Sarah Bernhardt. La tercera parte salta en el tiempo del siglo XIX al XX
y de las historias ajenas a la propia: la muerte de su esposa. No es la primera
vez que Julian Barnes experimenta con las formas literarias. En este caso la
ruptura con la narrativa más tradicional está al servicio de una aventura
literaria de gran calado: indagar, huyendo del sentimentalismo, en el dolor
causado por la pérdida del ser amado, adentrarse con las armas de la gran
literatura en el territorio de la aflicción. El resultado es un libro
deslumbrante, que rompe las barreras de los géneros y consigue una hondura y
una belleza iluminadoras.
Nº de páginas: 152
Editorial Anagrama, Barcelona
2014
ISBN: 9788433979049
Traducción: Jesús Zulaika
Mi opinión:
En el apartado literario, es
una obra magistral, por su forma de plantearla, estructurarla, y narrarla.
Empezamos en un pasado
lejano, desde las alturas, ante retos de aventureros. “El pecado de la altura”, habla
de los pioneros de globos aerostáticos:
El aire era ligero y
respirarlo delicioso, libre como estaba de las impurezas que enrarecen la
atmósfera cerca del globo. Se me ensanchó el ánimo. Era agradable estar por el
momento en una región donde no hay cartas ni una estafeta de correos cercana,
sin preocupaciones y, sobre todo, sin telegramas.
La altitud reduce todas las
cosas a sus proposiciones relativas, y a la Verdad.
Con qué facilidad se disipan
la indiferencia, el desprecio, la desmemoria… y surge el perdón.
“En lo llano”, amor, obsesión
y dolor.
Vivimos a ras del suelo, en
lo llano, y sin embargo aspiramos a elevarnos. Terrestres, a veces ascendemos
tan alto como los dioses. Algunos se elevan por medio del arte, otros con la
religión; la mayoría con el amor. Pero al elevarnos también podemos caer en
picado. Hay pocos aterrizajes suaves. Podemos rebotar en el suelo con tal
fuerza que se nos fractura una pierna y somos arrastrados hacia una vía férrea
extranjera. Cada historia de amor es en potencia una historia de aflicción. Si
no al principio, más tarde. Si no para uno, para el otro. A veces para ambos.
“La pérdida de profundidad”, en
primera persona, profundiza en lo vivido tras la muerte de su esposa.
El dolor demuestra que no has
olvidado. El dolor realza el sabor del recuerdo. El dolor es una prueba de
amor, si no tuvo importancia, poco importará.
¿Qué es el éxito en el duelo,
reside en recordar o en olvidar? ¿En quedarte inmóvil o en seguir caminando?
¿En una combinación de ambas cosas?
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