domingo, 16 de diciembre de 2018

Ordesa de Manuel Vilas


Una novela sobre cómo volver a unir nuestras piezas rotas para entender quiénes somos.
Realidad y ficción se mezclan en esta novela escrita con una voz valiente y transgresora que nos cuenta una historia verídica, difícil, en la que todos podemos reconocernos.
Desde el desgarro a veces, y siempre desde la emoción, Vilas nos habla de todo aquello que nos hace seres vulnerables, de la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando no parece posible, cuando casi todo lo que nos unía a los demás ha desaparecido o lo hemos roto. Es entonces cuando el amor y cierto distanciamiento -también el que nos permite la ironía- puede salvarnos.

Nº de páginas: 392 págs.
Editorial: ALFAGUARA, 2018
ISBN: 9788420431697

Juan José Millás lo considera el mejor libro de 2018

Una representación del mundo, en fin, donde siempre esperamos hallar la botella del náufrago con la carta de petición de auxilio o el mapa del tesoro.
Ordesa es la carta del náufrago que esperábamos desde hacía años. Llegó a las librerías cabalgando sobre una ola de espuma que al retirarse la dejó en la orilla…
 Pero bastaba leer la primera página para advertir que aquella llamada de socorro venía de lo más hondo de nosotros mismos.
 Por medio de una prosa que iba y venía en un vaivén hipnótico, alternaba la fiereza con la piedad, el sí con el no, el ahora con el ayer.

No sé si el mejor, porque apenas he leído títulos editados este año. Sí coincido en cada frase del artículo, como siempre expresada a las mil maravillas por Millás.

Hay mucho de mí ahí dentro, de mi propio entorno: de un padre viajante de comercio, de un bandazo laboral que lo removió todo, de la familia, del querer y no saber ponerlo en palabras, de las carencias emocionales.

El protagonista deja su trabajo como profesor de instituto

Mucho tiempo estuve narcotizado por una nómina. Mucho tiempo. Más de dos décadas. Recuerdo que me desperté a las 7:30 de un 10 de septiembre del año 2014. Tenía una cita a las 8:30 con los jefes de mi trabajo. Iba a solicitar mi baja. Me marchaba. Llevaba 23 años dando clases en institutos de enseñanza secundaria. Ya no podía más.
Recuerdo que mis compañeros me contemplaban como a un perturbado suicida. Adiós a la nómina.
Y la vida renació. Y me di cuenta de que nunca había sido laboralmente libre. Me puse eufórico. Me sentí orgulloso de mí mismo.

Tacto emocional y afectivo. Contacto.

...no le cogí la mano nunca por propia voluntad, salvo cuando tenía que ayudarla a caminar. Entonces sí le cogía la mano. Agradecí esa obligación porque me permitía cogerla de la mano sin perder el pudor, la distancia, la lejanía. Le cogía la mano por obligación facultativa, no por voluntad. Y no cogí la mano de mi padre moribundo. Nadie me enseñó a hacerlo, me daba pánico hacerlo, me daba miedo. Un miedo que iba agigantando mi soledad. El miedo a una mano que acabó consintiendo la gran soledad en la que vivo.

El silencio.

Un lugar donde esconderse de las tormentas, y ante la muerte inminente del padre.

Paredes empapeladas.

Una madre con facilidad para tirar lo ajeno.
Recoger la casa significaba tirar todos los papeles incluso los tebeos. Los libros se salvaron como adorno de estantería.

Mi padre nunca me dijo que me quería, Mi madre tampoco. Y veo hermosura en eso. Siempre la vi.
En tanto en cuanto, me tuve que inventar que mis padres me querían. Tal vez no me quisieron, y este libro sea la ficción de un hombre dolido. Más que dolido, asustado. Que no te quieran no duele, más bien asusta o aterroriza. Acabas pensando que si no te quieren es porque existe alguna razón poderosa que justifica que no te quieran. Si no te quieren, el fracaso es tuyo.
Desde que me casé y fundé otra familia, dejaron de quererme como me querían. Y cada vez me quisieron menos. Ya no luchábamos por la vida en el mismo bando.

Figuras decapitadas del nacimiento.
Tocadiscos de regalo.

Me dañan el corazón los enigmas del pasado que ya nunca podré descifrar. Pienso que en ellos hay cosas maravillosas que permanecerán escondidas para siempre.

Cuando enmarcas tus recuerdos y a tus seres queridos en marcos de 2€, conviertes tu pasado en diminuta ternura.

Lugares comunes, prosa con sentimientos intensos, con dolor, con memoria. Muy recomendable.


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