Una novela sobre cómo volver
a unir nuestras piezas rotas para entender quiénes somos.
Realidad y ficción se mezclan
en esta novela escrita con una voz valiente y transgresora que nos cuenta una
historia verídica, difícil, en la que todos podemos reconocernos.
Desde el desgarro a veces, y
siempre desde la emoción, Vilas nos habla de todo aquello que nos hace seres
vulnerables, de la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando no parece
posible, cuando casi todo lo que nos unía a los demás ha desaparecido o lo
hemos roto. Es entonces cuando el amor y cierto distanciamiento -también el que
nos permite la ironía- puede salvarnos.
Nº de páginas: 392 págs.
Editorial: ALFAGUARA, 2018
ISBN: 9788420431697
Juan José Millás lo considera
el mejor libro de 2018
Una representación del mundo,
en fin, donde siempre esperamos hallar la botella del náufrago con la carta de
petición de auxilio o el mapa del tesoro.
Ordesa es la carta del
náufrago que esperábamos desde hacía años. Llegó a las librerías cabalgando
sobre una ola de espuma que al retirarse la dejó en la orilla…
No sé si el mejor, porque
apenas he leído títulos editados este año. Sí coincido en cada frase del
artículo, como siempre expresada a las mil maravillas por Millás.
Hay mucho de mí ahí dentro,
de mi propio entorno: de un padre viajante de comercio, de un bandazo laboral
que lo removió todo, de la familia, del querer y no saber ponerlo en palabras,
de las carencias emocionales.
El protagonista deja su
trabajo como profesor de instituto
Mucho tiempo estuve
narcotizado por una nómina. Mucho tiempo. Más de dos décadas. Recuerdo que me
desperté a las 7:30 de un 10 de septiembre del año 2014. Tenía una cita a las
8:30 con los jefes de mi trabajo. Iba a solicitar mi baja. Me marchaba. Llevaba
23 años dando clases en institutos de enseñanza secundaria. Ya no podía más.
Recuerdo que mis compañeros
me contemplaban como a un perturbado suicida. Adiós a la nómina.
Y la vida renació. Y me di
cuenta de que nunca había sido laboralmente libre. Me puse eufórico. Me sentí
orgulloso de mí mismo.
Tacto emocional y afectivo.
Contacto.
...no le cogí la mano nunca
por propia voluntad, salvo cuando tenía que ayudarla a caminar. Entonces sí le
cogía la mano. Agradecí esa obligación porque me permitía cogerla de la mano
sin perder el pudor, la distancia, la lejanía. Le cogía la mano por obligación
facultativa, no por voluntad. Y no cogí la mano de mi padre moribundo. Nadie me
enseñó a hacerlo, me daba pánico hacerlo, me daba miedo. Un miedo que iba
agigantando mi soledad. El miedo a una mano que acabó consintiendo la gran
soledad en la que vivo.
El silencio.
Un lugar donde esconderse de
las tormentas, y ante la muerte inminente del padre.
Paredes empapeladas.
Una madre con facilidad para
tirar lo ajeno.
Recoger la casa significaba
tirar todos los papeles incluso los tebeos. Los libros se salvaron como adorno
de estantería.
Mi padre nunca me dijo que me
quería, Mi madre tampoco. Y veo hermosura en eso. Siempre la vi.
En tanto en cuanto, me tuve
que inventar que mis padres me querían. Tal vez no me quisieron, y este libro
sea la ficción de un hombre dolido. Más que dolido, asustado. Que no te quieran
no duele, más bien asusta o aterroriza. Acabas pensando que si no te quieren es
porque existe alguna razón poderosa que justifica que no te quieran. Si no te
quieren, el fracaso es tuyo.
Desde que me casé y fundé
otra familia, dejaron de quererme como me querían. Y cada vez me quisieron
menos. Ya no luchábamos por la vida en el mismo bando.
Figuras decapitadas del
nacimiento.
Tocadiscos de regalo.
Me dañan el corazón los
enigmas del pasado que ya nunca podré descifrar. Pienso que en ellos hay cosas
maravillosas que permanecerán escondidas para siempre.
Cuando enmarcas tus recuerdos
y a tus seres queridos en marcos de 2€, conviertes tu pasado en diminuta
ternura.
Lugares comunes, prosa con
sentimientos intensos, con dolor, con memoria. Muy recomendable.
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