Nº
de páginas: 408 págs.
Editoral:
TUSQUETS EDITORES
ISBN:
9788483834183
SINOPSIS: El comisario Kostas Jaritos se aburre.
Está de baja, recuperándose de una delicada operación después de que, durante
la investigación de un caso, le dispararan en el pecho. Por toda distracción,
recibe algunas visitas, lee los periódicos y mira la televisión. Precisamente,
una noche ve cómo, en un programa de entrevistas, el constructor Iásonas
Favieros, que ha amasado una fortuna en los últimos veinte años y ahora está
enriqueciéndose como nunca con las obras de los Juegos Olímpicos de Atenas
2004, se suicida ante las cámaras y conmociona a todo el país. Se desata un
alud de noticias, hipótesis e incluso de comunicados de extrañas organizaciones,
y Kostas, convertido en un ciudadano más, primero reflexiona y luego, todavía
convaleciente, decide investigar. En esa Grecia preolímpica que se debate entre
un pasado difícil de olvidar y la arrolladora modernidad, origen de muchos de
sus futuros problemas, arranca este nuevo caso del comisario Jaritos.
Cómo
me gusta esta serie de novelas del comisario Jaritos. Crónica ácida y
corrosiva. Su afanosa esposa, empeñada en dirigir cada paso del convaleciente,
aderezando su recuperación con sopitas y pollo cocido. Su futuro yerno y máximo
aliado para huir del hogar-prisión. La ayuda de la secretaria del jefe que se
convierte en la aliada perfecta. Un policía que quiere usurpar su puesto. Y los
suicidios (sí, más de uno), de personajes relevantes y poderosos. ¿Se puede
investigar un suicidio? ¿Qué hay detrás de esas muertes? La importancia de un
pasado común. La corrupción, el negocio inmobiliario, la contratación de mano
de obra extranjera, la especulación, las tapaderas, los medios de comunicación
sensacionalistas. Sí, demasiado parecido a la realidad, pero con el aliciente
de provocar risas y entretener.
“El griego que no cree que el Estado le roba
y no se cree en el deber de desquitarse, o está loco o no es griego”.
Así empieza:
El gato, instalado sobre el
respaldo del banco de enfrente, me mira. Siempre me lo encuentro aquí por las
tardes, acurrucado. Los primeros días me observaba con recelo, dispuesto a
salir huyendo si intentaba acercarme. Cuando se aseguró de que no le prestaba
la menor atención, dejó de incomodarse por mi presencia. Fue así como entablamos una relación de buena vecindad. Él nunca ocupa mi banco, y yo, las pocas
veces en que llego primero, respeto el suyo y se lo dejo libre. Es un gato de
esos que andan por los tejados, aunque no tiene el habitual color anaranjado que
caracteriza a los callejeros. Su pelaje, gris y negro, presenta un dibujo
parecido al de los trajes de pata de gallo que llevamos en los bailes del
cuerpo de policía o en los funerales. Para
las bodas, nos vestimos de negro. Seguir leyendo.
2 comentarios:
No he leído nada ni del autor ni de esta serie.
Hace años leía muchas novelas de este género ahora ya no tanto pero bueno, está bien saber que es una buena lectura.
Saludos.
Manderly, yo también tengo épocas. Hace tiempo leía mucha novela policiaca. Después hubo una época donde apenas la toqué, y desde hace 5 o 6 años he vuelto con ganas renovadas. Es un tipo de literatura que me entretiene mucho, ideal para mis desplazamientos diarios de tren, y para evadirme por completo.
Bicos
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