Cuando David se suicidó, Sandra y él llevaban ya años sin
verse. Pero ambos sabían que seguían atados por un oscuro secreto, por algo que
ocurrió una tarde de verano cuando los dos formaban una pareja de adolescentes
rebeldes y enamorados. Algo trágico e irremediable que iba a marcar sus vidas
para siempre. Con una prosa directa y envolvente, y unos protagonistas con una
fuerza y un carácter inolvidables, El juego del ahorcado nos acerca a una
tormentosa iniciación sentimental en la España de los años ochenta. Es la
historia de un amor tan salvaje como sólo puede serlo el de la adolescencia,
pero es también una historia de suspense, un drama psicológico y un retrato
agridulce de los jóvenes de todos los tiempos, que guardan secretos, que crecen
a escondidas de sus mayores y que conservan la crueldad y la inocencia de los
niños. Una novela sorprendente que atrapa al lector en los hilos de una trama
absorbente y llena de claroscuros. Con un ritmo irresistible y un tono irónico,
duro y a la vez dulce y nostálgico, El juego del ahorcado nos acerca al
instante en que se deciden las vidas, a esos juegos adolescentes que muchos
años después se cobran víctimas...
Nº de
páginas: 144 págs.
Editorial: LITERATURA RANDOM HOUSE, Barcelona 2005.
ISBN: 9788439710868
Uno de tantos tesoros
escondidos en las estanterías de la biblioteca. Una búsqueda arbitraria, como
tantas otras. Salgo con dos libros pequeños, en apariencia muy fáciles de leer.
Y serán dos verdaderas maravillas.
Tras un trágico suceso, la
protagonista, narra durante una noche de liberación y desahogo, toda la
historia vivida con su amigo, y primer amor, David.
Me ha parecido un ejercicio
narrativo brillante y original. La historia, aunque contada de forma bastante
breve, llega a lo más profundo. Desgarradora y directa. Reflexiones de quien
ya no puede guardar durante más tiempo todo ese dolor y los secretos largamente
escondidos.
… cuando me cuesta respirar,
cuando parece que los pulmones se estrechan, tomo aire de un libro, de una película,
de una canción. Sé que son placeres solitarios, porque las emociones que nos
producen no sabemos transmitirlas como las sentimos, pero no sé hacerlo de otra
manera, no sé pedir ayuda cuando la necesito. Por eso aún no le he dicho a
nadie, a ninguno de mis amigos, que has muerto y me duele todo.
Aquel verano me crecieron unas
alas enormes, demasiado grandes para usarlas sin torpeza.
Fue entonces cuando entendí que
la gente puede esforzarse por un tiempo, pero no cambia. Me fue muy útil, más
adelante, saber eso.
Éramos cazadores de sensaciones
desapacibles, que es lo que son todas las personas insatisfechas.
- Yo hago lo mismo, Sandra, no tengo problemas
hasta que los he solucionado, pero, créeme, no es un buen método para la vida.
Lo normal y saludable es sacarlo todo, contarlo, desahogarse, dejarse aconsejar.
Primera novela de la autora, y
también con la que la conozco yo. Muy recomendable. Llevada al cine en 2008,
habrá que verla.
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