lunes, 3 de septiembre de 2012

El viejo expreso de la Patagonia de Paul Theroux


Curiosa afición por los viajes en tren. El autor recorrerá América desde Boston hasta Patagonia, siguiendo el recorrido que marca la vía férrea. Irá a donde el tren le lleve.

Publicado en 1979, han pasado ya unos cuantos años, y tanto el contexto social como las infraestructuras habrán cambiado bastante. Paul Theroux con su maleta, su calzado impermeable, chaqueta de cuero, camisa de quita y pon, mapas y unos cuantos libros, se lanza a la aventura.

Transita por Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú (el más pobre y el más visitado por los turistas), Bolivia y Argentina.

Trenes destartalados con asientos rotos, calor y frío extremo, paisajes desoladores y los más extraordinarios, conversaciones y encuentros con lugareños y extranjeros, turistas y viajeros

Se presenta como profesor, no como escritor. E invariablemente surge en muchas ocasiones la misma retahíla de preguntas y recomendaciones: ¿qué países ha visto, cuál le gusta más? No soportan las críticas. No vaya, es muy peligroso. Debería quedarse aquí.

Era una víctima de mis planes. Había ido hasta allí y me había subido al tren sólo por estar en el tren. Y a pesar de todo, es cabezota  y sigue hasta el final.

No responde del todo a mis expectativas. Buscaba algo más patagónico. A medida que avanzan las páginas, crece su melancolía, y resulta demasiado personal y egocéntrico. Sin embargo, mientras le acompañas en esos trenes, deseas hacer las maletas y subirte aunque sea en marcha.

Temas e historias que más me han gustado: Mujer de USA que busca a un hombre mexicano al que le dio dinero para despedirse de su madre ya que padecía una grave enfermedad, y desaparece. Partido de fútbol en San Salvador con lanzamiento masivo de preservativos o encarnizadas peleas entre el público para apoderarse de los balones que caen a las gradas.

Conversaciones y lecturas (Poe, Kipling y Hardy) con Borges en Buenos Aires. Borges no relee sus propios libros, prefiere a “los escritores de verdad”. Estima que los críticos lo han sobrevalorado, y considera el inglés el idioma ideal para la literatura. Define la Patagonia como “un lugar muy desolado. En la Patagonia no hay nada”.
Su padre le dijo: “Lee mucho, escribe mucho y no tengas prisa por publicar”.
“No entiendo la venganza. Nunca la he sentido y no escribo sobre ella. (Enma Zunz es la excepción, y tampoco cree que sea muy bueno). La venganza no cambia lo que hayan hecho, ni tampoco el olvido. La venganza y el olvido son irrelevantes. Olvidar, es todo lo que puedes hacer. Cuando me hacen algo malo finjo que sucedió hace mucho tiempo, a otra persona. ¿Funciona? Más o menos...” (Jorge Luís Borges).

Ese tren era un trozo de vida en medio de la cadavérica tierra; era el actor, el espectáculo dispuesto a ser observado en esa parálisis del hombre y la naturaleza. Y cuando pienso en el modo en que se tendió la vía férrea a través de esos páramos sin agua y esas guaridas de tribus salvajes... en el modo en que a cada etapa de la construcción, rugiendo, las ciudades improvisadas, llenas de oro, lujuria y muerte, brotaron y luego murieron, y eran ya simples estaciones perdidas en el desierto; en el modo en que en esos toscos lugares coletudos piratas chinos trabajaron codo con codo junto a rufianes de frontera y europeos desesperados, hablando entre ellos en un dialecto hecho de mezclas, de juramentos sobre todo, bebiendo, peleándose y matándose como lobos; en el modo en que el empenachado lord hereditario de toda América oyó, en esa última constancia, el grito del aciago vagón transportando a sus enemigos; y cuando recuerdo además que todo ese épico torbellino fue dirigido por caballeros con levita y la perspectiva de nada más extraordinario que una fortuna y la consiguiente visita a París, me parece, lo reconozco, como si este ferrocarril fuera el logro prototípico de la era en la que vivimos, como si uniera en una trama todos los anhelos del mundo y toda la gama de categorías sociales, y ofreciera a algún
gran escritor el tema más bullicioso, amplio y variado para una obra literaria duradera. Ya sea aventura, ya sea contraste, ya sea heroísmo lo que pedimos, ¿qué fue la ciudad de Troya comparado con esto? ROBERT LOUIS STEVENSON, El emigrante aficionado



6 comentarios:

Anónimo dijo...

El libro de crónicas de viaje se ve bueno. Por cierto, me recuerda a una película uruguaya acerca de un tren antiguo y una manifestación original de tres personas para que no se lo lleven a Estados Unidos. Está basado en hechos reales y se titula
CORAZÓN DE FUEGO

Manderly dijo...

Lo de la melancolía y el egocentrismo... bueno no sé... creo que no es mi tipo de lectura.

Veo que estás leyendo 'Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea'. A mi me gustó mucho.

Saludos.

TRoyaNa dijo...

Lu,
veo que no te ha terminado de gustar del todo,aunque te hayan entrado ganas de subirte al tren y viajar.
biquiños

LU dijo...

Ali, no he visto esa película, pero la buscaré porque según lo cuentas tiene buena pinta. Gracias

LU dijo...

Mandrrly, ya sabes que esas impresiones son muy subjetivas, pero a medida que iban avanzando las páginas, me iba desencantando. Y si encima el que escribe tiene algún toque que no te convence, pues vaya…

Estoy acabando Mi hermana vive… Y me ha parecido GENIAL.

Biquiños

LU dijo...

Troyana, tampoco es tan complicado meterme a mi el gusanillo viajero, sea en tren u otro medio de transporte. Al principio me tenía entusiasmada, pero a medida que avanzaba se iba perdiendo ese encanto del viaje.

Biquiños