domingo, 29 de junio de 2025

Lo que somos ahora + El arpa birmana

Lo que somos ahora

May Sarton

Autora por la que siento debilidad. Leí dos de sus textos en forma de diario: Diario de una soledad (en 2022) y La casa junto al mar (en 2023). Fueron experiencias increíbles.

El día del libro me compré esta novela (primera traducida al castellano). Ficción con aires de dietario. Un grito desesperado ante el abandono y la humillación que sufre la protagonista, una mujer mayor que no puede vivir sola y su familia decide llevarla a una residencia que resulta ser peor que cualquier pesadilla imaginada. La escritura será su asidero, su constatación de que no ha perdido del todo la capacidad de recordar.

Aquí no se puede emplear el verbo gustar. Tampoco me atrevería a regalarlo o recomendarlo. Lo compaginé con otras lecturas para sobrellevarlo. Es un tema tan delicado, tan doloroso. ¿Sentiría May Sarton miedo a vivir algo así?

Al mismo tiempo guardo párrafos que ahora a releerlos me remueven. Copio algunos:

Las lágrimas son una ofensa y hacen que la gente, más que sufrir, se sienta atacada e irritable. Cuando el interior aflora de ese modo, apela a una intimidad que está fuera de lugar, al menos a mi edad. Solo a los niños se les permite llorar, así que, en cierto modo, estar aquí es un castigo. Pero ay, ahora no debo pensar esas cosas. Lo que no es pasivo, es peligroso. Estoy aprendiendo a aceptar.

Los fallos de la memoria son muy desorientadores. Corro el riesgo de perder el rumbo por completo y empezar a girar en el tiempo como una hoja en el remolino de un arroyo: entonces empiezo a dudar entre lo que es real y lo que no, a preguntarme dónde estoy, cuánto tiempo llevo aquí. Y al final es aterrador porque veo lo que vendrá después: una creciente desconfianza en todos y en todo. ¿Cómo voy a distinguir la verdad de la memoria si no soy capaz de recordar nada?

Para mí representa un esfuerzo al tiempo que una satisfacción, pues lo escrito puede releerse, es mucho más sustancial que mis pensamientos al azar, o incluso que mis pensamientos más enérgicos sobre cualquier asunto. Es algo exterior a mí porque puedo verlo y leerlo fuera de mi mente, y así sé que existo y que aún mantengo la cordura.

He puesto las flores en la mesita de noche para poder oler las dos rosas carmesí y el leve y amargo aroma de los crisantemos. ¡Qué privada me siento de todo! En presencia de estas flores, me he dado cuenta de que, salvo la vista -pues tengo el prado, las vacas y la colina para contemplar -, todos mis sentidos acusan las carencias de este lugar. Los olores son tan terribles que a veces me tapo la nariz unos segundos para librarme de ellos. La comida no es demasiado mala, pero todo es de plástico, incluso el mantelito de la bandeja -así no hay que ponerlo a lavar-, los platos y....¡el vaso! Estoy harta del puré de patatas y la carne de lata incolora cubierta de salsa marrón espesa. Ni siquiera puedo imaginar cómo sería recibir una caricia suave, tengo la piel reseca como un desierto por la falta de contacto físico.

Solo mediante el verdadero cariño, manifestado en silencio, a través de la escucha o de algún tímido gesto de amor, podría reaccionar de otra manera.

La vejez es sin duda un disfraz, y los mismos viejos son los únicos capaces de ver lo que oculta.

A veces pienso que ahora siento las cosas con mayor intensidad que antes, pero temo resultar ridícula.

Y ahora mi ira se considera un signo de locura o senilidad solo porque soy vieja.¿No es eso una crueldad? Entonces, ¿incluso la irascibilidad se concibe como un síntoma de la vejez?

¡Cómo me alivia expresarme! Vuelvo a ser yo misma tras haber escrito dos páginas disidentes sobre la vejez. Entre muchas otras privaciones, nos despojan de la expresión.

Lo único que me asusta un poco es volver a sentir con tanta intensidad.

[…] me cuida como si yo de verdad mereciera ser cuidada; y así, en lugar de humillarme, me valora.

[…] el amor siempre nos pone a prueba así, siempre sobreviene como una revelación, y siempre nos acercamos a él con asombro, como si nunca antes lo hubiera sentido ningún ser humano sobre la faz de la tierra: la verdadera esencia de su poder es que lo renueva todo.

[…] ¿cómo pasa una el tiempo cuando no hace más que esperar?

He visto en usted lo que puede lograr el valor cuando no hay esperanza. He visto hasta dónde llega el poder de un ser humano para resistir lo peor y no verse corrompido ni cambiar.

Sinopsis: novela que relata las vivencias de Caroline Spencer, una mujer mayor obligada a mudarse a una residencia tras un ataque al corazón. Mediante un diario íntimo, Caro reflexiona sobre la soledad, la vejez y la lucha por mantener su dignidad en un entorno hostil donde enfrenta abandono familiar y malos tratos. A través de sus pensamientos, examina sus relaciones pasadas, su carrera como profesora y su resistencia emocional. Este poderoso relato aborda temas universales como la injusticia, el aislamiento y el valor de la resiliencia en las etapas finales de la vida.

Título original: As we are now. Traducción: Blanca Gago. Bamba Editorial, 2024. Número de páginas: 116. Tiempo de lectura: 2h 40m.

Desde la web de la editorial se puede descargar una guía de lectura con los siguientes apartados: sinopsis, breve biografía, temas recurrentes y temas presentes en el libro, preguntas para el club de lectura y reflexión sobre el arte en la obra.

Reseñas que escribí sobre sus libros

La casa junto al mar

Al envejecer, debemos compaginar el intenso amor a la vida con un creciente desapego. ¿O será que las cosas a las que estamos apegados van cambiando?

El sentido de un diario estriba en ese poder de atrapar los acontecimientos al vuelo. Y, sin embargo, el meollo no surgirá de la narración, sino del examen de la experiencia y del intento, al menos, de reducirla a su esencia.

La escritura es el hilo que va urdiendo una continuidad bajo el tumulto de los días.

Diario de una soledad

Hoy quiero reflexionar un poco acerca de la lealtad, y está comprobado que solo soy capaz de reflexionar sobre algo cuando lo escribo.


El arpa birmana

El sonido del arpa para anunciar si el camino es seguro o si hay peligro, para subir los ánimos de los soldados. Los cantos que unen y hacen aflorar emociones profundas.

Los horrores tras el fin de la contienda. Traumas y personas que no podrán retomar su vida.

Un loro mensajero, una arpa pequeña (birmana), la anciana.

Hay que mirarla desde la época en que se rueda, desde el estilo del cine japonés. Hay que seguir insistiendo en el mensaje pacifista porque décadas más tarde, ya en otro siglo, seguimos sin lograr erradicar las guerras, las matanzas.

Sinopsis Año 1945; los japoneses están a punto de firmar la paz en Birmania. Un soldado, admirado por sus compañeros porque toca el arpa, es nombrado mediador japonés.

Título original Biruma no tategoto. Dirección Kon Ichikawa. Guion Natto Wada. Novela: Michio Takeyama. Reparto: Rentaró Mikuni, Shoji Yasui, Hun Hamamura. Música Akira Ifukube. Fotografía Minoru Yokoyama (B/N). Japón 1956, 116 min. Venecia: Premio Saint Giorgio y Premio OCIC (mención honorable)



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