lunes, 21 de noviembre de 2016

Aprendiendo a conducir + Quédate conmigo + La luz que no puedes ver

Aprendiendo a conducir


Wendy recibe la noticia de que su marido la deja en una cena fuera de casa, y no es capaz de asimilarlo. Bronca a la entrada del taxi. Ese mismo taxista le devolverá un sobre olvidado en el asiento, y después será su profesor. Quiere aprender a conducir para ir a ver a su hija.


Diferencias culturales y sociales. Ella, estadounidense y acomodada. Él, Sij, refugiado político. Ella a punto de divorciarse y él a punto de casarse por medio de un matrimonio concertado. Es genial la secuencia completa hasta que llega al aeropuerto a recibir a su prometida.


Ante el volante, ella se siente muy perdida y vulnerable. Su matrimonio se desmorona y le cuesta centrarse, dirigir su atención a los peatones, los otros coches, las señales de tráfico, las marchas…. Está totalmente sobrepasada.


Patricia Clarkson magnífica, y Ben Kingsley no parece él (entiéndase como un  piropo).


Una película de encargo que Isabel Coixet hace propia, con su inconfundible huella. Me ha gustado mucho. El acercamiento progresivo de los protagonistas, su complicidad, respeto y esa fuerza común frete a las adversidades. Una amistad verdadera en la feroz gran manzana.


Título original Learning to Drive. Directora Isabel Coixet. Guión Sarah Kernochan. Fotografía Manel Ruiz. Reparto Ben KingsleyPatricia ClarksonGrace GummerSarita ChoudhuryJake Weber,Samantha BeeDaniela LavenderMatt SalingerMichael Mantell. EE UU 2014, 105 min.

Quédate conmigo


Va sobre el envejecimiento y el deterioro. Ella pierde parte de su memoria a cada minuto que pasa. Su marido es consciente de la situación y pondrá todo su empeño en cuidarla. Los hijos no lo comprenden y buscan soluciones que su padre no acepta bajo ningún concepto.


En un principio nos situamos, tal vez por simple inercia, del lado de los más jóvenes, que también nos parecen responsables, pragmáticos y sobre todo, que actúan por el bien de su familia.


Un proyecto que podría ser descabellado. Además tropieza con todo tipo de inconvenientes. Ella no quiere irse de su casa. Sus hijos lo consideran una locura, a su edad. Por no hablar de las miles de trabas burocráticas.


Con momentos llenos de ternura y respeto, con situaciones complicadas y dolorosas. Ante todo, un gran trabajo interpretativo de ambos protagonistas. Me ha gustado mucho. Me ha emocionado.


Hay una escena en la que él recuerda cómo construyó la mesa del salón. Lo mucho que le desesperaba el poco cuidado que ponían todos. Las hojas de los deberes sin nada por debajo. Marcas imborrables que ahora son preciados recuerdos. Sus manos con delicadeza sobre la madera de pinto.
  


Título original Still (Still Mine). Director y guionista Michael McGowan. Música Hugh Marsh, Don Rooke, Michelle Willis. Fotografía Brendan Steacy. Reparto James CromwellGeneviève BujoldCampbell ScottJulie StewartRick Roberts,George R. RobertsonBarbara GordonJonathan PottsZachary Bennett. Canadá 2012, 102 min.

La luz que no puedes ver de Anthony Doerr


Un día, navegando sin rumbo por la red, siguiendo unos enlaces, llego al blog Miss Finch little corner in the world (menudo título, increíble, de los que hace que te detengas de golpe). Reseña libros, el primero que aparece, de un autor japonés que me encanta. Y de ahí a este otro. Copio de su entrada párrafos rescatados a modo de aperitivo.

“Está a punto de pasarle el auricular a Jutta […] cuando oye el corto pero drástico estallido de un arco contra las cuerdas de un violín. […] Un segundo violín se acerca al primero. Jutta se acerca poco a poco al ver cómo se abren los ojos de su hermano.
El piano persigue al violín. Entran de pronto los instrumentos de viento madera, las cuerdas corren a toda velocidad, los vientos palpitan detrás. Se unen otros instrumentos. ¿Son flautas? ¿Arpas? La música se eleva, parece que va a envolverse en sí misma” 

“Cuántos laberintos hay en este mundo. Las ramas de los árboles, las filigranas de las raíces, la matriz de los cristales, las calles que su padre recreaba en las maquetas. Laberintos en los nódulos de las conchas, en las texturas de la corteza del sicómoro y en el interior hueco de los huesos del águila. Nada es tan complicado como el cerebro humano, diría Etienne, seguramente el objeto más complicado que existe, un kilogramo húmedo en cuyo interior giran universos enteros.”

Y una cita de Julio Verne “La ciencia, amigo mío, está hecha de errores, pero se trata de errores en los que ha sido útil caer porque nos han ido acercando poco a poco a la verdad”.

Yo tampoco conocía de nada al autor. No soy asidua a los Pulitzer. Me he enamorado de esta novela. Conmovedores personajes, cada cual más desvalido. Soledad e infancia rota. Una guerra atroz, seas del bando que seas.

La magia de las historias escritas, refugio donde resguardarse, y dejar volar la imaginación.

Interés por la ciencia, radio que transmite desde lejanos lugares y que llega a la buhardilla del orfanato.

Fascinada. Muy muy recomendable.

Marie-Laure es una joven ciega que vive con su padre en París, donde él trabaja como responsable de las mil cerraduras del Museo de Historia Natural. Cuando los nazis ocupan la capital, padre e hija deben huir a la ciudad amurallada de Saint-Malo, llevándose con ellos la que podría ser la más preciada y peligrosa joya del museo. Werner es un muchacho huérfano criado en un pueblo minero de Alemania y fascinado por la fabricación y reparación de aparatos de radio, un talento que no ha pasado desapercibido a las Juventudes Hitlerianas. Siguiendo al ejército alemán, Werner deberá atravesar el corazón en llamas de Europa.

Nº de páginas: 664.
Editorial: SUMA (marzo 2015)
ISBN: 9788483657614

Premio Pulitzer de Ficción 2015.


2 comentarios:

TRoyaNa dijo...

LU,
me encantó "Learning to drive",te dejo enlace de la reseña que le dediqué en su día por si te quieres pasar:

http://historias-troyanas.blogspot.com.es/2015/07/aprendiendo-conducir.html

una de los motivos por los que me fascinó es esa facilidad para dejar en una historia aparentemente sencilla una reflexión en torno a la soledad,el extravío de uno mismo,y la posibilidad siempre latente de tomar la mano de un desconocido bienintencionado que la vida te pone delante y que insospechadamente termina siendo una valiosa ayuda.

Biquiños

LU dijo...

Las historias en apariencia sencilla, donde parece que la acción casi no existe, si dejan huella emocional, al final son las que guardamos como un tesoro.

Ambos personajes y esa relación que les enriquece es brillante. La vida, sorprendente muchas veces, claro que sí. Ese mensaje esperanzador sobre la sociedad materialista, individualista, racista…. Pero a la vez con personas maravillosas que se cruzan en nuestro camino en cualquier momento.

Gracias por el enlace porque aquí he descubierto unas cuantas cosas de las que no tenía ni la más remota idea. Fiel a mi estilo, no leo nada (o lo intento) sobre una peli antes de verla. Y después ya me informo.

Pues a priori yo nunca hubiera dicho que era un guión ajeno (es tan ella).

Y encima lo de las “puñeteras” casualidades vitales: atravesar por una situación sentimental parecida, sin carnet de conducir, con inquietudes relacionadas con la literatura…. Qué fuerte!!! Le da mucho más valor a la película, por lo menos para mi.

El azar, como motor. Ya sabes lo mucho que me gusta este tipo de arranque.

Humor fino y sagaz, es realmente genial. La secuencia del aeropuerto, la pelea con su turbante, esos pelos. Convierte uno de los momentos de más tensión, en algo casi gracioso.

Las calles neoyorkinas, efectivamente, muy importantes.

He empezado a ver el documental que te comenté. Son recuerdos, 20 años después, sobre el rodaje y circunstancias de Cosas que nunca te dije. 20 años ya… Me enamoré de esa peli. Recuerdo algunas escenas como si no hubiera pasado todo ese tiempo.

En el documental una de sus colaboradoras dice que le encantaría que Isabel se decidiera a hacer una comedia. Veremos….

Me ha encantado la peli, y tu entrada

BICOS