viernes, 10 de octubre de 2014

El último encuentro + La estación del olvido

El último encuentro de Sándor Márai

La búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte ético imprescindible para sobrellevar el transcurso de una vida, está en el centro de esta novela magistral, que tras permanecer en el olvido durante más de cincuenta años fue rescatada por la prestigiosa editorial italiana Adelphi y se colocó rápidamente en el p rimer puesto de las listas de libros más vendidos de Italia. La tremenda exactitud de su prosa, apenas atemperada con un barniz de refinada melancolía, unida a la vigencia de sus propuestas morales, sitúa a Sándor Márai entre los grandes escritores europeos de este siglo.
Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas y cuyos salones decorados al estilo francés se llenaban de la música de Chopin, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antaño ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres mayores, que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer. La tensión aumenta, línea tras línea, hasta que se hace casi insoportable, pero la prosa continúa, implacable, precisa, fiel reflejo del empeño de los protagonistas por hurgar hasta en lo más recóndito de sus almas, allí donde se encuentran esas verdades cuyo descubrimiento provoca, al mismo tiempo, un insoslayable dolor y un incontenible impulso vital.

Nº de páginas: 208 págs.
Editorial: S.A.) SALAMANDRA , 2002 Barcelona.
ISBN: 9788498383300

Todos los detalles que configuran la verdad. El límite de la traición y la culpabilidad. Búsqueda de la verdad en los hechos, en las palabras.

Uno de esos textos reveladores, que cautivan. No importa el desenlace, ni el transcurrir. Podría citar muchas de sus frases o párrafos. Aquí copio unos cuantos, como pequeña muestra.

No soportaba la soledad entre la gente.

Conrad tenía un refugio al que su amigo no podía seguirle, la música.

Dicen que a esta edad uno vive, hasta que se harta.

La soledad es un lugar lleno de secretos.

Estaría bien saber si de verdad existe la amistad.

A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida, y por eso se presenta en tan pocas ocasiones.

Uno no peca por lo que hace, sino por la intención con qué lo hace.

Preguntas al final de la vida: quién eres, qué has querido de verdad, qué has sabido de verdad, a qué has sido fiel o infiel, con qué y con quién te has comportado con valentía o cobardía...

Más tarde me di cuenta de que no era amor, ni siquiera al principio, de que sólo era gratitud.

La fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos hemos abierto, invitándola a pasar.

¿Exigir fidelidad no sería acaso un grado extremo de egolatria, de egoísmo o, de vanidad?

Soledad, presentimiento, engaño, verdad; palabras, simples palabras.

Una vez pasado el sentimiento de sorpresa, se sentía cansado. Uno se pasa toda la vida preparándose para algo. Primero se enfada. A continuación quiere venganza. Después espera. Él llevaba mucho tiempo esperando. Ya no se acordaba ni siquiera del momento en que el enfado y el deseo de venganza habían dado paso a la espera. El tiempo lo conserva todo, pero todo se vuelve descolorido, como en las fotografías antiguas, fijadas en placas metálicas.

Un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez y la muerte.

La estación del olvido



Título original L'estació de l'oblit. Directoras Christian Molina, Sandra Serna. Guión Manolo Guerrero, Salvador More. Música Ix! Fotografía Javier Salmones. Reparto Fermí Reixach, Nilo Mur, Belén Fabra, Mireia Ros, Katia Klein, Francesc Garrido, Teresa Manresa, Pere Ventura, Mercè Mariné. España 2009, 90 min.


Narra la relación que se establece entre un viejo marinero interno en una residencia geriátrica y un joven que cumple allí una condena de trabajos sociales.



Lo peor, la grandilocuencia pseudo filosófica-pedagógica, con la que arranca (y me refiero a la breve conversación con el chico del monóculo), artificial y burda. Lo mejor, la fotografía, Cadaqués y algunos sentimientos que refleja (tercera edad y adolescencia-juventud). Personajes que no acaban de encontrarse a sí mismos. Prescindible.


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