martes, 24 de agosto de 2010

Día 4 – Oaxaca, Monte Alban y árbol maldito



Larga ruta por carretera atravesando parajes de montañas y tierras semi-desérticas, ahora luciendo tonos verdes por las lluvias. Inmensos cactus a ambos lados que nos arrastran a escenas de películas del lejano oeste o persecuciones de forajidos.



Huevos a la oaxaqueña, cubiertos de una pasta de fríjoles de color marrón que lo hacen extraño a la vista no acostumbrada. Una vez superado el impacto, lo pruebo, y está realmente rico.

Lluvia, mucho tráfico para acceder a la ciudad, barro que se acumula por las calles. Media tarde cuando entramos en Oaxaca, que nos recibe con sus celebraciones locales. Chicos bailando, representaciones teatrales y cientos de personas que inundan el centro histórico colonial.


Salir de ese bullicio para recorrer los alrededores de la iglesia de Santo Domingo (de interior dorado), con sus tiendas y sus vendedores ambulantes. Repleta de vida y movimiento. La catedral, austera. Fabricación artesanal de chocolate puro, sin refinar.


En una de las pocas mesas libres de una terraza del zócalo degustamos un chocolate con agua, que resulta bastante flojo y transparente. Vaya desilusión!

Al hotel, esta vez el grupo se divide en dos. Nuestro alojamiento muy moderno y funcional, con un excelente desayuno, pero algo apartado.

Visita al mercado entre flores, sabrosas frutas, gran variedad de moles, panes y todo lo necesario para alegrar el buen paladar. Artesanía local (sandalias) y niños que ofrecen tapices, marcalibros o prendedores del pelo. Un bolso hecho con bolsas de patatas recicladas, de brillantes tonalidades. Un hombre con su vieja máquina de escribir que a cambio de unos pesos redacta cartas de amor o documentos burocráticos.









El agua torrencial que cae impide que podamos disfrutar plenamente del Monte Alban, antigua capital zapoteca. La cancha del enigmático juego de pelota.


Imposible continuar, jarrea. Nos dirigimos entonces al árbol milenario de Tule, que posiblemente no se me olvidará en la vida, y no por su gran tamaño y las figuras que su tronco ofrece a la fantasía de quienes lo contemplan.

Unas fotos y al regresar al coche, empieza la pesadilla. Nos han desvalijado, nos lo han robado todo.

No quiero emborronar este repaso de mi viaje, con la tarde de pesadilla que siguió en unas instancias policiales, la lluvia arreciando y nuestra aventura a punto de terminar allí mismo. Un consulado en Cancún nos devolvió algo de optimismo y la firme decisión de continuar. A partir de ese momento el grupo fue una piña y cada cual puso lo mejor y lo que podía para seguir e intentar disfrutar de nuestras vacaciones. No fue fácil, mucho autocontrol y lo más positivo de esta experiencia, descubrir que te acompañan personas excepcionales.




HACE UN AÑO: Dresde

7 comentarios:

Kashtanka dijo...

De nuevo destaco tus fotos, son preciosas. A mì la pasta de frijoles no me gustò y el chafòn me lo llevé con la horchata (nada que ver con la de chufa valenciana).
El mismo juego de pelota también estaba en la Rivera Maya, dicen que quien perdìa, perdìa también la vida.
Siento el susto y todos los inconvenientes del robo, espero que la cosa quedase en una anécdota màs del viaje.
Creo que has hecho una barbaridad de Km!!
Un abrazo!

Conciencia Personal dijo...

Amo Oaxaca, su cielo azul, su gente bondadosa, sus colores étnicos...Lamento el incidente y tenía que sucederte en México, qué pena!!!!
El chocolate, el mole, el tasajo, la horchata, sus flores, recrean un cuadro viviente de Diego Rivera en las manos de Francisco Toledo.
Montealbán huele a mixteco y zapoteca, a jade, sus avances astronómicos dejaron huella en Mesoamérica.
Juegos de pelota relacionados con el sacrificio, la fertilidad y el sostenimiento del cosmo entrelazados con el Sol, la Luna, Venus.

Me complace el color de tus fotos...

Besos, Monique.

Conciencia Personal dijo...

Tomaste mezcal, comiste chapulines????

En septiembre visitaré Oaxaca.

besos, Monique.

LU dijo...

Kashtanka, a mi lo que más de asustó fue ese color de la sala de frijoles, superado eso, me lo comí y estaba mucho mejor de lo que yo pensaba. Son sabores a los que no estoy acostumbrada, pero me gustó.

No probé su horchata, aunque la valenciana no me hace mucha gracia. O sea, no me entusiasma la horchata.

Muchos kilómetros, demasiados.

BESOS

LU dijo...

Monique, podía haber pasado en cualquier lugar. Lo peor es estar tan lejos de casa, porque ya de regreso valoras mucho más otro tipo de cosas.

A pesar de ese sabor amargo, ahora disfruto recordando tanto colorido, esos aromas y tanta belleza.

Probamos el mezcal, fuerte, fuerte. Los chapulines, no.

BESOS

Conciencia Personal dijo...

Seguramente no volverás a Oaxaca porque la tradición oral dice: si pruebas los chapulines algún día regresarás....

besos,Monique.

LU dijo...

Monique, pues entonces culparemos a los chapulines… La vida da muchas vueltas y nunca sabemos por donde vamos a volver.

Como ya te dije tengo un sabor amargo que poco a poco se desvanece y da paso a los buenos recuerdos, que fueron excelentes y muchos.

Biquiños