jueves, 10 de octubre de 2013

El profesor


Henry Bathes es un profesor que posee un auténtico don para conectar con los alumnos. Al trabajar como profesor sustituto, nunca permanece bastante tiempo en un instituto como para mantener una relación afectiva con sus alumnos o sus compañeros. Esta vez recala en un centro donde reina la apatía entre los alumnos. No tarda en convertirse en un ejemplo a seguir para los adolescentes. Descubre que tiene una conexión emocional con ellos y con los otros profesores. Acoge en su casa a una chica que recoge en la calle. Por fin se da cuenta de que no está solo en su desesperada búsqueda de la belleza en un mundo aparentemente falto de amor y lleno de maldad.


Personaje protagonista muy complicado. Por un lado parece que se implica en su trabajo, y con los chicos. Se preocupa por ellos y sabe cómo llegar a las mentes más tortuosas. Ayuda a una niña desconocida que se prostituye en la calle. Vive solo y su única familia es un abuelo emcamado y hospitalizado que despierta fuertes emociones que van desde el cariño a la rabia. Parece desbordado y muy necesitado de ayuda. Toda su vida gira en torno al trabajo; le entran escalofríos cada vez que ha de volver a ese hogar vacío.


Vamos adentrándonos en su pasado plagado de situaciones traumáticas. Todo parece hundirse, sin un asidero. Desesperanza y sensaciones de estar muy muy perdido.


Aunque la temática se ha abordado muchas veces en el cine, reconozco que el mundo educativo me atrae. En esta ocasión, creo que con tanta profundidad y complejidad, se queda a medias en todo. Y aunque Brody está correcto, a mi personalmente es un actor que no me gusta. Me quedo con unas cuantas perlas para la reflexión:


Jamás había sentido a la vez tal profunda indiferencia de mi mismo y mi presencia en el mundo. (Albert Camus).

Debería haber un filtro previo, un examen para ser padres, antes de que las personas lo intenten.

Si te dejaras el pelo largo, adelgazaras... atraerías a algún buen chico. Quién sabe!!!

¿Por qué llorabas en el autobús?


A la deriva, sin una boya a la que agarrarte. Cuando tú creías que podías salvarles a todos.

¿Nunca has llegado al límite? ¿No has sentido ganas de mandar a la mierda a alguien?


Todos los días vengo a este despacho y os veo mandar a la mierda vuestro futuro. Qué fácil es despreocuparse. Hace falta valor y carácter para esforzarse; y tú no tienes nada de eso.

Todos necesitamos algo que nos distraiga de la complejidad de la realidad.


Dicen que el suicidio es una solución permanente a un problema temporal.

Fracasamos porque resulta que hemos decepcionado a todo el mundo, incluso a nosotros mismos.


Título original Detachment. Director Tony Kaye. Guión Carl Lund. Música The Newton Brothers. Fotografía Tony Kaye. Reparto Adrien BrodyChristina HendricksSami GayleMarcia Gay HardenJames Caan,Lucy LiuBryan CranstonBlythe DannerWilliam PetersenTim Blake NelsonRenée Felice SmithIsiah Whitlock Jr.Doug E. Doug. EE UU 2011, 97 min.



4 comentarios:

TRoyaNa dijo...

Lu,
me gusta mucho la nueva cabecera del blog.El mundo educativo me atrae siempre pero aquí no te noto del todo convencida.Aún con todo,ya te contaré si finalmente decido darle una oportunidad.
Biquiños

LU dijo...

Troyana, no no me emocionó. Creo que quiere abarcar demasiado y al final tanto drama existencialista no llega. Aunque también reconozco que con este actor no tengo Keeling y eso no ayuda.

Biquiños y buen domingo

Ángeles dijo...

Esta película me decepcionó. No sé si porque me esperaba mucho de ella o porque he decidido que no quiero ver nada que me deje con mal cuerpo.
Me tendré que construir un caparación y esconder, cada vez más a menudo. jejeje.
Besotes

LU dijo...

A veces me siento hasta ridícula por dejarme impresionar por historias de cine, sean o no reales. Pero por otro lado, me viene bien, porque como me esconda en mi caparazón, no salgo. Prefiero llorar con una peli, que por situaciones de mi vida o de personas que conozco.

Pues a mi esta historia no me llegó todo lo que debería, y tal vez sea por el actor; porque es de las que duele, y no…

Biquiños