jueves, 19 de febrero de 2009

Desgracia – J. M. Coetzee

“Le sorprende que una hora y media por semana en compañía de una mujer le baste para sentirse feliz, a él, que antes creía necesitar una esposa, un hogar, un matrimonio… No hay emociones, o no hay ninguna salvo las más difíciles de adivinar: un bajo continuo de satisfacción, como el runrún del tráfico que arrulla al habitante de la ciudad hasta que se adormece, o como el silencio de la noche para los habitantes del campo.“

Así de simple es la vida del protagonista, David, de 52 años, profesor y escritor, divorciado en dos ocasiones, eterno adolescente. Inicia una relación con una alumna, joven y bella. Pero esa felicidad se desvanece. Salta el escándalo, se disparan los rumores:

“En la trituradora de las habladurías, piensa, que no para de funcionar de día ni de noche, y que hace trizas cualquier reputación. La comunidad de los rectos, de los que tienen toda la razón, celebra sesiones en cada esquina, por teléfono, a puerta cerrada. Murmullos maliciosos… primero la sentencia; luego ya vendrá el juicio.”

Incapaz de pedir perdón, será despojado de todo: de la chica y del trabajo. Entonces decide tomarse un tiempo para escribir una ópera sobre Byron, y se marcha al campo, a casa de su hija, en búsqueda de tranquilidad e inspiración.

Parece asumir perfectamente esta nueva situación e incluso aprecia lo positivo de dicho cambio. Pero entonces se produce una acción brutal que destrozará por completo sus ilusiones.

“- Fue algo tan personal… Lo hicieron con tanto odio, de una manera tan personal… Eso fue lo que más me asombró. Lo demás… Lo demás, casi era de esperar. ¿Por qué me odiaban tanto? Yo ni siquiera los había visto en toda la vida.”

Y a partir de ahí es consciente de que todo su bagaje le resulta inútil. Se siente indefenso, derrotado… Desconoce las respuestas a todas esas interrogantes que se agolpan en su cerebro:

“¿y si se equivoca? ¿Y si, después de una agresión como esa, nadie vuelve a ser el de antes? ¿Y si una agresión como esa convierte a cualquiera en una persona diferente, más lúgubre?”

Sale de su propio universo para ejercer de padre y preocuparse por el bienestar de alguien que no es él. Este cambio le lleva de nuevo a refugiarse en el lenguaje, en su creación, en ese otro mundo donde se siente seguro. Modifica también el argumental de sus notas para la obra sobre Byron, y se centra en el papel femenino, secundario y sumiso hasta entonces.

“Un hombre en semejante estado, piensa, ¿cómo va a encontrar las palabras, cómo va a encontrar la música que traiga de vuelta a los muertos?”

Es el segundo libro que leo de este autor; primero fue El hombre lento, ya comentado aquí. Y en esta ocasión me debato entre la magnífica prosa y la crudeza de lo que describe. Un hombre y su hija que ven como de pronto sus vidas se transforman. Valores personales y replanteamientos morales y vitales. Deseo, abuso, agresión, dolor, trauma, deshonra (que sería la traducción literal del título)…

Leyéndolo, me he sentido realmente mal, con esa poderosa fuerza narrativa. Y a todo este desgarro hay que añadir las secuencias dedicadas a los perros… TERRIBLE. Es un libro que produce dolor, angustia y desasosiego. Ahora necesito algo más ligero, placentero, que me sumerja en aguas mansas, en medio de un idílico paisaje.


HACE UN AÑO: Nada Surf

2 comentarios:

Pepe del Montgó dijo...

Que bien sabes contarnos tus impresiones sobre los libros que lees o las películas que ves. Dan ganas de salir corriendo a comprar el libro o te entra la angustia hasta que baja la película. Saludos

LU dijo...

Pepe, con algunas cosas (libros, cine, música...) es muy fácil dejarse llevar y soltar todo lo que me transmiten. Si además te llega y lo lees a gusto, pues yo más que encantada.

Biquiños