martes, 20 de enero de 2009

Olvidoteca

Cuando arrecia la lluvia, golpea con saña los cristales y la luz es gris opaca, apetece acurrucarse en el sofá, resguardarse bajo la manta y leer un buen libro, con música de fondo.




Yo, que soy muy despistada (mucho), y que le tengo un enorme apego a mis libros, me daría mucha rabia perder uno, dejármelo atrás. Pero, ¿a dónde van esos objetos perdidos? Copio un artículo aparecido en Cinco Días, con una idea realmente original y creativa:

Una 'olvidoteca' para los libros extraviados en los hoteles

Las prisas por llegar a tiempo al aeropuerto o a la estación hacen que muchos viajeros olviden sus libros en la habitación de un hotel, circunstancia que ha aprovechado el Conde Duque de Madrid para crear una "olvidoteca" con unos 250 volúmenes escritos en más de diez idiomas.

Efe - Madrid - 11/12/2008

La particular biblioteca del hotel Conde Duque alberga sobre todo novelas de bolsillo, escritas en inglés, aunque también pueden encontrarse guías de viajes y arte en castellano, japonés, griego, chino u holandés, entre otras lenguas.
Tal variedad de idiomas se debe a que los clientes del hotel suelen ser extranjeros y acostumbrados a viajar debido a su trabajo, por lo que los libros nunca faltan en sus maletas.
Las recetas de cocina tradicional romana conviven en las páginas de los libros que forman la "olvidoteca" con los bailes de Michael Jackson, las memorias de José Ortega Cano o remedios naturales, aunque hay hueco para títulos comerciales como "Ángeles y Demonios" de Dan Brown.
Así mismo hay quien prefiere tener junto a la cabecera textos religiosos, como "El libro del mormón", uno de los ejemplares que más llama la atención de los usuarios de la biblioteca, ya que además está escrito en castellano y guarda una dedicatoria en su interior.
La iniciativa surgió hace un año, cuando la directora comercial del establecimiento, Paloma Cabranes, almacenó en una pequeña vitrina unos 40 libros que los viajeros se dejaban en alguna de las 143 habitaciones del hotel. "Yo soy muy aficionada a la literatura en inglés y le pedía a la gobernanta que me dejase los libros olvidados por los clientes, pero como cada vez había más ejemplares, decidí colocarlos en una vitrina para que mis compañeros y otros clientes pudiesen cogerlos", recuerda Cabranes.
Pero hay clientes que se despistan intencionadamente para aumentar los fondos de la biblioteca, como una trabajadora de un hotel en Galicia, que al enterarse de la iniciativa, donó un libro de poesía. Otros, sin embargo, se olvidan de devolver los libros, sobre todo las guías de viaje, y el hotel no cuenta con un sistema de préstamo que controle a los usuarios de la biblioteca.
A pesar de estas pérdidas, Cabranes no teme que la "olvidoteca" se quede sin fondos porque cada día, la mala memoria de los viajeros llena los huecos vacíos de las estanterías. "Estamos pensando en poner un mercadillo con los objetos que se dejan los clientes y que, pasado un año, no reclaman, como por ejemplo los cargadores de móviles", bromea Cabranes.

Olvidoteca, suena bien (aplicable a tantas cosas…)

12 comentarios:

Mónica dijo...

Un lugar donde los libros ya no se pierden y esperan a otros viajeros, una idea genial. Me ha gustado leerte esta mañana. un abrazo

LU dijo...

Mónica, considero muy interesante esta noticia. Y la verdad es que con un poquito de imaginación se pueden hacer cosas muy curiosas.

Biquiños y que tengas muy buena semana

irene buscando la felicidad dijo...

Qué bueno, me encanta la idea.
Desde luego... siempre nos sorprendes con interesantes curiosidades.
Un besico!

Miguel dijo...

Original manera de aprovechar un pequeño olvido. En el camino de Santiago recuerdo que dejé un libro que llevaba en uno de los albergues, que a su vez tenía para los peregrinos que por allí paraban.
Un beso.

LU dijo...

Irene, si es que hay tantas cosas ingeniosas por ahí...

Biquiños

LU dijo...

Imaging, yo recuerdo en una cadena de hoteles en la que sobre la mesita de noche dejaban un pequeño libro de relatos, editado por la propia cadena. O hace un año, coincidiendo con el día del libro, que por la mañana, muy temprano, al subir al tren, había en cada asiento un pequeño cuadernillo con una historia sobre trenes. Qué fantástico.

Vamos a reivindicar esos espacios comunes repletos de gratas sorpresas.

Biquiños

Pepe del Montgó dijo...

Sólo una vez me encontré con una guía turística de la ciudad donde me encontraba. Y muchas veces con el libro de los mormones en el cajón de la mesita de noche. Saludos

eva dijo...

muy buena idea. A mi tampoco me gusta perder mis libros, aunque algunos estan por ahi, en casa de amigos a los que se los dejé y decidieron no volver :p biquiños

Conciencia Personal dijo...

Querida amiga, te abrazo...viajes cortos me roban tiempo....Original propuesta, me agradó el término, no suelo perder tantos libros, pero recuerdo uno encontrado en un bus, en la solapa anotado un teléfono al que por curiosidad hablé y era de un sacerdote con el cual hoy me llena una gran amistad...

Besos monique...

Te escribo.

LU dijo...

Pepe, una vez yo vi una biblia grande y muy pesada en medio de la mesa escritorio de una habitación de hotel. Y parecía muy utilizada. Curiosidades.

Biquiños

LU dijo...

Eva, prestar libros a veces resulta peor que perderlos, porque encima parece que nos da apuro reclamar lo que es nuestro.

Biquiños

LU dijo...

Monique, qué bonito! A mi no se me ocurriría escribir mi teléfono en la solapa de un libro. Antes les ponía mi nombre y la fecha, además del lugar donde lo había recibido o comprado. Ahora ya ni eso.

He estado fuera, pero ya vuelvo a la normalidad. Seguimos en contacto

Biquiños