Mi universo particular de casualidades.
Las largas esperas de los aeropuertos son tan aburridas! Un paseo al quiosco. Me llama la atención el título de este libro. Tiene buena pinta.
Apenas unos días después de ese descubrimiento, la tartaruga recibe un mail:
Hola,
Mi nombre es Eloy Moreno y te escribo porque he publicado mi primera novela: “El Bolígrafo de Gel Verde”, de una forma un tanto especial.
Hace un año decidí ser yo mismo quien la editase y distribuyese. Para darla a conocer, cargaba una maleta llena de libros y recorría con mi coche las poblaciones cercanas a mi ciudad. Normalmente me pasaba días enteros en diferentes librerías y allí me dedicaba a promocionarla hablando directamente con los lectores. Como no tenía otros medios, también fui dándola a conocer a través de las redes sociales e internet. Navegando por Blogger he visto que te gusta la literatura, por eso me he permitido enviarte este email.
Emocionada, voy directamente al enlace que me manda y me fascina esa historia personal, esas ganas, esa ilusión.
Se lo regalo a mi padre, con la sana intención de leerlo yo después, y ayer por la mañana llegaba a su última página. Me encantó.
Una rutina más dentro de nuestras vidas, o una vida más dentro de nuestras rutinas. Llegaron los días en que no supe, o no quise, o realmente no pude, apreciar la diferencia. Llegaron los días en que me vi incapaz de distinguir la frontera entre casa y hogar, entre vida y existencia, entre amor y amistad; y esto último, sin duda, fue lo más doloroso. Llegó un momento en que futuro y pasado dejaron de ser distinguibles, mañana fue igual que ayer, ayer será igual que mañana.
qué clase de sociedad permite que un padre vea a su hijo sólo veinticinco minutos por la mañana y otros tantos por la noche. Qué clase de sociedad permite que un nuño de dos años se levante a las siete para, diariamente, mudarse a otra casa,
Hace años que tuvimos que contratar a alguien que hiciera lo que nosotros no podíamos. Nos ha faltado siempre tiempo. Nos ha faltado tiempo porque hemos tenido que trabajar demasiado. Hemos tenido que trabajar tanto porque, hoy en día, para todo se necesita dinero. Dinero para mantener a un niño al que apenas veíamos; dinero para contratar a una persona que nos limpiara la casa en la que apenas estábamos; dinero para vivir una vida que no hemos disfrutado. Todo tan circular, todo tan ridículo.
¿qué hacer cuando la indiferencia es permanente, cuando no hay motivos para estar tan distanciados?
Nos pasamos la vida persiguiendo tantas cosas vacías.
Aprendí que la mente es capaz de crear historias solo creíbles para uno mismo; que los celos son capaces de empañar cualquier verdad, de encumbrar cualquier mentira; que en los malos momentos raramente se acude a la razón, al diálogo mutuo, a la franqueza… se acude, en cambio, a las sospechas, a la desconfianza, a los recelos de una verdad que debe serlo sólo por el hecho de haber nacido nuestra. Aprendí la fortaleza del odio cuando acecha la duda, la resistencia de la desconfianza cuando el amor ya no es como era, la confusión de pensamientos cuando las cosas dejan de funcionar.
Ese ritmo que nos lleva sin sentido corriendo de un lado a otro. Ese trabajo que se queda con muchas de nuestras horas y energías. Los compañeros que nos ven más que nuestra familia. Ese cansancio vital que nos impide hablar o disfrutar. Esa distancia que un buen día parece insalvable. Esa maldita inercia. ¿Se puede salir de ese círculo? ¿Hay que buscar un lugar nuevo o hay que cambiar nuestra forma de vivir, de pensar?
Con estilo ágil, nos va desgranando las andanzas del protagonista del libro, su búsqueda de un boli, su plan, su venganza, su caída.
Me ha encantado.
HACE UN AÑO Y UN DÍA: Darín – Phoenix