lunes, 1 de agosto de 2011

Cinco mujeres y media – Francisco González Ledesma

El inspector Méndez se mueve por las estrechas calles del Raval, escucha las conversaciones de un grupo de mujeres aspirantes a salir de la pobreza, observa y está atento a cualquier movimiento en el barrio. Una mujer divorciada que bajó precipitadamente el escalafón social para regresar al mísero piso con cortinas rojas de su infancia. Una mujer viuda de abogado honrado y madre de un chico con autismo, digna y toda una dama. Una mujer que cuida de los niños de las prostitutas. Una mujer muy poderosa, hermana de un desalmado empresario. Una ingenua gemela amante de los animales. Todo comienza cuando violan y matan a Palmira y uno de los culpables es asesinado. Con variados personajes y un final sorprendente. Me gusta pasear por esa zona de Barcelona, efectivamente tan cambiada.

Pidió una empanada gallega tan acabada de hacer – le dijeron – que aún estaba manchada de chapapote, y se bebió tres tazas de ribeiro. Después de eso, ya estaba preparado para cualquier eventualidad.

De la calle conocía a todos los jubilados que no tenían más casa que un bar, a todas las viejas que no tenían más patrimonio que un recuerdo, a todas las jovencitas que aún no tenían ni eso. Y a todos los perros que sólo tenían una mirada.

Esto ya no es lo que era: ahora el viejo barrio está lleno de colmados asiáticos para salvar tu estómago, y de centros de nuevas religiones para salvar lo que queda de tu espíritu. Huye, no sea que te salven de verdad y acabes comiendo arroz vietnamita en lugar de morcillas aragonesas.

He llegado a darme cuenta de que casi la mitad de nuestra vida es una vida que no contamos a nadie, una vida secreta.

No conviene que una mujer se aburra, ni cuente las horas, ni tenga demasiada memoria.

En algún sitio tiene que haber un cielo de papel para los abogados que nunca engañaron a nadie.



HACE UN AÑO: Vivir sin Otto

2 comentarios:

Mario Salazar dijo...

Me gusta la novela negra, y mira que vengo a descubrir a un autor que es todo un clásico y no lo conocía, te agradezco el hallazgo, voy a ver como accedo a una obra suya. El párrafo que has colocado me gusta, con una mirada realista y a la vez indolente de su ciudad, parece el típico investigador frío para expresarce pero a la vez sentimentaloide para evocar un ideal. Por cierto que pena lo de tu mascota, comparto ese sentimiento que yo tuve un perro hasta bien entrado en años que hasta ahora guardo fotografías suyas. Un abrazo.

Mario.

LU dijo...

Mario, a mí me ha gustado mucho. Méndez es todo un personaje. Y, además, conozco bastante las calles por las que se mueve, de esa zona de Barcelona que tanto ha cambiado y que recuerdo desde que era niña, aunque sin llegar a intuir las miserias o tristezas de sus gentes, tan sólo de paso, de turismo, con ojos de admiración por esa ciudad que me tiene enamorada.

Ahora estoy con otro autor de novela negra, Philip Kerr y el primer libro de su colección de Berlín Noir, Violetas de marzo. Me tiene totalmente enganchada.

Biquiños