martes, 5 de agosto de 2008

Manuel Sonseca

Una mirada, sin maletas pesadas que arrastrar, a dos ciudades que han enamorado a tanta gente ahora y siempre: Buenos Aires y Lisboa.
Reconozco mi debilidad por las imágenes en blanco y negro de lugares conocidos o por descubrir: calles, edificios, cafés.

Buenos Aires






Lisboa







"Aún recordaba con temor la mirada furtiva que le anunció su presencia. Alberto Caeiro, al que toda Lisboa daba por desaparecido o muerto – al fin y al cabo para el Ministerio de Orden Público ero lo mismo -, estaba frente a él, en el British Bar del Cais do Sodré. Caeiro pidió una bica y con absoluta parsimonia encendió un cigarrillo. Por el aroma que envolvió el rincón del bar advirtió que era tabaco inglés. Siempre fumaba tabaco inglés. El humo y su olor le hicieron recordar otras tardes en Sao Mantinho d´Arcada, antes de que Caeiro fuese dado por muerto, cuando juntos escribían poemas y discutían siempre al llegar a la palabra saudade .
Eran los tiempos de Renascença Portuguesa y de su común amigo Teixeira de Pascoaes. En aquellos años Caeiro escribía cosas como : “el mundo no se hizo para pensar en él / sino para al mirarlo estar de acuerdo…./ No tengo filosofía, tengo sentidos… “. Versos de su breve poemario O Guardador de Rebaños, o aquellos otros de O Pastor Amoroso : “No me arrepiento de lo que antaño fui / porque aún lo soy”. Poeta natural, le llamaba Reis, pura espontaneidad, abundaba Coelho Pacheco, aquellos a los él consideraba sus discípulos desde su retiro contemplativo en Ribatejo. En realidad era un poeta sin lecturas, carente de los estudios necesarios para escribir bien el portugués. Y ahora, Alberto Caeiro da Silva, muerto a los veintiséis años, estaba allí.
Intentó que su sorpresa, acompañada de una sudoración profusa y un temblor que le hizo derramar parte del café, no fuese percibida por aquél fantasma que seguramente había vuelto para vengarse. Quizá debió ser más cuidadoso a la hora de hacerlo desaparecer, pero el implacable y pagano Caeiro, aquel presuntuoso ignorante, le sacaba de quicio, y en el otoño de 1915 decidió acabar con él sin pensar en las consecuencias.
Volvió a mirar disimuladamente, no había duda: el cabello rubio, ojos azules, el abrigo de lana gris, el tabaco inglés y esa tos crónica que delataba la tisis que minaba sus pulmones…En un momento, Caeiro pidió la cuenta y tras guardarse el sobrante en el bolsillo del pantalón abandonó el local sin reparar en su presencia. De repente algo le hizo recordar ese día de otoño de 1915. Ya no estaba seguro de si realmente fue Alberto Caeiro el muerto."
Manuel Sonseca. Invierno de 2004

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Dama por tu tiempo y tus comentarios y por incluir esas imágenes en tu blog. Creo que tenemos cosas en común : mi perro también se llama Otto y Marisa Monte y Tom Waits
forman parte principal de mi discoteca. Mi vino blanco es siempre Albariño y tengo vocación atlántica...,bueno, esas cosas pasan.
un saludo y espero nuevos comentarios.

Miguel dijo...

Fantásticas fotos. Ciudades para visitar, conocer, disfrutar...
Besos

Mónica dijo...

Buenos dias!, gracias por esas imágenes para viajar en blanco y negro. Me gustan las fotografías de tu post. Gracias por tus letras.

LU dijo...

Manuel, gracias a ti. Las fotos son maravillosas. Me encanta viajar y volver cargada de imágenes que puedo ver miles de veces, y no cansarme. De las ciudades, sus calles y las fachadas de los edificios, las aceras mojadas, los cafés….
Otto como nombre de perro es bastante habitual, pero mi Otto sale de una película de Julio Medem, capicúa y mundo repleto de casualidades. Ésta, una más.
Un saludo

LU dijo...

Imaging, parece que nos pusimos de acuerdo, porque tú hablabas ayer de tu ciudad, y yo “viajo con la imaginación” a Lisboa o Buenos Aires.
Besos

LU dijo...

Es verano, es agosto, esta misma mañana me crucé con varias personas con maletas, a punto de iniciar un viaje. Mientras planifico el mío, que seré en septiembre, disfruto con imágenes como éstas.
Un beso, Mónica, y cuéntame qué te ha parecido la película.

Miguel dijo...

El principio para empezar a viajar a un lugar, podría ser imaginar que vas. Buenos destinos, en cualquier caso.
Buena tarde.
Besos

LU dijo...

Cualquier viaje empieza en lo previo. Eliges el destino, pero, por qué razones un lugar en concreto? Qué nos atrae de sitios desconocidos? Por qué uno y no otro?
Buenas noches

Anónimo dijo...

Lo único necesario para viajar es tomar la decisión de partir. Los destinos siempre están relacionados con nuestro imaginario privado, con nuestra cultura - una película, una música, un libro... -, con nuestras vivencias, sobre todo de la infancia, que es donde comienza a forjarse todo. El viaje es el viajero.

LU dijo...

Manuel, es cierto, primero hay que decidirse y ponerse en marcha. Hay mucho mundo por ver y los periodos de vacaciones para viajar son cortos. Es fascinante y cuanto más conoces, más ganas tienes de seguir. El ritual previo, todas esas expectativas. Ahora con tanta información disponible en la red. Llegar allí, y descubrir lugares nuevos, verlo con ojos de niño.
Se elige por ese bagaje cultural, por una imagen vista de repente en algún sitio. Por tantos motivos. Por curiosidad. Por acercarse a las diferencias.
Saludos