Hubo que reajustar el itinerario, y como regresamos a dormir a Oaxaca, el madrugón fue de órdago (noche cerrada, 4 AM). Carretera sinuosa, curvas y niebla casi rozando el asfalto. Amanece y paramos en una rústica casa para tomar un café de olla recién hecho. La mujer trajinando entre cazuelas y elaborando la masa de las tortitas. Vahos de los pucheros en lo alto de las montañas. El hombre barría indolente, un perrillo pulgoso se desperezaba, mientras en la televisión ponían una vieja película española.
Dejamos a un lado la capital, Txula Gutiérrez, y cruzamos el río Grijalva que presenta un caudal excesivo. Llegamos a Chiapa de Corzo y comemos a toda velocidad unas quesadillas de gambas, para poder embarcar y contemplar, con permiso de las lluvias de la tarde, el Cañón del Sumidero. Impresionante paisaje que fue testigo del suicidio colectivo de los indígenas que se negaban a rendirse ante el conquistador Diego de Mazariegos. Las aguas turbulentas arrastran troncos y los residuos depositados por algunas personas que desprecian por completo la naturaleza, un vertedero lamentable. La cascada que cae cual velo de novia, la formación rocosa que recuerda un árbol de navidad y la selva tropical que recubre las imponentes paredes laterales. Diversidad de aves, durmientes cocodrilos y monos araña que se camuflan entre la espesa vegetación. Resuena el eco de nuestras voces y gritos. Maravilloso paseo en barca.
Dejamos a un lado la capital, Txula Gutiérrez, y cruzamos el río Grijalva que presenta un caudal excesivo. Llegamos a Chiapa de Corzo y comemos a toda velocidad unas quesadillas de gambas, para poder embarcar y contemplar, con permiso de las lluvias de la tarde, el Cañón del Sumidero. Impresionante paisaje que fue testigo del suicidio colectivo de los indígenas que se negaban a rendirse ante el conquistador Diego de Mazariegos. Las aguas turbulentas arrastran troncos y los residuos depositados por algunas personas que desprecian por completo la naturaleza, un vertedero lamentable. La cascada que cae cual velo de novia, la formación rocosa que recuerda un árbol de navidad y la selva tropical que recubre las imponentes paredes laterales. Diversidad de aves, durmientes cocodrilos y monos araña que se camuflan entre la espesa vegetación. Resuena el eco de nuestras voces y gritos. Maravilloso paseo en barca.
Esa noche dormimos en San Cristobal de las Casas, pero antes hay que hacer acopio de camisetas (preciosas), un cargador para el móvil, varios productos básicos de aseo que encontramos en una farmacia muy peculiar, donde además había medicamentos, paraguas, etc. Atendida por una legión de dependientes, cada uno de ellos con tareas muy determinadas. Para mi pequeña compra, se precisan seis o siete personas. Cola en la caja para pagar y posteriormente en otra ventanilla con el recibo te entregan tu bolsa. Una odisea.
Se respira ambiente festivo en las calles. Agotamiento y una cena para reponer fuerzas en el hotel. Enviamos correo electrónico a la agencia española explicando nuestra situación.
Un sueño reparador, un desayuno reconstituyente y preparados para un nuevo día. Paseo por estrechas calles de adoquines, y breve reseña histórica que inevitablemente recala en los hechos acontecidos en la década de los 90 que situaron a Chiapas en los telediarios de todo el mundo: la revuelta zapatista, el subcomandante Marcos y la rebelión de los indígenas.
La plaza del ayuntamiento, la catedral, cánticos durante la misa, iglesia de Santo Domingo, el encanto del estilo colonial - mexicano. Nos rodean mujeres y niños que venden artesanía o piden limosnas. Llama la atención los ropajes de ellas, sobre todo con el calor asfixiante. A pesar de su riqueza en recursos naturales, en esta zona muchos campesinos viven en condiciones de extrema pobreza y todavía la tasa de alfabetización no es óptima.
Se respira ambiente festivo en las calles. Agotamiento y una cena para reponer fuerzas en el hotel. Enviamos correo electrónico a la agencia española explicando nuestra situación.
Un sueño reparador, un desayuno reconstituyente y preparados para un nuevo día. Paseo por estrechas calles de adoquines, y breve reseña histórica que inevitablemente recala en los hechos acontecidos en la década de los 90 que situaron a Chiapas en los telediarios de todo el mundo: la revuelta zapatista, el subcomandante Marcos y la rebelión de los indígenas.
La plaza del ayuntamiento, la catedral, cánticos durante la misa, iglesia de Santo Domingo, el encanto del estilo colonial - mexicano. Nos rodean mujeres y niños que venden artesanía o piden limosnas. Llama la atención los ropajes de ellas, sobre todo con el calor asfixiante. A pesar de su riqueza en recursos naturales, en esta zona muchos campesinos viven en condiciones de extrema pobreza y todavía la tasa de alfabetización no es óptima.
Aquí se asienta la segunda población indígena más numerosa del país, de extenso bagaje cultural y tradiciones, que sobreviven a la avasalladora globalización. Sin duda una de los momentos imborrables de este viaje lo vivimos en San Juan Chamula donde el tiempo se ha detenido en el lejano pasado. El cementerio con las cruces de colores que indican de la edad de los allí enterrados, negro para los ancianos, blanco para los jóvenes y azul para los demás. Los chamulas, pertenecientes a la etnia tzotzil, celebran rituales ceremoniales en el interior de la iglesia, suelo recubierto de agujas de pino, sobre el que se acomodan para rezar, comer y beber. Al entrar se apodera de nosotros una sensación de incredulidad. El humo de las velas, el ambiente cargado, los hombres que vigilan a los turistas (no se pueden hacer fotos ni grabar), los chamanes, la mujer que pasa una gallina por el cuerpo de su hijo menor, y a continuación le retuerce el cuello hasta matarla, las imágenes de los santos, masculinos a un lado, y femeninos al otro. Imposible describir lo allí visto.
Afuera, respiramos profundamente y desde lejos observamos al grupo de autoridades a los que tampoco se puede retratar. Vestidos de negro, se enfurecen si das un paso hacia ellos.
Es domingo y el mercado reúne a los habitantes de los alrededores.
10 comentarios:
San Cristóbal de las Casas, hermosa por dentro y por fuera. Listones de colores forjan su historia indígena. Duele a propios y ajenos la realidad chiapaneca.
Nosotros le llamamos "tiendas" donde nos abastecemos de todo...
Chamula refleja el sincretismo de la cultura indígena y española. Rituales ancestrales sacrifican
una gallina que rinde tributo a la fertilidad del campo.
Lo que más llamó mi atención es que cobran en la entrada.
Monique.
BEsos en la espera de Palenque.
conservo la chamarra adquirida en el mercado de Chamula, semeja un arcoiris de mil colores.
lindas fotos .... mas
me gustan la fotos por que guardan hidotrias
Recorro nuevamente tu lente, tus pasos nómadas por mi país, decía el poeta chiapaneco Jaime Sabines : "Chiapas, se mide por lágrimas..."
Besos, Monique.
Monique, tenía muchas ganas de conocer esta zona, con todo su bagaje cultural.
El paisaje, esa selva tupida, asfixiante y abrumadora. Las gentes con sus ropajes, su lengua, su pasado en el presente.
En España los medicamentos se venden solamente en farmacias. Esa tienda de la que hablo se denominaba farmacia, de ahí nuestra extrañeza, porque aquí también tenemos sitios donde puedes encontrar un poco de todo.
Lo de la gallina lo vimos allí, y esa carita del niño, dejándose hacer, y nosotras sin creer en esa realidad. Fuertes sensaciones, privilegio de observar y poder vivirlo aunque sea como mera espectadora.
Cobrar entradas, por un lado deja dividendos y por otro sirve de filtro para que tampoco sea una puerta abierta sin más. Supongo que el negocio les va bien.
Me impresionó mucho toda esta zona.
Gracias por todos tus comentarios.
BIQUIÑOS
Gamiel, las fotos son mucho más que imágenes. A mi en cada viaje me gusta llevar cámara y volver con todo un álbum personalizado de los momentos vividos. No cuido la técnica, por desconocimiento sobre todo; cuido mucho lo que me llama la atención y quiero conservar para poder contemplar muchas veces desde la tranquilidad de mi casa.
Gracias por tu visita
Me han encantado tus notas de viaje. Si no se podìa hacer fotos, al menos nos has hecho llegar el ambiente con tus palabras. Entre los chamanes y el sacrificio de la gallina, no se te pusieron los pelos de punta?
LAs fotos por supuesto que son excelentes.
Un abrazo, Lu.
Kashtanka, los pelos de punta y la cabeza hacia los lados porque todo lo que se respiraba allí dentro tampoco era nada despreciable. Una atmósfera y una experiencia realmente única.
Biquiños
Ya de vuelta en casa y leyendo correos luego de poner una lavadora. Es lo que tiene volver de los viajes... Bonitas fotos...
Lo bueno se acaba. Ganas de que nos cuentes tus aventuras.
BIQUIÑOS
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