domingo, 18 de octubre de 2009

Los libros arden mal – Manuel Rivas


Coincidencias, a veces buscadas, otras encontradas sin más. La semana pasada comentaba una novela de un escritor vigués que utiliza su (mi) ciudad como escenario, y hoy, otro gallego, que localiza la acción en Coruña.

Gran obra (por tamaño y contenido) construida a modo de puzzle al que vamos dando forma con paciencia, gracias a una larga galería de personajes y sus vivencias: el fotógrafo ambulante con su caballo de madera traído directamente de Cuba, aspirante a boxeador; el jardinero que cambia su oficio por el de trabajador para la eternidad (enterrador); el censor que sueña con escribir poesía; el juez que contempla la quema de libros y que daría su vida por un ejemplar del Nuevo Testamento para su colección privada; la pintora que ayuda a su hijo a superar la tartamudez con dibujos sobre su mano; las cerilleras; el policía que redacta informes como quien confabula un guión detectivesco; el operario de grúa, dueño del primer balón de futbol que se conoce en la ciudad…

Brillante homenaje al lenguaje, a la palabra y a los libros, como símbolos del pensamiento, la creación y la evolución cultural.

A mi me ha calado especialmente todo lo relativo a la Galicia de antes, (he pensado mucho en mi abuela): el mantel de hule sobre la mesa y las mujeres con grandes fardos de ropa sobre la cabeza, para lavar en el río (contra un lado, contra otro, clarear al sol, retorcer para escurrir, aromatizar con hierbas para diluir el olor de la humedad).

Puedes leer las primeras páginas (enlace).
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HACE UN AÑO: Cometas en el cielo

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