sábado, 10 de febrero de 2018

Cosas que los nietos deberían saber




Mark Oliver Everett (Eels).

Nº de páginas: 224 págs.
Editorial: BLACKIE BOOKS, 2009
ISBN: 9788493736217
Traductor: PABLO ALVAREZ ELLACURIA


Lo leo porque me lo recomiendan, y menudo regalo me han hecho. Me ha sorprendido mucho. Me ha cautivado. Me he enamorado literalmente de este hombre. Ya adoraba su música, pero ahora que sé de dónde vienen parte de sus temas, sus letras, no puedo parar de escucharlos. Y encima coincide con canciones nuevas que formarán parte de su nuevo trabajo, y este verano está con su grupo por España.

Copio algunos párrafos.

Así comenzó el extraño universo paralelo de mi vida: vivo escondido dentro de mí mismo en la vida real (para evitar el dolor y la humillación), pero en cuanto subo a un escenario trato de montar un número apasionado y sentido. Es la hostia.

De momento sigo vivo, y he acabado por entender que algunos de los peores momentos de mi vida han desembocado en algunos de los mejores, así que no soy de los que devora con avidez el melodrama ajeno. Cada día es cada día, y punto.


Me propuse hacer algo bueno en este mundo, lo mejor que pudiera, y eso es el único objetivo. Vamos, que hago sólo lo que quiero hacer  y dedico una cantidad de tiempo enorme a decir que no a las estupideces que me piden que haga y que no me convienen.

A veces, la belleza me supera y no sé cómo afrontarla. ¿Conoces la sensación? ¿Cuándo algo es demasiado hermoso? ¿Cuando alguien dice algo o escribe algo o toca algo que te conmueve hasta las lágrimas, o que llega incluso a cambiarte?


Y más adelante, durante aquella etapa tan negra de mi vida, iba conduciendo por la carretera cuando oí en la radio al grupo inglés Portishead. Me quedé sin palabras. Tuve que parar en el arcén para escuchar con toda atención. La combinación de "bucles" creados con frases de percusión y sampleos de las bandas sonoras de Lalo Schifrin con la voz de la cantante superpuesta me fascinó, y me dio la inspiración para recuperar mi antiguo mundo de collages sonoros e integrarlos en mis composiciones musicales.


Una de las cosas que las muertes me hicieron ver es que yo todavía estaba vivo.

El matrimonio siempre me había parecido algo que hace la gente "normal". Muchas veces había pensado que la gente lo hacía porque es lo que todo el mundo hace. Pero cuando conocí a una persona tan extraordinaria, tan absolutamente única (habitante de su propio planeta) y me convencí de que era la única manera de verse, la idea empezó a resultar más y más atractiva. Iba a ser una aventura rara, muy rara, pero divertida.

Después de perder a mi familia, la música era para mí más importante que nunca. Era ahora mi familia. Había puesto mi vida entera en ella, y por eso cada obstáculo era una derrota descorazonadora.


Todas las circunstancias a las que había tenido que sobreponerme me hacían ahora más fácil apreciar de verdad las cosas realmente maravillosas de la vida. Vivía en una casa que me encantaba, tenía muy buenos amigos y estaba en condiciones de ganarme la vida haciendo algo que adoro y que tengo que hacer. ¿Cuánta gente hay que de verdad llegue a encontrarse en esa situación?


Mientras hablo con Tom reúno el valor suficiente para preguntarle si le interesaría hacer algo en el disco que estoy preparando. Me dice que sí, pero que tendrá que ser en una grabadora de 4 pistas para que él pueda grabar su aportación como a él le gusta: en el cuarto de baño de su casa.
Le envío la cinta con instrucciones muy precisas sobre lo que quiero que haga. Él hace caso omiso de mis instrucciones, borra por error la pista en la que yo canto y me devuelve una cinta en la que pasea por su cuarto de baño chillando y llorando como un bebé. A Tom Waits no se le dice lo que tiene que hacer. Es fantástico. Me pide mil disculpas por haber borrado la pista en la que cantaba y como compensación se ofrece a cortar madera y segar la hierba de mi patio. Yo, por supuesto, estoy encantadísimo con toda la historia: Tom Waits ha borrado una pista en la que yo cantaba.



Qué ironía: la creación de un disco sobre la alegría de vivir me ha llevado al borde del suicidio.

Paro ya. Para mí, sin duda, maravilloso.



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