miércoles, 20 de mayo de 2009

Que no se entere nadie

Todos tenemos gustos o pasiones indecentes o que, aunque no lo sean, solemos ocultar.

Leyendo este artículo de Javier Marías (enlace), me paro a pensar en esos secretos inconfesables que procuramos no compartir con los demás.

Me pregunto qué hace que nos gusten cosas que sabemos que son mediocres o malas, y qué nos lleva a callar ese gusto. Quizá todos necesitamos ser vulgares al menos un rato al día, y sentirnos masa, y en compañía abundante, para ayudarnos a entender el mundo y por tanto a nosotros mismos, que nunca somos tan distintos unos de otros. Curiosamente, en lo que no sé permitirme “desfallecimientos” es en lo que practico, la novela: no me veo leyendo El perro con el pijama de rayas ni El incidente de los cometas en el crepúsculo ni La chica que soñaba con los números primos. Quizá debería aprender a arriesgarme, también en ese campo.

Confieso haber seguido las primeras temporadas de Gran Hermano, totalmente adicta a las galas (nominaciones y expulsiones). En esos momentos me reía de quienes tanto lo odiaban (con aires de intelectualidad). Era fascinante descubrir las mentiras de los supuestos detractores. Entretenimiento y aturdimiento de los problemas cotidianos. La posibilidad de espiar cada momento de una convivencia televisiva. Sobre todo aquella primera edición, cuando los concursantes eran ingenuos, todo era innovador y se generaba cierto debate.

En cuanto a música, cine o literatura, tengo medianamente claros mis intereses y preferencias. Pero, a veces me dejo llevar, para pasar el rato, sin más, o para poder opinar o criticar. Con los libros me da un poco de rabia dedicar tiempo a algo que no me entusiasme y, más de una vez dejo una lectura sin acabar, incluso en sus primeras páginas.


HACE UN AÑO Y UN DÍA: The Wedding Present

10 comentarios:

Thabitha dijo...

Yo lo intenté con algún libro, atraída por la curiosidad de qué tendría para que todo el mundo dijera maravillas de él. Pero después de sentir que había perdido mi tiempo leyéndolo, no lo he vuelto a intentar. Aunque confieso que he vuelto a estar tentada.
Saludos!

LU dijo...

Thabitha, hay tentaciones peligrosas. Supongo que muchas veces es por simple curiosidad. Me da pena leer algo que no me dice nada y pensar en todos los libros maravillosos que están por descubrir. Pero no soy tan selectiva en verano o si me voy de vacaciones, parece que todo me vale.

Anónimo dijo...

Soy un mal lector. De hecho, dejè de leer novelas porque son muy largas. "La guerra y la Paz" maravilloso clàsico...que no tengo intensiòn de leer, es muy largo. Ahora prefiero LEER CUENTOS, son cortos y si no te gusta, no fue mucho el tiempo que perdistes. Asì de simple

Paco dijo...

Yo confieso públicamente que siento una tracción extraordinaria por muchas cosas "que no me gustan". Podría decir muchas, te lo aseguro. Es más, invierto mucho tiempo en ver programas de televisión que no me interesan, pongamos por caso. Esto debe estar relacionado con una actitud ante la vida más profunda que voy a intentar averiguar desde este momento. Me voy al siquiatra. Adiós.

Lane dijo...

JAJAJAJA. Yo también he visto muchas veces GH y "se supone" que no me pega nada. Cuando ese domingo leí lo de Javier Marías pensé en tantas contradicciones y cosas inesperadas que tenemos.

Salud

LU dijo...

Alí, a mi me encanta leer, pero no creas, si el libro es muy grueso, me lo pienso dos veces. Tiene que ser muy especial o gustarme mucho, porque le dedico ratos sueltos y no me quiero pasarme meses con lo mismo. Manías.
Antes sí que era muy aficionada a los relatos; ahora no tanto.

LU dijo...

Paco, supongo que lo queramos o no, la tele atrapa. Es muy cómodo, coger el mando e instalarse en el sofá (no pensar?). Pena de programaciones tan nefastas o con temas interesantes en los tramos de baja audiencia.

Yo, a veces, me siento un bicho raro por no ver apenas nada en la tele (ahora toca esa etapa); pero no pienso ir al psiquiatra, je je. Mejor me voy a dar un paseo a la playa con Otto.

LU dijo...

Lane, bienvenida. A mi también me hizo pensar el artículo de Javier Marías. Es muy curioso ese ocultamiento, y ya no hablo de personas que se deben a su imagen. Al menos yo no vivo de lo que los demás piensan de mi. Sin embargo…

Qué es lo que nos pega? Consideramos vulgar – lo dice Marías – aquello que triunfa? Por qué veneramos lo maldito, lo indie?

Unknown dijo...

Yo también me enchufé con mi madre las dos primeras temporadas de GH! fue un experimento socio-psicológico (dicen) que terminó en una casa de verduleros.
El dar o no más oportunidad a la música o al cine depende de tu pasión por cada campo y el tiempo que le hayas dedicado. Al igual que tu sabes cuando dejar de leer un libro, yo muchas veces se las oportunidades que se merece un músico con solo oír una canción.
Todo esto es entretenimiento, ocio...etc, pero algunas personas como tu quieren ir más allá. No es lo mismo que te guste la música a que te importe la música. No es lo mismo decir que me gustas a que te amo! Es feo comparar personas con páginas encuadernadas, pero las pasiones, pasiones son.
Cualquier sentimiento que te produzca cualquier tipo de obra deberías compartirlo, además ya sabes que muchos gustos y opiniones cambian, por eso las críticas a veces son tan injustas.
Dios que me enrollo! la siguiente charla te la echo con un café al menos! jaja
Sigue así! :)

Muakk!

LU dijo...

MRM, es verdad que ocupan planos muy diferentes los programas de la tele (donde la única exigencia es que no sean muy estridentes) al cine, la música o los libros.
Sí, soy muy selectiva con la música. Elijo quién y en qué momento. Cuando la decisión no depende de mi (viajes en coche, por ejemplo, con más gente), me relajo y cruzo los dedos para no estar rodeada de canciones que detesto. En el peor de los casos, protesto, y si no funciona, desconecto o no paro de hablar, je je
Y, sí, he cambiado MUCHO en los últimos años. Era radical, ahora soy más ecléctica. Antes me gustaba llevar la contraria; ahora prefiero compartir y descubrir.
Con el cine, me puede la curiosidad y a veces me gusta arriesgar, aunque sea solamente para reafirmarme, o poder dar una opinión directa.

Con un café o una cervecita creo que tendríamos para horas. Mientras el señor Google no te limite el espacio para los comentarios, yo estaré encantada de leerlos, breves o largos.

Biquiños