Las noches de Cabiria

… me acuerdo de que al comienzo fue sólo un cuentecillo, un personaje inventado para Anna Magnani... “¿por qué no me escribes una historia bonita para el loco de tu amigo Roberto?”

Magnani y Rosellini rechazan la idea y más tarde durante el rodaje de El jeque blanco le pone el nombre de Cabiria a la putilla que encarna Giulietta Masina, y es a partir de ahí que el personaje empieza a crecer dentro de su cabeza.

Algún tiempo después, mientras rodaba Il Bidone, entre los viejos muros del antiguo acueducto romano del burgo de San Felice, advertí aislada de las demás chabolas, una barraca minúscula que sólo podía imaginarse más miserable y pobre en los dibujos animados. Una especia de perrera hecha de trozos de hojalata y viejos cajones de fruta. Me acerqué incrédulo, empujé la puerta que estaba entornada y metí la cabeza. Por muy absurda que fuese como habitación, la barraca tenía en el interior un acongojante encanto: cortinas de flores en las ventanas (¿ventanas?), cazuelas y sartenes aboyadas pero brillantes, colgadas en orden de las paredes, y una mesita de hierro con el tablero de mármol como las mesitas de las terrazas, con un paño bordado en medio y encima un florero con margaritas.

Textos extraídos del libro de Federico Fellini, Apuntes. Recuerdos y fantasías.

TÍTULO ORIGINAL Le notti di Cabiria
DIRECTOR Federico Fellini
REPARTO Giulietta Masina, François Périer, Amedeo Nazzari, Aldo Silvani, Franca Marzi
GUIÓN Federico Fellini, Ennio Flaiano, Tullio Pinelli
MÚSICA Nino Rota
FOTOGRAFÍA Aldo Tonti
Italia 1957, 110 min.
Oscar: Mejor película de habla no inglesa

Ya el robo inicial resulta sobrecogedor. Le quita el bolso en pleno embobamiento amoroso y la empuja al río. A punto de ahogarse porque no sabe nadar. La reanimación de los lugareños no tiene desperdicio. Vivan los cursos de primeros auxilios.

Cabiria es pequeña de estatura, enamoradiza y muy ingenua. Trabaja ejerciendo la prostitución en los arrabales de Roma.
En tres noches vivirá experiencias asombrosas:

Baila en la calle, ella sola, y ve salir de un club a una pareja que discute acaloradamente. La chica se marcha y él invita a Cabiria a subirse al brillante Cadillac, a un local y a la villa. Alucinada ve como los perros se pasean por el interior de la lujosa mansión. Cuando reaparece la amante, a ella la encierra en el baño desde donde podrá observar a través del ojo de la cerradura todo lo que sucede en la alcoba. Sueña.

¿Quién me va a creer cuando lo cuente? Yo misma casi no lo creeré mañana.

El buen samaritano reparte víveres y ropa entre las personas que malviven en agujeros en medio del campo, hasta el amanecer. Cabiria ve con horror el terrible futuro que la espera. Miedo.

Acude a la Virgen Milagrosa del Divino Amor. Pide un deseo, el que mueve toda su existencia, todas sus esperanzas: encontrar el amor verdadero y abandonar esa vida que lleva.

Entonces conoce a un tímido empleado que vence todas sus reticencias. Al fin ha encontrado lo que siempre había querido. La felicidad la embarga….

Sin duda uno de los personajes más desdichados del cine. Giulietta Masina nos envuelve con su maravillosa actuación y provoca una avalancha de sentimientos hacia esa mujer tan desvalida.

Con esta obra maestra cierro, de momento este mini-ciclo a Fellini, que me ha hecho vivir momentos maravillosos.




HACE UN AÑO: Fucking Amal