Ya he escrito aquí sobre este maravilloso eco-escritor: Patagonia Express y Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar. Y ahora vuelvo con otros dos breves volúmenes.
Un viejo que leía novelas de amor
Me acompañó en varios viajes, pero por un motivo u otro se quedaba a medias. Lo he recuperado, vuelto a empezar, y disfrutado hasta el final.
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos ha aprendido a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un día decidió leer con pasión las novelas de amor –del verdadero, del que hace sufrir- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de estos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes, pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida.
Nadie consigue atar un trueno, y nadie consigue apropiarse de los cielos del otro en el momento del abandono.
… los colonos destrozaban la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto.
Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer. Era poseedor del antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez.
… un pasado sobre el que Antonio José Bolívar Proaño prefería no pensar, dejando los pozos de la memoria abiertos para llenarlos con las dichas y los tormentos de amores más prolongados que el tiempo.
Me acompañó en varios viajes, pero por un motivo u otro se quedaba a medias. Lo he recuperado, vuelto a empezar, y disfrutado hasta el final.
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos ha aprendido a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un día decidió leer con pasión las novelas de amor –del verdadero, del que hace sufrir- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de estos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes, pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida.
Nadie consigue atar un trueno, y nadie consigue apropiarse de los cielos del otro en el momento del abandono.
… los colonos destrozaban la selva construyendo la obra maestra del hombre civilizado: el desierto.
Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer. Era poseedor del antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez.
… un pasado sobre el que Antonio José Bolívar Proaño prefería no pensar, dejando los pozos de la memoria abiertos para llenarlos con las dichas y los tormentos de amores más prolongados que el tiempo.
Mundo del fin del mundo
Un adolescente, enardecido por la lectura de Moby Dick, aprovecha las vacaciones de verano para embarcarse, en los confines australes de América, allí donde se termina el mundo, en un ballenero que por primera vez le llevará por esos mares donde todavía navegan legendarios héroes de verdad y de mentira
Muchos años después, el joven chileno, ya convertido en adulto y residente en el otro extremo del planeta, periodista y miembro activo del movimiento Greenpeace, vuelve inesperadamente a los lejanos parajes de su escapada juvenil por una razón muy distinta, pero tal vez igualmente romántica: barcos piratas están depredando la fauna marítima que habita las gélidas e impolutas aguas del mundo del fin del mundo.
Hay que seguir las huellas sanguinarias del feroz capitán Tanifuji, encontrar pruebas, denunciarlo, impedir la barbarie y salvar a Sarita, atrapada en una enmarañada red de oscuros intereses internacionales.
… La Patagonia está más allá de las simples intenciones del viajero, y la distancia se nos muestra en su real envergadura cuando los recuerdos emergen como boyas en el agitado mar de los años más intensos.
Caminamos en silencio. En medio de esos silencios que son la mejor forma de comunicación.
Siempre es un placer aproximarme a sus textos y a todo lo que defiende y denuncia.
HACE UN AÑO: 1408
Un adolescente, enardecido por la lectura de Moby Dick, aprovecha las vacaciones de verano para embarcarse, en los confines australes de América, allí donde se termina el mundo, en un ballenero que por primera vez le llevará por esos mares donde todavía navegan legendarios héroes de verdad y de mentira
Muchos años después, el joven chileno, ya convertido en adulto y residente en el otro extremo del planeta, periodista y miembro activo del movimiento Greenpeace, vuelve inesperadamente a los lejanos parajes de su escapada juvenil por una razón muy distinta, pero tal vez igualmente romántica: barcos piratas están depredando la fauna marítima que habita las gélidas e impolutas aguas del mundo del fin del mundo.
Hay que seguir las huellas sanguinarias del feroz capitán Tanifuji, encontrar pruebas, denunciarlo, impedir la barbarie y salvar a Sarita, atrapada en una enmarañada red de oscuros intereses internacionales.
… La Patagonia está más allá de las simples intenciones del viajero, y la distancia se nos muestra en su real envergadura cuando los recuerdos emergen como boyas en el agitado mar de los años más intensos.
Caminamos en silencio. En medio de esos silencios que son la mejor forma de comunicación.
Siempre es un placer aproximarme a sus textos y a todo lo que defiende y denuncia.
HACE UN AÑO: 1408
12 comentarios:
Me quedo con "Mundo del fin del Mundo", una lectura muy interesante, me atrajo por el tema de los balleneros y otras muchas cosas que descubrí en su páginas. Un abrazo y gracias por recordarmelo. Disfruta del fin de semana.
Aqui dibujando unas meiguiñas para el cumple de una amiga.
me encanta que me recomienden libros, empezaré por "mundo del fin del mundo" que me llama más la atención. Biquiños
Interesante debe ser la Pataginia por lo que descubro en un montón de películas argentinas, pero me queda un poco lejos.
Una compañera estuvo un mes en la patagonia y vino contando que era lo mas interesante para biologos y geologos. Mucho más que las Galápagos. Son dos objetivos que se que no alzanzaré. Me tendré que conformar con leer.
Mónica, en este caso los balleneros no son lo que ese adolescente tiene en su imaginación, son barcos asesinos despiadados, conducidos por gente sin el más mínimo escrúpulo, ni respeto por la naturaleza.
Biquiños
Eva, si no has leído nada de este escritor, yo te recomiendo Patagonia Express, mi favorito, sin duda. Y el cuento del gato y la gaviota es una delicia.
Biquiños
Jack, el cine y la literatura nos acercan a esos lugares lejanos o desconocidos. Es parte de su magia.
Biquiños
Pepe, yo estuve casi dos semanas por la Patagonis chilena, de viaje, de turista, y me volví completamente enamorada y con ganas de hacer de nuevo ese viaje pero del lado argentino. Un sueño por cumplir. Mientras me aferro a las lecturas.
Biquiños
Ya, pero no sé porque me vino a la cabeza. El cuento del gato que enseñó a volar a la gaviota es otra maravilla de Sepúlveda, lo disfruté también en teatro. besitos y feliz comienzo de semana.
Mónica, ya ves que yo sigo con sus libros porque siempre me transmite temas que me llegan. Me gusta esa forma que tiene de unir ecología y literatura.
Biquiños
Querida:
Me gusta encontrarme con escritores que llenan mi alma frágil..
besos, Monique.
Monique, mi aprecio por este escritor, en gran parte se debe a tus fantásticas recomendaciones.
Un beso muy grande desde este lado del charco.
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