Asidua al programa Página2, donde por primera vez escucho algo sobre Miguel Mena. Habla desde la sala de estimulación del colegio de su hijo con síndrome de Angelman. Periodista, locutor de radio, escritor, desgrana en fotografías minimalistas y textos escuetos y directos reflexiones sobre la discapacidad, la barbarie del terrorismo, deporte, música, historias anónimas, casualidades, paradojas.
Altamente recomendable.
Qué raro se hace tener un hijo prácticamente mudo cuando te ganas la vida hablando, un hijo condenado a ser analfabeto cuando llenas tu tiempo escribiendo, un hijo con poco equilibrio cuando tu afición es montar en bicicleta. Qué extraño resulta que para ser feliz no parezca necesitar nada de lo que a ti te gusta.
Aunque la vida le empujó a trabajar desde muy joven, y apenas le quedaba tiempo para nada, mantuvo siempre su afición por la lectura. Poco a poco, llenó las estanterías de casa con los libros que compraba. Libros de siempre. Libros baratos. Las colecciones que anunciaban por televisión; los que se vendían acompañando el periódico. Aunque no dispusiera de tiempo para tantos, en sus cálculos entraba disfrutar a fondo de su biblioteca a partir de la jubilación.Cada mirada a la estantería era el anuncio de un futuro con muchas horas de apasionada lectura. Pero el azúcar por aquí y la tensión por allá hicieron mella en sus ojos y, cuando llegó el tiempo de gozar con aquel tesoro, necesitaba una lupa para avanzar por aquellos renglones de letras minúsculas. Sólo quería ser lector, pero tuvo que convertirse en detective para seguir las huellas de unas historias que se desvanecían ante su mirada imprecisa. Y cuando ya ni con los cristales de aumento fue posible, se quedó sentado en su penunmbra, frente a decenas de lomos de libros por abrir, como un capitán al que le hubieran robado su barco y lo viera desaparecer entre la neblina.
Algunos sucesos se quedan clavados para siempre, son como chinchetas de las que cuelga una nota de aviso: de descuidos y torpezas está cargada el arma de la casualidad.
A veces acudíamos al almacén donde iban arrinconando los discos que ya no cabían en la emisora. Recorríamos las estanterías en búsqueda de rarezas, joyitas, perlas escondidas en un mar de polvo. Veíamos pasar rótulos y rótulos, caras y caras. Por cada superviviente, por cada grupo o artista de larga trayectoria, nos reencontrábamos con cientos de nombres olvidados. Cientos de nombres de un solo éxito y cientos que ni siquiera habían llegado a eso. Por cada estrella brillante, decenas de estrellas fugaces, de estrellas pálidas, de estrellas ocultas, de agujeros negros. El lugar rebosaba de melodías alegres y fortos coloristas, sin embargo nos parecía estar desenterrando cadáveres en un cementerio de ilusiones.
Un día marcado en el calendario, el 23F del 81, Paul Auster se enamora.
Altamente recomendable.
Qué raro se hace tener un hijo prácticamente mudo cuando te ganas la vida hablando, un hijo condenado a ser analfabeto cuando llenas tu tiempo escribiendo, un hijo con poco equilibrio cuando tu afición es montar en bicicleta. Qué extraño resulta que para ser feliz no parezca necesitar nada de lo que a ti te gusta.
Aunque la vida le empujó a trabajar desde muy joven, y apenas le quedaba tiempo para nada, mantuvo siempre su afición por la lectura. Poco a poco, llenó las estanterías de casa con los libros que compraba. Libros de siempre. Libros baratos. Las colecciones que anunciaban por televisión; los que se vendían acompañando el periódico. Aunque no dispusiera de tiempo para tantos, en sus cálculos entraba disfrutar a fondo de su biblioteca a partir de la jubilación.Cada mirada a la estantería era el anuncio de un futuro con muchas horas de apasionada lectura. Pero el azúcar por aquí y la tensión por allá hicieron mella en sus ojos y, cuando llegó el tiempo de gozar con aquel tesoro, necesitaba una lupa para avanzar por aquellos renglones de letras minúsculas. Sólo quería ser lector, pero tuvo que convertirse en detective para seguir las huellas de unas historias que se desvanecían ante su mirada imprecisa. Y cuando ya ni con los cristales de aumento fue posible, se quedó sentado en su penunmbra, frente a decenas de lomos de libros por abrir, como un capitán al que le hubieran robado su barco y lo viera desaparecer entre la neblina.
Algunos sucesos se quedan clavados para siempre, son como chinchetas de las que cuelga una nota de aviso: de descuidos y torpezas está cargada el arma de la casualidad.
A veces acudíamos al almacén donde iban arrinconando los discos que ya no cabían en la emisora. Recorríamos las estanterías en búsqueda de rarezas, joyitas, perlas escondidas en un mar de polvo. Veíamos pasar rótulos y rótulos, caras y caras. Por cada superviviente, por cada grupo o artista de larga trayectoria, nos reencontrábamos con cientos de nombres olvidados. Cientos de nombres de un solo éxito y cientos que ni siquiera habían llegado a eso. Por cada estrella brillante, decenas de estrellas fugaces, de estrellas pálidas, de estrellas ocultas, de agujeros negros. El lugar rebosaba de melodías alegres y fortos coloristas, sin embargo nos parecía estar desenterrando cadáveres en un cementerio de ilusiones.
Un día marcado en el calendario, el 23F del 81, Paul Auster se enamora.
Web de Miguel Mena
HACE UN AÑO Y DOS DÍAS: Cuentos de Terramar
HACE UN AÑO: Mañana navideña
6 comentarios:
Respeto absoluto para esos temas aunque sean abordados literariamente, qué hermoso ser lector,verdad?
Te deseo hermosos sueños y finas realidades. Aunque viva en otro océano, mi cercanía y cariño por vos, traspasa fronteras.
Afectos, Monique.
No conocía a este autor pero por la entrevista me ha impactado y muy especialmente por la referencia a su hijo. Lo voy a tener en cuenta.
http://img686.imageshack.us/i/3377.jpg/
Monique, que 2010 nos deje lecturas tan interesantes y humanas como esta, y que lo podamos compartir.
Siempre para ti mis más afectuosos deseos.
Biquiños
Pepe, a mi me gustó ,mucho lo que contaba. Y ahora al leer el libro me reafirmo en esa intuición.
Es una colección de textos muy breves, pero muy profundos.
En su web aparece un mail de contacto y le escribí simplemente para decirle lo mucho que me había gustado el libro, con el enlace de esta entrada. Pues me ha contestado, y además, y esto no veas lo que me ha gustado, una de esas casualidades… Elegí el texto del hombre que atesora libros porque me emocionó. Y ahora resulta que este hombre es de Vigo…
BIQUIÑOS
Key, QUÉ DETALLAZO. Es GENIAL, de verdad. Si es que estas son las cosas que realmente hacen de la navidad algo tan especial.
Biquiños y MUCHAS MUCHAS GRACIAS
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