El último libro que me compro en 2010, la tarde en que elijo los regalos de Reyes para la familia. Y con el recuerdo de México, agridulce como el chocolate, me dejo llevar plácidamente por la amena prosa de este hombre, Oliver Sacks, polifacético y sabio. En este breve relato, transita entre su pasión por los helechos (motivo del viaje, aunque pueda sonar extraño o atípico) y sus descubrimientos como turista.
A menudo los astrónomos aficionados son los primeros en descubrir cometas y supernovas... Los aficionados son esenciales en mineralogía, y aunque están al margen de las subvenciones y del apoyo profesional, llegan a lugares a los que el profesional no puede acceder y todos los años describen nuevas especies minerales. Lo mismo sucede con la búsqueda de fósiles y la observación de aves. En todos esos campos, lo básico no es esencialmente el adiestramiento profesional, sino el ojo del naturalista que procede de una mezcla de disposición natural, biofilia, experiencia y pasión. Eso es lo que tienen los aficionados, en el mejor sentido e la palabra, pasión, amor por su tema, y la experiencia acumulada, con frecuencia, a lo largo de toda una vida de aguda observación en su campo de estudio.
La primera vez que Colón desembarcó en el Nuevo Mundo los nativos le regalaron fruta y “ciertas hojas secas que emitían una fragancia inconfundible”. El descubridor se comió la fruta, pero como no tenía idea de para qué servían las hojas, ordenó que las arrojaran por la borda. Pocos años después, otro explorador, Rodrigo de Jerez, durante su visita a Cuba, vio que los nativos fumaban, y llevó la novedad a España. Cuando sus vecinos vieron que le salía humo de la nariz y la boca, tal fue su alarma que avisaron a la Inquisición y Rodrigo se pasó siete años en prisión. Cuando salió de la cárcel, fumar estaba de moda en España.
Iglesia de Santo Domingo Es un templo enorme, deslumbrante, abrumador por su magnificencia barroca, sin un centímetro que no esté dorado. Esta iglesia produce cierta sensación de poder y riqueza, los del ocupante. Me pregunto qué cantidad de ese oro fue obtenida en las minas por esclavos, y qué cantidad resultó de fundir los tesoros aztecas. ¿Cuánto sufrimiento, esclavitud, furor y muerte intervinieron en la construcción de esta magnífica iglesia?
Chocolate Los mayas lo preparaban de un modo algo diferente (su choco haa, o agua amarga, era un líquido espeso, frío y amargo, pues desconocían el azúcar) y lo enriquecían con especias, harina de maíz y en ocasiones chile. Los aztecas que lo llamaban cacahualt, consideraban que era la más nutritiva y fortificante de las bebidas, reservada para los nobles y reyes. Lo veían como un alimento de los dioses, y creían que al principio el árbol del cacao sólo crecía en el Paraíso, pero su dios Quetzacoalt robó un árbol de cacao, descendió del cielo en un rayo del lucero del alba y se lo dio a la humanidad… se ha cultivado en México durante más de dos mil años y no sólo como fuente de la divina bebida, pues las vainas de cacao se utilizaban como símbolos de fertilidad y a menudo aparecen retratadas en esculturas y tallas, mientras que los granos eran útiles como moneda.
Afirma la leyenda que Moctezuma se tomaba a diario de cuarenta a cincuenta tazas de humeante chocolate y para él era un afrodisíaco.
Para reducir la velocidad en las carreteras han colocado numerosos “policías durmientes”
Siempre es un placer leer a esta autor.
A menudo los astrónomos aficionados son los primeros en descubrir cometas y supernovas... Los aficionados son esenciales en mineralogía, y aunque están al margen de las subvenciones y del apoyo profesional, llegan a lugares a los que el profesional no puede acceder y todos los años describen nuevas especies minerales. Lo mismo sucede con la búsqueda de fósiles y la observación de aves. En todos esos campos, lo básico no es esencialmente el adiestramiento profesional, sino el ojo del naturalista que procede de una mezcla de disposición natural, biofilia, experiencia y pasión. Eso es lo que tienen los aficionados, en el mejor sentido e la palabra, pasión, amor por su tema, y la experiencia acumulada, con frecuencia, a lo largo de toda una vida de aguda observación en su campo de estudio.
La primera vez que Colón desembarcó en el Nuevo Mundo los nativos le regalaron fruta y “ciertas hojas secas que emitían una fragancia inconfundible”. El descubridor se comió la fruta, pero como no tenía idea de para qué servían las hojas, ordenó que las arrojaran por la borda. Pocos años después, otro explorador, Rodrigo de Jerez, durante su visita a Cuba, vio que los nativos fumaban, y llevó la novedad a España. Cuando sus vecinos vieron que le salía humo de la nariz y la boca, tal fue su alarma que avisaron a la Inquisición y Rodrigo se pasó siete años en prisión. Cuando salió de la cárcel, fumar estaba de moda en España.
Iglesia de Santo Domingo Es un templo enorme, deslumbrante, abrumador por su magnificencia barroca, sin un centímetro que no esté dorado. Esta iglesia produce cierta sensación de poder y riqueza, los del ocupante. Me pregunto qué cantidad de ese oro fue obtenida en las minas por esclavos, y qué cantidad resultó de fundir los tesoros aztecas. ¿Cuánto sufrimiento, esclavitud, furor y muerte intervinieron en la construcción de esta magnífica iglesia?
Chocolate Los mayas lo preparaban de un modo algo diferente (su choco haa, o agua amarga, era un líquido espeso, frío y amargo, pues desconocían el azúcar) y lo enriquecían con especias, harina de maíz y en ocasiones chile. Los aztecas que lo llamaban cacahualt, consideraban que era la más nutritiva y fortificante de las bebidas, reservada para los nobles y reyes. Lo veían como un alimento de los dioses, y creían que al principio el árbol del cacao sólo crecía en el Paraíso, pero su dios Quetzacoalt robó un árbol de cacao, descendió del cielo en un rayo del lucero del alba y se lo dio a la humanidad… se ha cultivado en México durante más de dos mil años y no sólo como fuente de la divina bebida, pues las vainas de cacao se utilizaban como símbolos de fertilidad y a menudo aparecen retratadas en esculturas y tallas, mientras que los granos eran útiles como moneda.
Afirma la leyenda que Moctezuma se tomaba a diario de cuarenta a cincuenta tazas de humeante chocolate y para él era un afrodisíaco.
Para reducir la velocidad en las carreteras han colocado numerosos “policías durmientes”
Siempre es un placer leer a esta autor.
10 comentarios:
Buenos días ¿No es Oliver Sacks el autor de libros sobre desordenes neurológicos? ¿El hombre que confundía a su mujer con un sombrero?
Escritor que se lee con facilidad. Igual es el momento de leer algo más de él.
Besos
Y tanto, yo estoy con musicofilia, y este libro lo he compartido con personas diversas y hemos coincidido en las palabras sabias de Oliver Sacks. Un abrazo y gracias por traerme a la memoria este libro
Miguel, sí es el mismo. Neurólogo de profesión, y por lo que descubro ahora, amante de los helechos. Autor del texto Despertares, sobre el que posteriormente se hizo la famosa película. A mi me encanta. Aprendo mucho con sus libros, y además es muy ameno.
Biquiños
Mónica, era inevitable que tropezara con este libro dedicado a Oaxaca, tras haber estado allí el pasado verano. Me evoca muchos recuerdos y plantea una perspectiva de viajero realmente curiosa.
Este fin de semana empiezo al fin el último de Almudena Grandes.
Biquiños
Vaya, ya me has pillado con otro libro. ¿Pues sabes que te digo? Qué este no lo pienso leer porque todavía no he estado en Méjico (buena excusa ¿no?)
Pepe, he escuchado excusas mejores… Pero como soy malévola, te diré que en este breve libro se habla mucho de plantas, mucho. Y, por momentos regreso a la aldea de mi infancia con todos los “fentos”.
Biquiños
Ya tienes excusa para ir a México.
buscando información de este autor lo encontré
gracias
Oaxaca es una de mis ciudades preferidas, trabajé allí.
Al leer de Santo Domingo también me preguntaba ¿cuántos indígenas murieron en su construcción? Quizá cientos. Es realmente impresionante la obra arquitectónica de los dominicos.
El chocolate, uno de los productos que México aportó al mundo.
Gracias, amiga. besos, Monique.
p.d. a finales de febrero es la feria internacional del libro en el D.F.
J G, a mi me sucedió todo lo contrario. Buscando lecturas sobre México, encontré este libro, de uno de mis autores de cabecera.
Un saludo
Monique, acabar el año con este libro fue todo un regalo. Evocar tantas sensaciones y además disfrutar con su prosa. El olor del chocolate, el proceso que sigue en su elaboración. Y los policías durmientes sobre la carretera que durante kilómetros frenaban nuestro avance o nos despertaban cuando íbamos medio adormilados.
¿Ya tienes una lista para esa feria del libro?
Un beso muy grande desde el frío invierno.
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