miércoles, 15 de octubre de 2008

Artefacto diabólico

Estoy convencida de que existe un complot. Alguien lo ha tramado a conciencia. Una mente perversa y cruel, puesta al servicio de intereses económicos.Todo empezó hace años. Fue el gran acontecimiento del día. Se acababan por fin las carreras a las once de la mañana. Bajamos para verla y de inmediato probarla. Aparentemente prometía comodidad y grandes satisfacciones. Un modelo algo arcaico, pero a quién le importa. Habíamos esperado meses para conseguirla y no íbamos a poner pegas por no ser la revolución del mercado.Introducir la moneda en la ranura, un sonido de descenso del metal y comienza la magia. Hay varias posibilidades: cortado, capuccino, mocaccino, leche manchada. Todo un universo a nuestra disposición. Opto por el clásico café con leche, ya habrá tiempo de nuevas sensaciones. Se muele el grano y se mezcla con el agua hirviendo. El olor es agradable. Se abre la pequeña compuerta y saco el vaso de plástico, de tamaño más bien reducido. Me lo llevo a los labios con sumo cuidado. Puede que esté demasiado caliente, pero la impaciencia es uno de mis peores enemigos. Un sorbito (en gallego, groliño, es una palabra que me hace mucha gracia…)NO PUEDE SER: ES INTRAGABLE!!!!!!Ahora ya nos hemos acostumbrado y solamente somos conscientes de la triste realidad tras un largo periodo de alejamiento.

6 comentarios:

eva dijo...

el café, que bueno, me gusta sólo, pero si lo tomo de máquina de cafetería, me gusta con leche con su espumita. El típico que hay en los trabajos, la típica máquina, la echo de menos que la nuestra está averiada, hasta ése lo echo de menos. Biquiños

Pepe del Montgó dijo...

Me gusta mucho el café pero no puedo con los de máquina. Un espresso italiano, poquito cafe, y con esa espumita. De la taza al cielo.

Miguel dijo...

jajaja... Veo ese instrumento del diablo y veo su gemelo instalado en mi oficina. Parece quieto, esperando amargarnos la mañana con su café. Para que no van bien al baño, se les recomienda el chocolate...brrrr... solo de pensarlo me entran escalofríos.
Muy divertido tu relato.
Un beso

LU dijo...

EVA
A mi me da la vida tener uno de esos trastos. A pesar de ser de MUY MALA CALIDAD, recurro a ella dos veces cada mañana. Aunque reconozco que el verdadero placer del café lo siento en los desayunos del fin de semana, cuando me puedo relajar y deleitar, o de vacaciones, o por la tarde con amigos y una buena conversación. La máquina cubre una necesidad, nada más.
Biquiños

LU dijo...

Pepe, me encanta el café, desde el aroma al abrir un paquete, hasta el primer sorbo. En verano solo y con hielo (y con un chupito de crema de whisky, ummmm!!!). En invierno, muy cargado y con una nube de leche. Y alguna noche, un carajillo (delicioso el que preparan en un local muy cerca de mi casa).
A veces escribo las entradas de este blog con una taza de café al lado.
Biquiños

LU dijo...

Imaging, este artefacto tiene clones repartidos por muchos sitios. Si es que somos las víctimas de esos vasos con extraños sabores....
Biquiños