TÍTULO ORIGINAL Bi-mong. DIRECTOR
Y GUIONISTA Kim
Ki-duk. REPARTO Jô
Odagiri, Na-yeong
Lee, Mi-hie
Jang, Tae-hyeon
Kim, Ji-a
Park. MÚSICA Park Ji. FOTOGRAFÍA Kim Gi-tae. Corea
del Sur 2008, 95 min.
Al
despertarse se dirige al lugar donde se produjo el accidente y la posterior
fuga en su sueño. Y allí descubre horrorizado que todo ha sido real, pero él no
conducía el coche. La policía culpa a una mujer que niega los hechos. Entre
ambos se establece una extraña conexión: él sueña y ella materializa las
acciones soñadas. El persigue a una novia que le abandonó y a la que continúa
amando; ella odia y rechaza al que fue su novio. Amores imposibles y extremos.
Atormentado
porque sabe que a partir de ese momento ella hará todo lo que él sueñe, lucha
para permanecer despierto.
Momentos
preciosos (piedras talladas con palabras definitorias) en contraste con las
reiteradas autolesiones. Aunque en esta ocasión emplea mucho más dialogo que en
trabajos anteriores, este director maneja a la perfección las imágenes
impactantes, dotándolas de simbolismo y poesía. Acompañadas por una excelente
banda sonora.
¿Es
el mundo onírico el único refugio donde resguardarse de la locura, donde expiar
las culpas y encontrar un remanso de paz? Inquietante sonambulismo, y ese
eterno deseo de hacer realidad los sueños, aunque acaben convirtiéndose en
terribles pesadillas.
Intensa
y con algunos altibajos, no la considero entre lo más destacable de Kim Ki-duk.
Sin embargo merece la pena por muchos toques de calidad y ese estilo tan
personal de narrar.
Curiosidades:
el actor protagonista es japonés e interpreta el papel en su lengua materna.
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