miércoles, 7 de septiembre de 2011

La orilla del mar – Véronique Olmi

Breve e intenso relato de una madre que lleva a sus hijos cerca del mar. No son unas vacaciones idílicas, el pueblo no es una belleza, ni el hotel un compendio de lujo y comodidad. Rumiaciones, obsesiones, desequilibrio y desconexión con la realidad. Desde el principio transmite desasosiego. Caso real que también se ha llevado a la gran pantalla, pero que soy incapaz d encontrar con qué película se corresponde.

Mi cabeza empezó a hablar sola, eso no me gusta, el pensamiento es un mal bicho, a veces preferiría ser un perro. Seguro que los perros nunca se preguntan cuál es su sitio ni a quién tienen que seguir, levantan la trufa y todo queda registrado, grabado para siempre. Y se atienen a ello. A los hombres les falta olfato, ese es el peligro.

Había calefacción – a veces la felicidad depende de bien poco, algo de calor después de la lluvia y parece que la vida te sonríe.

¿Por qué me miraba así? ¿Nunca había visto llorar a nadie? ¿Dónde llora la gente? Es una pregunta que me hago a menudo, es extraño que nunca nos crucemos por la calle con gente lloriqueando. Telefonean mucho más que lloran, puede que si lloriqueásemos más nos detestásemos menos.

¿no estamos todos agotados, quién tiene ganas de levantarse por la mañana? Si no pagasen a la gente ¿acaso la mitad de la humanidad no se quedaría en la cama?

Así es como hubiera debido pasar el resto de mis días, en la cama con mis hijos, mirando el mundo como se mira la tele: de lejos, sin ensuciarse, con el mando a distancia en la mano, lo hubiéramos apagado a la primera putada.

¿tan importante es eso? Calcular el ángulo de las cosas. No es así como veo la vida, plana y sobre papel milimetrado, sin misterio alguno, la escuela es el reino de las cifras, incluso a mis niños los miden, los pesan, los califican, los evalúan, comparan su media con la de la clase

Las verbenas suelen estar al borde de las nacionales, para que la música no moleste a nadie. Como las prisiones, o los asilos, todo lo que no encaja en el decorado se coloca cerca de lasa grandes carreteras, donde la ley es otra, el dolor diferente.



HACE UN AÑO: Chichén Itzá

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