domingo, 10 de febrero de 2013

Retratos y encuentros de Gay Talese


Colección: Literaturas 
Páginas:  312
Publicación: 05/05/2010
Género: Miscelánea literaria 
ISBN: 9788420406022

Desde que allá por los años sesenta Gay Talese irrumpiera en el mundo del periodismo para revolucionar sus formas y cambiar para siempre la manera de afrontar un reportaje, sus artículos han servido de modelo a generaciones de escritores. Ya se trate de historias cotidianas protagonizadas por gente desconocida que con frecuencia nos resulta curiosamente familiar, o de perfiles de personajes famosos a los que en realidad no conocíamos tanto como creíamos, Talese es capaz de mostrarnos siempre el detalle invisible que nos revela los secretos, de introducirnos en la escena como si la estuviéramos presenciando, de hacernos partícipes de los momentos más inaccesibles.
Iconos de la cultura como Frank Sinatra, Ernest Hemingway o Peter O’Toole, de la política como Kennedy o Fidel Castro, o del deporte como Joe DiMaggio, Muhammad Alí o Joe Louis, se alternan en estas páginas con entrañables recuerdos familiares o los humildes inicios del autor en el mundo del periodismo. El nexo de unión es siempre el mismo: el inigualable estilo de Talese. (Alfaguara).

Acceder a las primeras páginas.

Me ha gustado mucho. Elijo unos cuantos párrafos que considero ilustran muy bien qué nos quiere contar y su manera de hacerlo.

En Nueva York hay 500 médiums, clasificados desde el semitrance, hasta el trance y el trance profundo. La mayoría vive en las calles setentas, ochentas y noventas del oeste de Nueva York, y en los domingos algunas de estas manzanas se comunican con los muertos, vibran al clamor de trompetas y solucionan todo tipo de problemas.

Nueva York es una ciudad de 200 vendedores de castañas, 300.000 palomas y 600 estatuas y monumentos. Cuando la estatua ecuestre de un general alza del suelo los dos cascos delanteros, quiere decir que el general murió en combate, si levanta uno, murió de heridas recibidas en combate; si los cuatro cascos pisan el suelo, el general probablemente murió en cama.

Del texto dedicado a Peter O´toole:

A los dieciocho años había anotado en su libreta las notas que serían su credo…..

Opto por no ser un hombre común… es mi derecho ser singular, si puedo… Busco la oportunidad, no la seguridad… Quiero correr el riesgo intencionado; soñar y construir, fracasar y triunfar… negarme a cambiar el incentivo por un mínimo subsidio… Prefiero los retos de la vida a la existencia asegurada, la emoción de realizar una ambición a la calma sosa de la utopía.

He evitado escribir sobre las figuras políticas, dado que el interés que despiertan es siempre pasajero; son personas anticuadas, víctimas del proceso de reciclaje de la política, seres perdidos si dicen abiertamente lo que de veras piensan.

Escribía sobre actrices del cine muido en la era del sonido, sobre los viejos que tocaban la campana en los encuentros boxísticos en el Madison Square Garden, sobre los capitanes de agua dulce de los ferrys de Staten Island, sobre los decoradores de vitrinas de boutiques de la Quinta Avenida y sobre la escultura de maniquíes femeninos que no por ser de plástico perdían su encanto natural.




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