martes, 9 de noviembre de 2010

Dublinesca – Enrique Vila – Matas

Editor en paro, que se ha pasado toda la vida buscando un genio
Acude los miércoles por la tarde a casa de sus padres y al regreso de cada viaje para contárselo. Les miente sobre su situación actual.

Funeral de la galaxia Gutenberg, hacia la era digital y el reinado de google: es el fin de los autores. Permanece aislado en su casa, delante de la pantalla del ordenador, como un verdadero hikikomori. Es un esperador vocacional.
Quiere (o no, no lo sabe) recuperar el entusiasmo, y para ello va a dar el salto inglés. Viajará a Irlanda con un grupo de amigos que comparten su admiración por el Ulises de Joyce.

Cada vez que leo algo de Vila – Matas tengo la misma sensación de euforia. Disfruto con sus textos, sus referencias a autores recoletos. Ese vagar por las páginas de su universo personal, esos descubrimientos y esos juegos: ¿quién es Vilém Vok?

En este caso disfruté de forma especial en el último tramo del libro cuando reconstruyendo una noche de alcohol, con resaca, rescata fragmentos en desorden y maneja el tiempo a su antojo.


Pero si un día encontrara ese autor tan buscado, ese fantasma, ese genio, difícilmente éste mejoraría lo ya dicho por tantos otros acerca de las grietas que separan las expectativas de la juventud y la realidad de la madurez. Lo ya dicho por tantos otros sobre la naturaleza ilusoria de nuestras elecciones, sobre la decepción que culmina la búsqueda de logros, sobre el presente como fragilidad y el futuro como dominio de la vejez y de la muerte.

Ahora, desde que no bebe, y se ha pasado al lado contrario, y muestra solo de forma incluso abrumadora la parte más atractiva de su ser, tiene la sensación de que ha perdido el suicida pero genial campo abierto de las experiencias de antes, y se ha quedado en un estado de una serenidad bochornosa y de una educación y pulcritud que dan asco. Es como si ahora solo fuera un elegante impostor que hurta a los demás la verdadera imagen conmovedora de su mente.

No existen los amigos, sino los momentos de amistad.

Primeras páginas

Más información en la web del autor





HACE UN AÑO: Espejos: una historia casi universal – Eduardo Galeano

8 comentarios:

Pepe del Montgó dijo...

Yo no estoy de acuerdo porque creo que si existen los amigos que nos dan los momentos de amista siempre que los buscamos.

LU dijo...

Pepe, yo tampoco estoy nada de acuerdo. Creo firmemente en los amigos, muy valiosos. Pero el que alguien pueda afirmar algo así demuestra que la amistad se puede entender de diversas maneras (yo no me imagino mi vida sin amigos), o que al otro extremo hay gente profundamente sola y aislada.

¿Y sobre la felicidad y los momentos felices? ¿Existe esa felicidad con mayúsculas o vivimos instantes felices?

Biquiños

Bruja Truca dijo...

Siempre me ha llamado la atención ese libro por su titulo, "Dublinesca". Estoy enamorada de Dublin. De hecho e gustaría irme a vivir allí, algún dia...

En cúanto al tema de la felicidad. Yo creo que todo depende de las expectativas de cada uno. Para unos la felicidad será tener muchos millones de euros en el banco y para otros será que le salude su perro cuando llegue a casa. Porque "no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita", pues no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita.
Si nos preguntamos si somos felices, será porque no lo seremos, porque cuando tenemos una cosa queremos otra, lease material o espiritual.

Jack dijo...

El del Montgó siempre se me adelanta y expresa en comentarios lo que yo siento. En cuanto a la felicidad absoluta yo no creo que exista. Si creo en los momentos de felicidad. Por lo tanto, en cuanto más momentos felices, podemos decir que esa persona es más feliz. Pero, imperfección humana, un golpe fuerte puede destruir todos los recuerdos de la felicidad.

LU dijo...

Bruja Truca, Dublín es una ciudad increíble. Con 14 años mis padres me mandaron allí tres semanas para que aprendiera inglés, me lo pasé en grande. Hace tres o cuatro años volví, ya como turista vacacional, para hacer una ruta por Irlanda, y no paró de llover. Eso sí, las cervezas y los pubs animan a cualquiera. ¿Por qué te irías a vivir allí?

El libro es una especie de homenaje al Ulises de Joyce (libro que no he sido capaz de leerme, nunca he conseguido pasar de las primeras páginas), y de otros escritores irlandeses. Los protagonistas viajan a Dublín, para realizar una ceremonia por esos parajes de Joyce y Beckett, ambos irlandeses y tan contrapuestos. Es una reflexión literaria.

La felicidad es saber disfrutar de lo bueno, apreciarlo en su justa medida y soñar ¿no?

Biquiños

LU dijo...

Jack, a lo mejor nuestro error es tender hacia lo absoluto y no saber paladear esos pequeños manjares que nos ofrecen o que tenemos a nuestro alcance.

Los momentos felices no se destruyen, puede que los tengamos olvidados cuando algo nos golpea muy fuerte, pero después reaparecen.

Biquiños

Bruja Truca dijo...

Fui el año pasado a Dublín, como turista. Sólo fueron cuatro días pero me hubiera quedado allí siempre. Quizás sean las ganas que tenía o la intensidad de 4 días geniales. Pero tengo un recuerdo magnífico.

Yo fui tres semanas a estudiar inglés a Malta, hace tres años. Sodoma y gomorra no es nada comparado con aquello...no me gustó.

LU dijo...

Truca, esa última vez que estuve en Dublín, coincidió un fin de semana y la verdad es que era impresionante la ente en la calle, las ganas de juerga… Después comprobamos que toda Irlanda era así, sociables, siempre dispuestos a charlar y beberse unas pintas en el pub.

En Malta estuve una Semana Santa, también con bastante lluvia. Procesiones, altares, hombres con gruesas cadenas de oro y pecho descubierto, autobuses sin puertas. Curioso y con sitios bonitos, pero totalmente prescindible.

Biquiños