Lo
que somos ahora
May
Sarton
Autora
por la que siento debilidad. Leí dos de sus textos en forma de
diario: Diario de una soledad (en 2022) y La casa junto al mar (en
2023). Fueron experiencias increíbles.
El
día del libro me compré esta novela (primera traducida al
castellano). Ficción con aires de dietario. Un grito desesperado
ante el abandono y la humillación que sufre la protagonista, una
mujer mayor que no puede vivir sola y su familia decide llevarla a
una residencia que resulta ser peor que cualquier pesadilla
imaginada. La escritura será su asidero, su constatación de que no
ha perdido del todo la capacidad de recordar.
Aquí
no se puede emplear el verbo gustar. Tampoco me atrevería a
regalarlo o recomendarlo. Lo compaginé con otras lecturas para
sobrellevarlo. Es un tema tan delicado, tan doloroso. ¿Sentiría May
Sarton miedo a vivir algo así?
Al
mismo tiempo guardo párrafos que ahora a releerlos me remueven.
Copio algunos:
Las
lágrimas son una ofensa y hacen que la gente, más que sufrir, se
sienta atacada e irritable. Cuando el interior aflora de ese modo,
apela a una intimidad que está fuera de lugar, al menos a mi edad.
Solo a los niños se les permite llorar, así que, en cierto modo,
estar aquí es un castigo. Pero ay, ahora no debo pensar esas cosas.
Lo que no es pasivo, es peligroso. Estoy aprendiendo a aceptar.
Los
fallos de la memoria son muy desorientadores. Corro el riesgo de
perder el rumbo por completo y empezar a girar en el tiempo como una
hoja en el remolino de un arroyo: entonces empiezo a dudar entre lo
que es real y lo que no, a preguntarme dónde estoy, cuánto tiempo
llevo aquí. Y al final es aterrador porque veo lo que vendrá
después: una creciente desconfianza en todos y en todo. ¿Cómo voy
a distinguir la verdad de la memoria si no soy capaz de recordar
nada?
Para
mí representa un esfuerzo al tiempo que una satisfacción, pues lo
escrito puede releerse, es mucho más sustancial que mis pensamientos
al azar, o incluso que mis pensamientos más enérgicos sobre
cualquier asunto. Es algo exterior a mí porque puedo verlo y leerlo
fuera de mi mente, y así sé que existo y que aún mantengo la
cordura.
He puesto las flores en la mesita de noche para
poder oler las dos rosas carmesí y el leve y amargo aroma de los
crisantemos. ¡Qué privada me siento de todo! En presencia de estas
flores, me he dado cuenta de que, salvo la vista -pues tengo el
prado, las vacas y la colina para contemplar -, todos mis sentidos
acusan las carencias de este lugar. Los olores son tan terribles que
a veces me tapo la nariz unos segundos para librarme de ellos. La
comida no es demasiado mala, pero todo es de plástico, incluso el
mantelito de la bandeja -así no hay que ponerlo a lavar-, los platos
y....¡el vaso! Estoy harta del puré de patatas y la carne de lata
incolora cubierta de salsa marrón espesa. Ni siquiera puedo imaginar
cómo sería recibir una caricia suave, tengo la piel reseca como un
desierto por la falta de contacto físico.
Solo mediante
el verdadero cariño, manifestado en silencio, a través de la
escucha o de algún tímido gesto de amor, podría reaccionar de otra
manera.
La
vejez es sin duda un disfraz, y los mismos viejos son los únicos
capaces de ver lo que oculta.
A
veces pienso que ahora siento las cosas con mayor intensidad que
antes, pero temo resultar ridícula.
Y
ahora mi ira se considera un signo de locura o senilidad solo porque
soy vieja.¿No es eso una crueldad? Entonces, ¿incluso la
irascibilidad se concibe como un síntoma de la vejez?
¡Cómo
me alivia expresarme! Vuelvo a ser yo misma tras haber escrito dos
páginas disidentes sobre la vejez. Entre muchas otras privaciones,
nos despojan de la expresión.
Lo
único que me asusta un poco es volver a sentir con tanta intensidad.
[…] me cuida como si yo de verdad mereciera ser
cuidada; y así, en lugar de humillarme, me valora.
[…]
el amor siempre nos pone a prueba así, siempre sobreviene como una
revelación, y siempre nos acercamos a él con asombro, como si nunca
antes lo hubiera sentido ningún ser humano sobre la faz de la
tierra: la verdadera esencia de su poder es que lo renueva todo.
[…]
¿cómo pasa una el tiempo cuando no hace más que esperar?
He
visto en usted lo que puede lograr el valor cuando no hay esperanza.
He visto hasta dónde llega el poder de un ser humano para resistir
lo peor y no verse corrompido ni cambiar.
Sinopsis:
novela que relata las vivencias de Caroline Spencer, una mujer mayor
obligada a mudarse a una residencia tras un ataque al corazón.
Mediante un diario íntimo, Caro reflexiona sobre la soledad, la
vejez y la lucha por mantener su dignidad en un entorno hostil donde
enfrenta abandono familiar y malos tratos. A través de sus
pensamientos, examina sus relaciones pasadas, su carrera como
profesora y su resistencia emocional. Este poderoso relato aborda
temas universales como la injusticia, el aislamiento y el valor de la
resiliencia en las etapas finales de la vida.
Título
original: As we are now. Traducción: Blanca Gago. Bamba Editorial,
2024. Número de páginas: 116. Tiempo de lectura: 2h 40m.
Desde
la web de la editorial se puede descargar una guía de lectura con
los siguientes apartados: sinopsis, breve biografía, temas
recurrentes y temas presentes en el libro, preguntas para el club de
lectura y reflexión sobre el arte en la obra.
Reseñas
que escribí sobre sus libros
La
casa junto al mar
Al
envejecer, debemos compaginar el intenso amor a la vida con un
creciente desapego. ¿O será que las cosas a las que estamos
apegados van cambiando?
El
sentido de un diario estriba en ese poder de atrapar los
acontecimientos al vuelo. Y, sin embargo, el meollo no surgirá de la
narración, sino del examen de la experiencia y del intento, al
menos, de reducirla a su esencia.
La
escritura es el hilo que va urdiendo una continuidad bajo el tumulto
de los días.
Diario
de una soledad
Hoy
quiero reflexionar un poco acerca de la lealtad, y está comprobado
que solo soy capaz de reflexionar sobre algo cuando lo escribo.
El
arpa birmana
El
sonido del arpa para anunciar si el camino es seguro o si hay
peligro, para subir los ánimos de los soldados. Los cantos que unen
y hacen aflorar emociones profundas.
Los
horrores tras el fin de la contienda. Traumas y personas que no
podrán retomar su vida.
Un
loro mensajero, una arpa pequeña (birmana), la anciana.
Hay
que mirarla desde la época en que se rueda, desde el estilo del cine
japonés. Hay que seguir insistiendo en el mensaje pacifista porque
décadas más tarde, ya en otro siglo, seguimos sin lograr erradicar
las guerras, las matanzas.
En El blog de Ethan puedes leer una excelente reseña dedicada a esta película y otra del director japonés.
Sinopsis
Año 1945; los japoneses están a punto de firmar la paz en Birmania.
Un soldado, admirado por sus compañeros porque toca el arpa, es
nombrado mediador japonés.
Título
original Biruma no tategoto. Dirección Kon Ichikawa. Guion Natto
Wada. Novela: Michio Takeyama. Reparto: Rentaró Mikuni, Shoji Yasui,
Hun Hamamura. Música Akira Ifukube. Fotografía Minoru Yokoyama
(B/N). Japón 1956, 116 min. Venecia: Premio Saint Giorgio y Premio
OCIC (mención honorable)