martes, 19 de junio de 2018

Nicolás Pastoriza en concierto + Que nadie duerma


Museos que abren puertas a la música. Un espacio ubicado en un rincón maravilloso de la ciudad.

Invitaciones que se hacen efectivas por medio de una llamada de teléfono, atendida por una amabilísima operadora. Toma nota de datos y número de personas.

Llegamos y las sillas ya están todas ocupadas. No deja de sorprenderme la escasez de asientos y la anticipación del público.

Como no podía ser de otra manera, accedemos por el bar, no por la entrada oficial.

Tomamos posición, primera fila, al suelo, es lo que hay. Por pereza no me levanto a por una silla terracera donde mi espalda estaría mucho mejor. Maldita pereza.



Nico con su banda. Canciones nuevas y otras más conocidas. Entre temas, comentarios divertidos y críticas varias. Se comunica al propietario de un móvil extraviado en el WC pase a recogerlo por el bar. Buen sonido. Músicos cómplices que disfrutan y contagian. Presentaciones pugilísticas y para suegras enamoradas de sus yernos.


Empezamos buscando OVNIS entre Cies y Nigrán. Terminamos con los estores abiertos, luz del atardecer sobre el mar.


Abandonan el escenario de uno en uno entre aplausos. Bis que se quedará en mi cabeza durante unos cuantos días y formará parte de la banda sonora de un borrador de relato.


Abrazo de grupo. Abrazo entre amigos. Qué divertido! Qué bien nos lo hemos pasado.

Fuera, una de esas imágenes que me provocan una colección completa de sensaciones “felices”. Lugares especiales.




Unos días antes escuchaba temas del nuevo disco para entrar en materia. Sacaba de mis vinilos el EP de Bromea o qué?, comprado en una tienda de Doctor Cadaval, el 7 de agosto de 1986. Pasado, presente y seguro que futuro, en los recuerdos, en las canciones que vendrán.



Que nadie duerma


El día en que Lucía pierde su empleo como programadora informática, su vida da un giro definitivo. Como si de un algoritmo se tratara, establece los siguientes principios en los que se basará su existencia futura: será taxista, recorrerá las calles de su ciudad, Madrid, mientras espera la ocasión de volver a encontrarse con el hombre del que se ha enamorado, y todos los momentos importantes tendrán como banda sonora el «Nessum dorma» de Turandot, ópera de la que se siente protagonista.

Lo cotidiano y lo extraordinario se entremezclan en esta novela que tiene todas las claves del universo narrativo de Juan José Millás: la ironía, las distintas facetas de la realidad, el desdoblamiento del yo, la soledad y la constatación de una verdad inmutable: el espejo en el que miramos nuestras vidas nos devuelve siempre una perspectiva insólita ante la que solo cabe el más puro de los asombros.

Nº de páginas: 216 págs.
Editorial: ALFAGUARA, 2018
ISBN: 9788420432953

Texto breve, de fácil lectura, ideal para días de verano.

Al principio pensaba que no me iba a gustar. Al final acabé sorprendida y aunque no lo considera de sus mejores obras, sin duda tiene la huella de su autor.

Detrás de las apariencias se esconde un universo a ratos oscuro. Venganza y música. Engaño y dolor.




2 comentarios:

Fran dijo...

Que tal LU!
Magnficia esa cronica del concierto...jeje Estan muy bien esto de un publico limitado, esa cercania se agradece la verdad.
Millas es un tipo que me cae bien, aunque reconozco que no he leido nada suyo.
Bueno, demasiado calor para mi gusto, un par de graditos menos no estaria mal...
En todo caso aprovechemos este tiempo que quien sabe lo que durara.
Bicos:)

LU dijo...

Fran

Cada vez disfruto más de los conciertos en salas pequeñas y con personas que van a escuchar música. Pero reconozco que para ver a determinados grupos hay que zambullirse entre multitudes.

La verdad es que ese espacio, en el museo del mar es una gozada, e ideal para este tipo de eventos.

Admiro a Millás, y le sigo con sus artículos. Este libro tiene más miga de lo que parece en las primeras páginas y cuantas más vueltas le das, más sale. Pero los tiene mucho mejores, por lo menos en i opinión.

Sí, demasiado calor. Ahora mismo con todas las ventanas abiertas.

Y sí, a disfrutar que por aquí puede cambiar todo de repente y ni de coña quiero volver al chubasquero y el frío casi otoñal.

Biquiños y buena semana