lunes, 1 de enero de 2018

Lo que aprendemos de los gatos + Paseo con Vilma + Feliz 2018

Lo que aprendemos de los gatos


Los seres humanos - piensa el gato - tienen una irremediable tendencia a entender las cosas al revés. Por ejemplo, si ven un libro que se titula Lo que aprendemos de los gatos, probablemente creerán que trata de lo que los humanos pueden aprender acerca de los gatos, para conocerlos mejor (cosa que, dicho sea de paso, tampoco estaría de más); sin embargo, para cualquiera que sea capaz de pensar con claridad, resulta evidente que Lo que aprendemos de los gatos significa otra cosa: lo que los humanos pueden aprender a partir de los gatos, es decir, lo que los gatos pueden enseñarles. Este tipo de errores se producen porque los humanos parten de la absurda creencia de que son animales superiores, cuando todo el mundo sabe que los animales superiores son los gatos. Los gatos  - piensa la autora de este libro - tienen mucho que enseñarnos, pero para ello hace falta que estemos atentos y dispuestos a aprender. Son cariñosos, pero nunca sumisos, así que nos enseñan a pactar nuestra convivencia día a día. Confiados sólo si sabemos ganárnoslos poco a poco, ejercitando la virtud de una conquista paciente. Domésticos e independientes, como fieras aclimatadas a nuestro hábitat. Los creemos indefensos, pero en realidad están mucho más preparados para sobrevivir que nosotros. Bajo su piel de seda se ocultan las garras de una fiera...

Nº de páginas: 128 págs.
Editorial: ANAGRAMA, Barcelona 2014
ISBN: 9788433997807

Este libro cae en mis manos por casualidad, casi por error. Desde la cuenta de Instagram de Xacobe Pato Gigirey (xpgigirey) reseña Lo que olvidamos, de la misma autora. Lo busco en la biblioteca, y encuentro con la referencia que había copiado este otro. Me lo llevo sin dudarlo. Y ha sido todo un acierto.

Una lectura muy ligera, llena de ternura y admiración hacia los gatos que conviven con humanos.

Ideal para personas que, como yo, consideramos tan importantes a los seres de cuatro patas. Nunca he tenido gato (si exceptuamos los que han estado en casa como invitados). Soy perruna, pero hay tano en común, sobre todo en lo relativo a los sentimientos que generan y a su ausencia cuando mueren. Llegan a casa y se convierten en los dueños del sofá. Encontramos sus pelos en cualquier prenda de ropa. Nos reciben con demostraciones de felicidad cada vez que volvemos de la calle….

Y Vilma es medio gata, con sus posturas, sus maneras de pedir mimos….


También les gusta dormir enroscados sobre sí mismos, en una contorsión inverosímil en la que, sin embargo, parecen sentirse muy cómodos: la cabeza pasa entre las patas delanteras (o sobre ellas) y el morro llega a tocar el nacimiento del rabo: una rosquilla de pelo suave. Si les molesta la luz, son capaces de taparse los ojos con el rabo a manera de antifaz, o de cubrirse la cara con uno de los bracitos en un gesto casi humano, infantil.

¿Qué sentido tienen estas pequeñas vidas? Quizás, como las nuestras, el mero hecho de existir y de sentirse vivos y ágiles, sentirse con una plenitud que quizás nosotros nunca llegaremos a alcanzar, ocupados como estamos en nuestros pensamientos, en proyectarnos hacia un futuro que tal vez nunca tengamos, en imaginar, desear o tener cosas que probablemente jamás sucedan. Distraídos el presente, abocados hacia futuros inciertos, nos resulta demasiado difícil entregarnos a vivir los momentos que vivimos, que nos pasan sin sentirlos, que dejamos escapar como arena entre los dedos, como agua en un cesto, mientras miramos a un horizonte que dudosamente alcanzaremos. La vida es lo que te pasa mientras estás demasiado ocupado haciendo planes.

Ellos, en cambio, se entregan a la dicha de sus cuerpos elásticos, de su belleza sin arrogancia - la belleza de quien no es consciente de ser bello -, de la alegría de estar vivo sin más, sin pensar en el futuro ni amargarse por el pasado; aquí estamos ahora, entregados con fruición al hecho de vivir, gozando del rayo de sol que entra por la ventana y forma sobre el piso un rectángulo cálido en el que aposentarse, entornar los ojos y empezar a ronronear.

Mientras lo leo pienso de forma constante en lo mucho que les gustaría este libro a mis amigos gatunos. Una delicia. Muy recomendable.

Paseo con Vilma, lunes 1 de enero de 2018


Gritos de alegría etílica. Bronca de amigos, una mala noche o un final agrío. Un coche de policía. Aceras con restos de confeti de colores. Unos aún se irán a dormir, otros se despiertan dentro de un cajero. Nos saludan los yonquis del barrio en tranquila conversación. Vilma no para de temblar, la interminable sesión de petardos, bombas y demás artefactos estridentes prosigue de día. Y mientras en la zona ajardinada de un lujoso edificio en el centro de la ciudad, ajenas al mundo, picotean la hierba. Empezando 2018. Buen día!!

Música para empezar el año. 



Feliz 2018!!!!




2 comentarios:

Fran dijo...

Que tal LU!
Me ha encantado esa breve crónica...jeje
Nosotros por aquí tratando de adaptarnos a este 2018, a ver que tal se porta.
Bicos:)

LU dijo...

Hola Fran, es que tenía que escribirlo porque el inicio de año con Vilma da para mucho. Y cosas que me he dejado fuera porque lo quería hacer breve jeje

Vamos a por este 2018 y que venga cargado de buenos momentos!!!