Lo que aprendemos de los
gatos
Los seres humanos - piensa el gato - tienen una irremediable tendencia a
entender las cosas al revés. Por ejemplo, si
ven un libro que se titula Lo que aprendemos de los gatos, probablemente creerán que trata de lo que los humanos pueden aprender
acerca de los gatos, para conocerlos mejor (cosa que, dicho sea de paso,
tampoco estaría de más); sin embargo, para cualquiera que sea capaz de pensar
con claridad, resulta evidente que Lo que aprendemos de los gatos significa
otra cosa: lo que los humanos pueden aprender a partir de los gatos, es decir,
lo que los gatos pueden enseñarles. Este tipo de errores se producen porque los
humanos parten de la absurda creencia de que son animales superiores, cuando
todo el mundo sabe que los animales superiores son los gatos. Los gatos - piensa
la autora de este libro - tienen mucho que enseñarnos, pero para ello hace falta que estemos atentos y
dispuestos a aprender. Son cariñosos, pero nunca
sumisos, así que nos enseñan
a pactar nuestra convivencia día a día. Confiados sólo si sabemos ganárnoslos
poco a poco, ejercitando la virtud de una conquista paciente. Domésticos e
independientes, como fieras aclimatadas a nuestro hábitat. Los creemos
indefensos, pero en realidad están mucho más preparados para sobrevivir que
nosotros. Bajo su piel de seda se ocultan las garras de una fiera...
Nº de páginas: 128 págs.
Editorial: ANAGRAMA,
Barcelona 2014
ISBN: 9788433997807
Este libro cae en mis manos
por casualidad, casi por error. Desde la cuenta de Instagram de Xacobe Pato
Gigirey (xpgigirey) reseña Lo que olvidamos, de la misma autora. Lo busco en la
biblioteca, y encuentro con la referencia que había copiado este otro. Me lo
llevo sin dudarlo. Y ha sido todo un acierto.
Una lectura muy ligera, llena
de ternura y admiración hacia los gatos que conviven con humanos.
Ideal para personas que, como
yo, consideramos tan importantes a los seres de cuatro patas. Nunca he tenido
gato (si exceptuamos los que han estado en casa como invitados). Soy perruna,
pero hay tano en común, sobre todo en lo relativo a los sentimientos que
generan y a su ausencia cuando mueren. Llegan a casa y se convierten en los
dueños del sofá. Encontramos sus pelos en cualquier prenda de ropa. Nos reciben
con demostraciones de felicidad cada vez que volvemos de la calle….
También les gusta dormir
enroscados sobre sí mismos, en una contorsión inverosímil en la que, sin
embargo, parecen sentirse muy cómodos: la cabeza pasa entre las patas
delanteras (o sobre ellas) y el morro llega a tocar el nacimiento del rabo: una
rosquilla de pelo suave. Si les molesta la luz, son capaces de taparse los ojos
con el rabo a manera de antifaz, o de cubrirse la cara con uno de los bracitos
en un gesto casi humano, infantil.
¿Qué sentido tienen estas
pequeñas vidas? Quizás, como las nuestras, el mero hecho de existir y de
sentirse vivos y ágiles, sentirse con una plenitud que quizás nosotros nunca llegaremos
a alcanzar, ocupados como estamos en nuestros pensamientos, en proyectarnos
hacia un futuro que tal vez nunca tengamos, en imaginar, desear o tener cosas
que probablemente jamás sucedan. Distraídos el presente, abocados hacia futuros
inciertos, nos resulta demasiado difícil entregarnos a vivir los momentos que
vivimos, que nos pasan sin sentirlos, que dejamos escapar como arena entre los
dedos, como agua en un cesto, mientras miramos a un horizonte que dudosamente
alcanzaremos. La vida es lo que te pasa mientras estás demasiado ocupado
haciendo planes.
Ellos, en cambio, se entregan
a la dicha de sus cuerpos elásticos, de su belleza sin arrogancia - la belleza
de quien no es consciente de ser bello -, de la alegría de estar vivo sin más,
sin pensar en el futuro ni amargarse por el pasado; aquí estamos ahora,
entregados con fruición al hecho de vivir, gozando del rayo de sol que entra
por la ventana y forma sobre el piso un rectángulo cálido en el que
aposentarse, entornar los ojos y empezar a ronronear.
Mientras lo leo pienso de
forma constante en lo mucho que les gustaría este libro a mis amigos gatunos.
Una delicia. Muy recomendable.
Paseo con Vilma, lunes 1 de
enero de 2018
Gritos de alegría etílica.
Bronca de amigos, una mala noche o un final agrío. Un coche de policía. Aceras
con restos de confeti de colores. Unos aún se irán a dormir, otros se
despiertan dentro de un cajero. Nos saludan los yonquis del barrio en tranquila
conversación. Vilma no para de temblar, la interminable sesión de petardos,
bombas y demás artefactos estridentes prosigue de día. Y mientras en la zona
ajardinada de un lujoso edificio en el centro de la ciudad, ajenas al mundo,
picotean la hierba. Empezando 2018. Buen día!!
Música para empezar el año.
Feliz 2018!!!!
2 comentarios:
Que tal LU!
Me ha encantado esa breve crónica...jeje
Nosotros por aquí tratando de adaptarnos a este 2018, a ver que tal se porta.
Bicos:)
Hola Fran, es que tenía que escribirlo porque el inicio de año con Vilma da para mucho. Y cosas que me he dejado fuera porque lo quería hacer breve jeje
Vamos a por este 2018 y que venga cargado de buenos momentos!!!
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