SINOPSIS: Cinco personajes que, tras vivir momentos
dolorosos, se preguntan sobre el sentido de la vida, y sobre la posibilidad de
ser felices, vertebran los cinco relatos que componen este volumen. Si, en «La
casa de los fantasmas», dos compañeros de universidad traban una intensa
amistad que tras una larga separación se convertirá en un amor profundo, el
segundo relato, «¡Mamaaa!», narra la historia de una joven que trabaja en una
editorial y que, tras un incidente, tardará en recuperar la fe en las
relaciones humanas. A su vez, «La luz que hay dentro de las personas» relata
una hermosa pero trágica historia de amistad entre niños. En «La felicidad de
Tomo-Chan», la ingenua protagonista consigue, pese a la adversidad, no perder
jamás la esperanza y disfrutar de lo que le brinda el día a día. Por último, en
«Recuerdos de un callejón sin salida», Mimi se desmorona cuando descubre que su
novio la ha abandonado, y sólo la relación con Nishiyama, un joven que trabaja
en un bar situado en un callejón sin salida, la ayudará a superar la tristeza.
Esta escritora utiliza una prosa
muy ágil. El que más me ha gustado, sin duda, es «¡Mamaaa!». Una mujer es envenenada en el comedor de la empresa en la
que trabaja, como resultado de la venganza tramada por un ex empleado
despechado. La posibilidad de haber muerto o de no haber ingerido aquel menú,
el periodo de convalecencia y recuperación, los recuerdos de su infancia, la
vergüenza, la fortaleza que se derrumba y un sinfín de reflexiones, la llevarán
a admitir su debilidad y a valorar aquellos aspectos de su vida de verdadera
importancia.
Con numerosas referencias gastronómicas, que harán las delicias de los
amantes de la cocina japonesa.
En el epílogo explica las razones que la llevaron a escribir historias
cargadas de tanto dolor y sufrimiento. Para ella significaba liberarse,
ahuyentar sus propios demonios. Sin narrar experiencias vividas en primera
persona, sí lo considera muy cercano a su biografía. Es, hasta ese momento, su
obra favorita. Yo prefiero sus novelas.
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