Se imagina otro yo, en las antípodas del mapa y de su personalidad, un jugador de polo argentino. Alusiones constantes a Alicia en el país de las maravillas. Reflexiones sobre el amor y la desidia descritas con una prosa casi poética.
A veces mira a las mujeres con un amor verdadero que aparentemente no dura nada. Y luego se esconde, y a escondidas, las ama en silencio y para siempre.
Sólo resultaba encantador si no se le conocía demasiado.
¿Y no son, con frecuencia, los primeros días del verano, los que cuelgan más promesas en el aire? Qué crueles pueden ser a veces los vientos más cálidos y las noches más claras.
Desde niño, estuviera donde estuviera se imaginaba siempre en un lugar distinto, que no mejor. Su madre se lo decía a menudo, no estás a lo que estás, pero él silbaba y se hacía el listo, y ahora ya era tarde.
Se diría que Sebastián no tenía manos. Que no era capaz de agarrar lo que tenía delante, sino después de haberlo perdido, o antes siquiera de acercarse a las cosas que de verdad le importaban. Era, en suma, un muerto ejemplar y un enterrador perfecto.
No hay nadie, con seguridad, caminando hoy sobre la faz de la Tierra que no haya pensado, al menos una vez, que todo el mundo, cualquiera, es feliz menos él. De eso precisamente están hechas las calles los días de lluvia. La luz en las ventanas de las casas ajenas nos habla siempre de una felicidad que existe sólo fuera de nosotros. O para ser más exactos, con nosotros fuera.
Ignoraba tanto las razones del movimiento de lo ajeno como su propia inmovilidad y tampoco entendía por qué había llegado hasta aquí, ni cómo ni por qué tenía que detenerse justo en ese punto y no en otro.
Aquí, en mi lado del espejo, pensaba Sebastián, estoy yo solo, rodeado de muñecos de madera y vampiros y zarzuelas y operetas y boleros y dramas ajenos repetidos ya mil veces, por los que caminar como un turista, mientras duren las fuerzas y el dinero.
A veces la vida nos regala un perro, que muerde, y que no nos impide seguir imaginando desgracias peores.
Cuál era su problema. ¿Había querido demasiado? Él pensaba que sí, pero ¿era cierto?
Estaba más que harto de este mundo y de todas sus absurdas simplificaciones, y harto del zoo, y de cada una de sus jaulas.
Para él, el mundo tenía que acabarse de una vez, o empezar de una vez por todas.
Nunca bebía demasiado delante de los demás. Los demás le daban miedo.
Y no sé, honestamente, si podré amar de nuevo. Aunque a menudo me invento un amor colosal que no es sino la mudanza de los muebles del amor ya perdido.
Al calor del vino y de una buena cena y la conversación ligera y achispada de sus viejos camaradas, la vida le pareció de pronto insoportable.
Se sintió por un instante, si no valiente, si al menos dispuesto.
Es bien sabido que el último en abandonar la fiesta es siempre el intruso.
Primeras páginas
A veces mira a las mujeres con un amor verdadero que aparentemente no dura nada. Y luego se esconde, y a escondidas, las ama en silencio y para siempre.
Sólo resultaba encantador si no se le conocía demasiado.
¿Y no son, con frecuencia, los primeros días del verano, los que cuelgan más promesas en el aire? Qué crueles pueden ser a veces los vientos más cálidos y las noches más claras.
Desde niño, estuviera donde estuviera se imaginaba siempre en un lugar distinto, que no mejor. Su madre se lo decía a menudo, no estás a lo que estás, pero él silbaba y se hacía el listo, y ahora ya era tarde.
Se diría que Sebastián no tenía manos. Que no era capaz de agarrar lo que tenía delante, sino después de haberlo perdido, o antes siquiera de acercarse a las cosas que de verdad le importaban. Era, en suma, un muerto ejemplar y un enterrador perfecto.
No hay nadie, con seguridad, caminando hoy sobre la faz de la Tierra que no haya pensado, al menos una vez, que todo el mundo, cualquiera, es feliz menos él. De eso precisamente están hechas las calles los días de lluvia. La luz en las ventanas de las casas ajenas nos habla siempre de una felicidad que existe sólo fuera de nosotros. O para ser más exactos, con nosotros fuera.
Ignoraba tanto las razones del movimiento de lo ajeno como su propia inmovilidad y tampoco entendía por qué había llegado hasta aquí, ni cómo ni por qué tenía que detenerse justo en ese punto y no en otro.
Aquí, en mi lado del espejo, pensaba Sebastián, estoy yo solo, rodeado de muñecos de madera y vampiros y zarzuelas y operetas y boleros y dramas ajenos repetidos ya mil veces, por los que caminar como un turista, mientras duren las fuerzas y el dinero.
A veces la vida nos regala un perro, que muerde, y que no nos impide seguir imaginando desgracias peores.
Cuál era su problema. ¿Había querido demasiado? Él pensaba que sí, pero ¿era cierto?
Estaba más que harto de este mundo y de todas sus absurdas simplificaciones, y harto del zoo, y de cada una de sus jaulas.
Para él, el mundo tenía que acabarse de una vez, o empezar de una vez por todas.
Nunca bebía demasiado delante de los demás. Los demás le daban miedo.
Y no sé, honestamente, si podré amar de nuevo. Aunque a menudo me invento un amor colosal que no es sino la mudanza de los muebles del amor ya perdido.
Al calor del vino y de una buena cena y la conversación ligera y achispada de sus viejos camaradas, la vida le pareció de pronto insoportable.
Se sintió por un instante, si no valiente, si al menos dispuesto.
Es bien sabido que el último en abandonar la fiesta es siempre el intruso.
Primeras páginas
10 comentarios:
¿Se puede querer demasiado? Yo creo que se quiere o no se quiere, en todos los ámbitos del querer.
Pepe, supongo que al utilizar ese demasiado se habla del dolor que causa un sentimiento muy fuerte o con consecuencias dañinas. En cualquier caso pensemos que es una licencia poética. Con el querer, mejor ser espléndido que rácano.
Besotes
Me encantó el libro, creo que aporta mucho. Y es fácil identificarte con las emociones que expresa.
Me gustó especialmente el fragmento que reproduzco en mi blog:
http://dialogosdelobaesteparia.blogspot.com/2009/01/ya-solo-habla-de-amor.html
Biquiños
Es cruel decir de alguién que es encantador cuando no se le conoce.
Thabitha, el libro es una delicia. Según lo vas leyendo, cada párrafo sería reseñable. Vuelves una y otra vez hacia atrás. Esa poesía, esa forma de contar, de describir. A mi también me ha gustado mucho.
Biquiños
Jack, hay personas que dan una imagen encantadora a primera vista, en un breve encuentro, cuando las ves sólo de vez en cuando, sin profundizar o en contextos muy concretos… y esconden a un monstruo…
Cruel es juzgar a alguien sin conocerle.
Biquiños
Me encanta Loriga .... Quizá lo lea. Besos, Lu
Alamut, a mi también me gusta mucho. Y este pequeño libro me parece una delicia.
Biquiños
Este libro me interesa muchìsimo!! Lu, eres la culpable de que mis listas de libros y pelìculas no se acaben nunca. je,je...
Un abrazote!
Kashtanka, es que soy de lo más malévola, ja ja ja
Biquiños
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